El multifacético Marco Antonio de la Parra nació en 1952 y, pese a que él mismo se burla de su niñez “nerd”, sumergido entre libros y admiración sostenida hacia su padre médico, dice que de todas maneras fue muy feliz en los barrios de Independencia, cerca de su colegio, el Instituto Nacional.
Casado y separado de una psiquiatra, tuvo tres hijos y cada uno de ellos le sigue sus pasos de una u otra forma. El mayor es psiquiatra y a la vez, tiene un grupo de teatro (tal cual); la segunda escribe y diseña (el dibujo es otra de sus pasiones) y el menor estudia arquitectura en la UC (carrera en la que también casi se embarca). “Los tres sacaron genes artísticos, ¡no hubo modo de evitarlo!”.
Se declara un papá fanático y por lo mismo, desechó la opción de establecerse definitivamente en Madrid luego de ser agregado cultural entre el 91 y el 93.
“Me enamoré brutalmente de esa ciudad y tengo un gran cariño por España. Me siento muy a gusto ahí y casi me quedo porque existe un espacio cultural súper activo, en donde se convive con el mundo de los libros y las calles tienen nombres de artistas y filósofos. Lo pasé muy bien, hice un taller de dramaturgia muy exitoso, con alumnos talentosos, pero finalmente, me vine porque era muy fuerte la relación con mis hijos”.
Fue en esas tierras que conoció a la actriz española Nieves Olcoz. Casi 15 años menor, se convirtió en su mujer y compañera de proyectos durante un largo tiempo de idas y venidas a Europa y con la que tuvo a su “conchito”, hoy de cuatro años, que tras la separación tomó rumbo ibérico junto a su madre. “Lo echo mucho de menos, aunque lo veo todos los años, no es lo mismo”.
Ahora, nuevamente emparejado con otra actriz hispano-mexicana, cuenta que está trabajando con ella en una obra para fin de año. “Es una buena forma de ahorrar tiempo y generar otros espacios”. ¿Afición por las extranjeras? “Es un problema que no logro entender” (se ríe, pícaro).
-Y con tantos tips de pareja, ¿‘en casa de herrero cuchillo de palo’?
“Totalmente, cuesta aplicarlos, por qué crees que… Con mis propias experiencias he comprendido que el amor es complicado y frágil y que somos muy difíciles los hombres y las mujeres. Lamentablemente uno aprende eso más tarde. El paso del tiempo es impagable y hubiera querido saber todo desde antes, porque probablemente me hubiera salvado de varias cosas. Con los años las relaciones se hacen más contundentes. Pero igual hubo cosas muy buenas, que se terminaron cuando tenían que terminarse y mi sentimiento mayor es de gratitud con todo lo vivido. Son historias más íntimas que podría terminar de contar en una borrachera… (risas)”.
-¿Qué haces en tu tiempo libre? Si es que te queda…
“Tengo que inventar tiempo libre. Pero trato de compartirlo con mi pareja, también veo tele ahora, lo que hace HBO y Fox son cosas interesantes. A veces veo TV abierta; por un tiempo la desprecié pero después me di cuenta que es un fenómeno y creo que deberían andar mejor las cosas.
“Y cada vez que puedo voy al mar, me relaja mucho. Intento arrancarme por el día o el fin de semana, me consigo una casa. El ruido de las olas es como una adición desde la infancia, cuando íbamos a Las Cruces y a Tongoy. Ahora voy a Papudo, El Tabo, ahí no hago nada más que comer bien, mariscos, lo que heredé de mi padre y madre, y nada mejor que embriagarse ligeramente mirando el mar, con una chimenea”.
-Todo un gozador… ¿Y cocinas?
“¡Sí, muy gozador! Cocino poco, pero bien. Invento cosas divertidas, con mariscos, pastas, carnes, soy muy desordenado en las recetas como todos los hombres”.
-¿Cuál es tu vicio privado?
“Tengo tantos… (dice con sonrisa maliciosa y mientras golpeatea los dedos en su escritorio). Bueno, además de comer bien y con un buen vino, claro, definitivamente mi vicio son los DVD’s y los libros. ¡Es terrible lo que he gastado en eso, es una adicción! Siempre estoy tratando de conseguirme películas extrañas y libros raros, tengo altos en todas partes, ¡es horroroso! Yo mismo me digo ‘¡basta!’, porque resulta que después no tengo ni tiempo para verlos. Por eso me he resistido al Ipod, no puedo andar con 5 mil canciones por ahí, sería un nuevo vicio y ahora estoy en etapa de austeridad, de sólo consumir lo que ya tengo. Mi voracidad cultural es repugnante, repulsiva”.
-Lector empedernido. ¿Qué lees por estos días?
“Sí, no paro. Ahora estoy fascinado con las neurociencias y el estudio del cerebro. También leo mucho sobre creatividad e innovación, los cambios de la sociedad de consumo, el comportamiento como clientes y la rebeldía frente a la esclavitud y sometimiento de épocas anteriores. Y para mis clases estoy volviendo a los clásicos, como Shakespeare y el Renacimiento”.