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Contra la corriente

17 de Julio de 2008 | 10:00 |
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Un ejecutivo chileno, de 43 años, se quejaba hace poco de que su mujer está cansada de escuchar las “agresiones” de amigas y conocidas que critican el hecho de que hubiera optado por ser madre tiempo completo para cuidar a sus tres hijos.

Con cierto enojo, lamentaba que ellas permanentemente le cuestionaran su opción y la presionaran a salir de la casa y retomar su trabajo como parvularia, su profesión.

Esto que parece un contrasentido en el Chile de 2008, ya es tema en algunos países europeos, donde las tasas de natalidad han alcanzado cifras del 1,3, como el caso de Alemania.

Es precisamente en ese país donde la periodista Eva Herman destapó la olla hace dos años, cuando en mayo de 2006 cuestionó a través de una columna la aplaudida y fomentada emancipación femenina.

La reacción entre los lectores fue, en su mayoría, negativa, por lo que ella –a los pocos meses- publicó un sugerente libro bajo el título “El principio de Eva”, donde reflexiona sobre la desvalorización que hace la sociedad actual de la labor de madre y esposa.

El libro acaba de llegar a nuestro país traído por Ediciones B y adelanta el debate, porque está claro que Chile va mucho más lento. Los países que se cuestionan estos temas no tienen problemas en orden a la participación de la mujer en el mercado laboral y por eso vienen de vuelta. En cambio, nosotros estamos aún haciendo esfuerzos por abrir espacios para la mujer que a penas alcanza un 38% de la fuerza laboral.

Herman cuestiona cuál es el precio que pagamos las mujeres por emanciparnos y asegura que quien osa plantearse la pregunta es considerado un traidor de la causa feminista.

En sus palabras ella aboga por la libertad de elección de las mujeres, es decir, la opción de escoger entre ser una profesional montada en una estresante carrera o una vida familiar igualmente satisfactoria.

Como argumenta en “El principio de Eva”, “la madre en el último puesto de la jerarquía social”, lo que de paso califica una estupidez.

Eva Herman dispara directamente a dos principios fundamentales que sostienen la presión social por que la mujer desarrolle una carrera fuera de la casa. En palabras simples desacredita el axioma de que la realización personal pasa por tener y desarrollar un trabajo. “Esta teoría es responsable de que millones de mujeres hayan tomado el camino equivocado”, argumenta.

El otro principio que ataca es aquel que plantea la igualdad de hombres y mujeres, lo que a su juicio es una de las ideologías más funestas del presente.

La autora, en una avezada teoría, plantea de paso que las mujeres se están masculinizando porque para alcanzar metas exigentes comienzan a producir más testosterona, la hormona del hombre. Esa es la única forma como podrían seguir adelante con una vida agitada y competitiva.

“El cambio de roles es el responsable del proceso de disolución de formas sociales como el matrimonio y la familia. Junto con la pérdida de la femineidad, el deseo de casarse y formar una familia pasa a segundo plano”, sostiene esta periodista que podría engrosar las filas más conservadoras y ortodoxas, pero cuya biografía acumula tres divorcios y tres hijos de distintos padres. Al igual que muchas mujeres ella comenzó cuando se quedó por primera vez embarazada a los 32 años.