Aún se encuentran berries y las hojas del otoño están en su esplendor; por eso, nada mejor que intentar este arreglo.
Con hojas de liquidámbar, agrupadas y bien tupidas, se arma la base circular: una especie de corona o nido.
Para darle firmeza conviene 'coserla' con alambres muy delgados, cuidando de que no queden a la vista.
Al centro se agregan, también pinchados con alambre, los arándanos y por todo alrededor se marca una línea de florcitas de geranio para dar luz a la composición.
Es un arreglo de corta vida, sólo para acompañar una ocasión especial.