Se ve una persona hiperactiva. Y la verdad es que ella reconoce que trabaja duro para conseguir lo que se propone.
Casada y con tres hijos varones que tienen 13, 10 y 7 años, dice que ellos no han conocido a otra madre que no sea una trabajando.
-¿Te hubiese gustado tener a una mujer?
“Sí, hubiese tenido un cuarto pero, la verdad, es que me he pasado toda mi vida trabajando jornada completa, entonces se me hizo un poquito pesado”.
Soledad Neumann partió muy joven, cuando estudiaba técnico en ingeniería en informática, lo que la llevó, primero, a Laboratorios Chile, y después, al Banco Edwards, hoy Chile, donde estuvo 14 años.
Estando ahí derivó al área de las comunicaciones corporativas, cuestión que facilitó su breve paso por el gimnasio Balthus. Fue entonces que conoció al past presidente de la Usec, Alfonso Mujica, quien se la llevó al actual cargo.
-¿Qué explica tu llegada a este grupo?
“No sé, siempre me ha llamado la atención que exista un directorio formado por 25 personas que están dispuestas a participar de una reunión a las 8 de la mañana ad honorem. Eso me parece loable, y además, ya no se trata de una reunión una vez al mes, sino varias más porque ahora tenemos un montón de comités.
“Uno ve en las noticias siempre las cosas malas y la verdad, es que hay una labor oculta, de bajo perfil, piola como dicen los lolos, que es muy importante; es una labor de apoyo a los trabajadores notable, notable”.
Se nota que su pega, en donde la difusión de las actividades de cada socio de la Usec en pos de una mejor calidad de vida de los chilenos, le fascina. “Siento que tengo que generar una suerte de efecto dominó; si las prácticas laborales funcionaron para uno, pueden ser replicadas por otro”.
Y tan convencida está de su misión que ha hecho varios cursos sobre ética y responsabilidad social en el corto período (de tres años) que ha ejercido la dirección ejecutiva.
Al revisar su historia (45 años), que comprende haber vivido 6 años fuera de Chile en su infancia, incluido uno en Papua Nueva Guinea, Soledad afirma que ello le ha permitido tener una mirada de la sociedad súper poco discriminadora. “Creo que nadie es dueño de la verdad y creo que uno debe tener visiones distintas para poder formarse una opinión personal”, aclara.
-¿Cómo ves el tema de la responsabilidad social empresarial?
“Creo que es una herramienta para llevar los valores a la empresa y lo importante es que no se instrumentalice. Es verdad que hay empresarios que toman esto como otra ISO, una suerte de check list o un ya cumplí, y es verdad que el mercado está exigiendo ciertos estándares en responsabilidad social, especialmente afuera, pero lo importante es que toda actuación ponga al centro el desarrollo de la persona y el resto, al servicio de ésta”.
Ex alumna del Villa María, tiene a sus hijos en el Cumbre, convencida de que era el colegio que la podría apoyar en la educación de sus hijos considerando su carga de trabajo.
-¿Eres una trabajólica?
“No, pero según mi jefe sí (se larga a reír)”.
-¿Y según tu marido?
“Ehhhh, últimamente también, pero yo creo que esto tiene que ver con mi sangre media germana. Creo que por mis ancestros tengo un sentido de la responsabilidad feroz, de la palabra empeñada; cuando hay que sacar algo puedo no tener los recursos pero lo hago aunque tenga que hacerlo todo. Y la verdad es que acá no son muchos los recursos, toda corporación sin fines de lucro tiene problemas; yo venía de la empresa privada y acá los primeros años fueron preocuparse de la caja en forma permanente.
“Soy súper comprometida con lo que hago”.
-¿Sientes que has castigado a tu familia?
“Un poquito, sí, pero creo que es más un sentimiento de culpa mío que de verdad una pasada de cuenta de ellos. Ellos no conocen una mamá en otra circunstancias, las únicas veces que me han tenido en la casa ha sido cuando he estado de pre y post natal y siempre he vuelto a la oficina.
“Me encanta trabajar y creo que me volvería loca en la casa y, si así fuera, tengo claro que estaría haciendo otras cosas”.
-¿Como qué?
“Me gusta estudiar, una vez que termine el diplomado que estoy haciendo he pensado estudiar francés porque me gustan los idiomas. Creo que habría sido una estudiante empedernida si no tuviera familia. También habría viajado mucho más.
“De repente me descuido, pero ahora estoy retomando mi rutina de ejercicios porque para a mí hacer deporte es casi como lavarse los dientes y para poder hacerlo corro a la hora de almuerzo, voy y vuelvo con el pelo mojado; ando como en permanente estado de aceleración”.
-¿Te tranquiliza estar dándoles un ejemplo?
“Tengo súper buena onda con los niños. Siento que en las cosas relevantes de ellos, siempre me buscan a mí. Estoy súper presente y cuando estudian, lo hacen conmigo”.
En medio de la vorágine Soledad declara: “hay un montón de gente que me dice que soy atípica para ser mujer”.
-¿Por qué?
“Me lo dicen los hombres incluso, porque soy súper poco enredada; soy como muy enfocada a la acción, no me enrollo, si hay que hacer algo, se hace y listo, doy vuelta la página y me olvido, no me quedo pegada con me dijo o no me dijo. Creo que es porque llevo una vida tan apretada de agenda que, en el fondo, trato de ser súper efectiva”.