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5 principios para educar niños talentosos

Ni tónicos, ni vitaminas, ni cursos de lectura veloz pueden conseguir tantos resultados en los niños como la práctica constante de hábitos saludables. Así lo explica en su libro "Cerebro, inteligencia y emoción", la especialista Amanda Céspedes. Para ella, un sueño reparador, alimentación "sabia", unidas a una actividad física constante y el control del estrés son claves a la hora de potenciar habilidades naturales de los más pequeños.

25 de Junio de 2008 | 09:43 |
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1.- Tener un sueño reparador de 8 a 10 horas

Las neurociencias han revelado que, al contrario de lo que se cree, el sueño está lejos de ser una fase de hibernación mental. Lo que descansa es la musculatura, pero en el cerebro se inician procesos fisiológicos fundamentales para el adecuado funcionamiento del niño, como la síntesis de hormonas y nutrientes cerebrales y la eliminación de desechos, indispensables para prevenir cualquier enfermedad, sea ésta corporal, hormonal, inmunológica o mental. Para la doctora Céspedes, "el sueño es como el supermercado de noche. Al momento del cierre no se apagan las luces, sino que se encienden muchas más, para limpiar las instalaciones y reponer los productos".

El sueño está compuesto por dos niveles: el MOR o de movimientos oculares rápidos y el NOMOR, o de sueño profundo, que se compone de cuatro fases. En el MOR se alcanza la máxima potenciación de las funciones cognitivas y emocionales. Se consolidan los aprendizajes realizados durante la vigilia, pues con la síntesis de proteínas se archiva el recuerdo y se establecen asociaciones entre imágenes y conceptos. En el último nivel del NOMOR es donde se alcanza la máxima actividad restauradora del organismo.

Pero esta reorganización cerebral se da exclusivamente en la oscuridad, única garante de que se cumpla la secuencia normal del sueño. No sólo es vital que el niño duerma las horas recomendadas -entre ocho y diez-, sino que lo haga a la hora del crepúsculo, pues en ese momento se da la disminución gradual de su actividad vigil y la cantidad de estímulos que bombardean su cerebro a través de los sentidos bajan. Al mismo tiempo, se deben reducir los distractores como el televisor y los ruidos, y él debe ser predispuesto amorosamente al descanso, bajo la convicción de lo saludable que es dormir, con una rutina que propicie el encuentro entre padre e hijo. Por ejemplo, la mamá baña al niño, acuestan juntos a sus muñecos y escogen juntos el cuento a leer para que luego él se duerma plácido.

2.- Evitar los azúcares para una alimentación "sabia"

En la comida están los nutrientes básicos, que cumplen importantes funciones estructurales, energéticas y metabólicas en nuestro cuerpo. Del nacimiento en adelante, el niño obtendrá la materia prima para formar su cerebro y organismo, según las pautas nutricionales que se le den, siendo la más importante el ejemplo. Si se quiere un niño talentoso, lo primero es aplicar en uno mismo las normas de la alimentación saludable.

Por eso es importante que los padres se familiaricen con los postulados de la pirámide alimenticia y también de la alimentación complementaria, conocida además como la antidieta, que prohíbe la mezcla de proteínas con hidratos de carbono. La neurociencia nutricional recomienda que los niños supriman al máximo posible el consumo de azúcares refinadas o simples, porque reducen su estado de alerta y le generan irritabilidad y desgano. Si bien la glucosa que proporcionan los hidratos de carbono es el combustible de las neuronas, es preferible que la obtengan de azúcares complejos como la papa, el maíz, el arroz integral, el queso cheddar y los frutos secos. Al liberarse lentamente, evitan los efectos secundarios propios del alza de la glucosa.

Las proteínas presentes en carnes, pescados y lácteos aportan los aminoácidos que luego se sintetizarán en neurotransmisores. Los neurorreguladores del entusiasmo, la concentración, la iniciativa, la alerta, la vigilia son fabricados a partir de la tirosina, que se forma de alimentos como el pavo, la palta, el plátano, el tofu, el germen de trigo, los tomates, todos ellos ricos en proteínas. Por eso el desayuno de los niños debe privilegiarlos por sobre los carbohidratos.

Las frutas deben consumirse más de tres veces al día. Contienen antioxidantes y vitaminas y son una fuente de energía menos nociva que los azúcares. No hay que permitir que el yogur les quite protagonismo en la dieta de los chicos. Y las verduras tienen los minerales necesarios para la transmisión electroquímica de información, y participan en los procesos metabólicos del organismo. Además, contribuyen con las vitaminas. El complejo B, por ejemplo, que es capital para la funciones cerebrales, está presente en pimientos, espárragos, lechuga, champiñones, sésamo, apio, porotos de soya, perejil, etc.

A pesar de los conocimientos, padres con las mejores intenciones se han topado con la barrera del gusto. Pero la preferencia por la comida sana también se puede educar, acostumbrándolos desde pequeños y explicándoles el porqué siempre. "Los chicos están muy dispuestos al cambio, pero únicamente van a hacerlo cuando estén convencidos de que es bueno para ellos", asegura la neuropsiquiatra.

3.- Es crucial incentivar la actividad física diaria

El cuerpo humano está diseñado para moverse. En su libro "Cerebro, inteligencia y emoción", Amanda Céspedes explica cómo el cerebelo, que opera como una especie de programa computacional al comprimir la información y automatizar los procesos cerebrales, ha ido creciendo y generando mayores conexiones a lo largo de la historia, en función del movimiento realizado por los seres humanos y su evolución. Pero en la actualidad, el sedentarismo ha limitado el crecimiento intelectual y emocional, reduciendo las redes neuronales. "La neuro-génesis es ejercicio dependiente: la inmovilidad la poda. Por eso tenemos un cerebelo de involución temprana por efectos de la cultura post moderna", asegura la especialista. Para evitarlo es crucial que los niños realicen una actividad física constante, en forma sistemática. Lo preferible es la práctica de un deporte, con profesor incluido. Por ejemplo, el tenis de mesa, que le exige mucho al niño en términos de coordinación, agudeza mental y estrategia.

Este cambio en los hábitos de vida también ha afectado el aparato músculo esquelético, haciendo emerger vicios posturales por las horas frente al televisor o el computador. La columna se ha deformado, los depósitos grasos han aumentado mientras que la masa muscular se ha reducido y el corazón se ha achicado por la pérdida de grosor en las fibras musculares. Entonces, si los niños no demuestran interés o si no es posible que practiquen un deporte, los padres deben comprometerse con ellos para suplir esa parte. "Los fines de semana llévenlos al cerro en vez de ir a arrendar películas", recomienda la experta. Y que el peligro de que jueguen al aire libre no sea una excusa. "Claro, la plaza es peligrosa si los mandan solos, pero si uno va con los hijos, los puede proteger", afirma. Andar en bicicleta o jugar fútbol en el barrio cada tarde, bailar o caminar al colegio son mucho más efectivos que cualquier tónico cerebral que se le quiera dar al niño para implementar su materia prima biológica.

4.- Controlar las fuentes de estrés ambiental

Un niño amado, bien estimulado, respetado y protegido, crece día a día intelectualmente. La neuropsiquiatra subraya la importancia de mantener un entorno afectivo seguro que expanda las habilidades cognitivas y emocionales de los hijos. Y cada padre tiene que garantizar su derecho a crecer en armonía. "Los adultos continúan sembrando de un modo desaprensivo infinitas semillas de infelicidad en su vida cotidiana, sin percatarse que los niños que viven a su alrededor van languideciendo y perdiendo de modo inexorable la capacidad de crecer intelectual y emocionalmente", denuncia Céspedes.

El estrés ambiental menoscaba en silencio su armonía emocional. Es conveniente propiciar el desarrollo integral y armónico de sus múltiples talentos, evitando estimular sólo el que más sobresale de su perfil. Pero esto no debe entenderse como sobre exigir al niño. "Los padres que tienen a los niños corriendo las 24 horas en miles de actividades, son papás que están realizándose a través de los niños. Hay un narcisismo potente, quieren lucirse", asegura la doctora. No se trata de imponerles una forma de ser, sino de ofrecerles oportunidades para que se desarrollen, sin olvidar que su bien también considera el tiempo de ocio. Y hay que hacerlo con firmeza y ternura a la vez, gradualmente, para que no se resistan a los cambios. Que no se resientan con el mal humor, la descalificación, las agresiones verbales, las amenazas, la intransigencia, el egoísmo, y el trato duro de los padres.

5.- El ocio adecuado fecunda su imaginación

Las vivencias estéticas y espirituales son agentes de potenciación cognitiva, pues crean caminos cerebrales sobre los que posteriormente se articularán con más facilidad nuevos aprendizajes. Las artes acercan al niño a la belleza, son la vía de ingreso a la experiencia estética. Es misión de sus educadores incorporarlas a su vida y protegerlos de "experiencias grotescas y chabacanas, que son ofensivas para la exquisita sensibilidad infantil", indica la especialista.

Entre las actividades que estimulan los talentos en conjunto, las manualidades como trabajar con cerámica, hacer artesanías y collares o trabajar en carpintería, les producen mucho placer y, además, estimulan su inteligencia y les refuerzan la confianza en sí mismos. "El hacer una obra, mostrar que esto lo hice yo, es maravilloso para la autoestima del niño", asegura la especialista.

También el teatro les permite conocer mundos distintos y apreciar otro tipo de experiencias que fecundan su imaginación. Pero la música es de todas, la disciplina más completa. "La música conecta sus neuronas y potencia sus talentos; les permite expresarse, sentirse valorados y felices; les conforta y le invita a ser más nobles; les permite compartir con otros de modo afectivo; los conecta con el espíritu y les lleva a percibir lo divino y lo trascendente". El aprendizaje musical, ya sea cantar o tocar un instrumento, sienta las bases del crecimiento cognitivo, emocional y espiritual, y le enseña al niño a sacrificar horas de juego en pos de un bien superior.
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