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Una busquilla nada de alemana

30 de Junio de 2008 | 12:38 |
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Nació, se crió y estudió en Temuco hasta que se trasladó a Santiago para estudiar periodismo en la Universidad Católica. “Estudié periodismo, pero no soy periodista”, aclara de entrada.

-¡¿Cómo?!
“Es que creo que para serlo hay que tener alma de periodista y, debo reconocer, de verdad, (se larga a reír) que nunca supe cuál era la noticia”.

Aunque hizo la práctica en la revista “Qué Pasa” y tuvo otra breve incursión en el diario “El Sur”, Ena Von Baer insiste en que le da vergüenza que la catalogan de tal “porque le tengo mucho respeto a la profesión”.

-¿Entonces, por qué elegiste esa carrera?
“Es que soy súper curiosa y el periodismo te permite meterte a hacer preguntas en partes en donde, si no, no tendrías cómo hacerlas (y se ríe con picardía). Además, es como de un estudio súper amplio y uno se conoce poco cuando tiene 18 años”.

Quizás, todo lo anterior explique porque paralelamente con periodismo, Ena hizo ramos de historia y de ciencia política, camino por el cual optó cuando partió a Alemania con su marido. Allá, en la Universidad de Aquisgrán hizo un magíster en relaciones internacionales y después sacó el doctorado en ciencias políticas cuya tesis terminó ya trabajando en el Instituto Libertad y Desarrollo.

“Partí a defender mi tesis doctoral con 7 meses de embarazo”, cuenta orgullosa.

Reconoce que ser de provincia le ha permitido tener miradas distintas frente a muchos temas, como el indígena –entre otros porque estudió un tiempo en una escuela pública en medio de una comunidad mapuche- o la regionalización.

“Cuando llegas a Santiago la ciudad se te hace muy adversa, en un principio, entonces tienes que ser busquilla para sobrevivir; no tienes redes de apoyo, las tienes que armar. Además los mundos en provincia son más pequeños y diversos, se topan más; acá en Santiago vives más encapsulado”, dice.

-¿Tu ascendencia alemana te ha definido?
“O sea, siempre he sido la gringa; por algo me fui a Alemania…”

-¿Y eres estructurada, seca?
(Se larga a reír con ganas) “No soy nada estructurada. Es verdad que la educación que me dieron mis padres me definió, es una forma de vida muy alemana aunque llevamos generaciones viviendo en Chile y de hecho, en Alemania nunca me sentí en casa, siempre me sentí extranjera.
“Ordenada no soy (sigue riéndose), el otro día se subió a mi auto Axel Buchheister (colega abogado de LyD) y quedó sorprendido con todos los papeles tirados. Soy súper volada, un desastre, pero hay otras cosas en la que sí soy alemana como ser puntual, para trabajar sí soy estructurada, persistente. Bueno, también tengo mucha sangre rusa, entonces son esos ancestros los que se me escapaban… bailar arriba de la mesa y todas esas cosas, ese es mi problema”.

-¿Tus gustos por dónde van? ¿Unas sopaipillas o un strudel?
“Las dos cosas (más risas), me encanta la cazuela, pero también la comida alemana. En el colegio bailaba cueca y todos los vals alemancitos”.

Suma a eso comer chocolate, sentarse a alguna hora del día a leer un libro acompañada de música clásica y escarparse al sur, a ver llover. Y aunque eso la tira fuerte –“me encanta volver a eso”- nunca se proyectó como una tradicional ona alemana al lado de la cocina a leña. “En eso mis hermanas me subsidian harto, yo tendría poco talento”, confiesa.

Hoy, a los 33 años, con dos niños de 3 años y 8 meses, reconoce que una de sus prioridades es poder compatibilizar sus roles de madre y profesional. Por tal motivo aceptó la oferta de regresar al LyD en marzo de 2008, después de casi 3 años en la Universidad Adolfo Ibáñez donde fue profesora de la Escuela de Gobierno. Estar en los cerros de Peñalolén la hacía sentir muy lejos de cualquier emergencia familiar.

-¿Muy potente tu rol de madre?
“Es algo que me acompaña todos los días. Si me tengo que definir, Ena Von Baer es una mujer que trata de poner bajo un sombrero el ser profesional y ser buena madre. No soy de esas mamás culposas, pero sí quiero ser una buena mamá y creo que hay algunos roles que las mujeres cumplen mejor que los hombres; de hecho mi marido me manda a dormir lejos para que no escuche a la guagua llorar y la escucho igual.
“Me fascina mi trabajo, entonces, trato de encontrar un equilibrio. Trato de estar presente con los niños, porque lo paso bien con ellos, pero me encanta también mi trabajo. Es como mi meta de todos los días”.

-¿Cómo manejas la sobreexposición que te da ‘Estado Nacional’?
“Es que nunca lo vi así; ahí se nota que no soy periodista. Hasta el día de hoy no percibo muy bien qué significa hasta que de repente alguien me saluda en la calle y es como ahhhh”.

Y se apura, con una carcajada, a aclarar que todavía nadie le pide un autógrafo.




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