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El duelo en la adolescencia

28 de Julio de 2008 | 09:40 |
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En la adolescencia, la noción de muerte es igual a la de adulto, pero el adolescente siente la necesidad de crear su propia filosofía de la vida. Quiere comprender lo que la muerte significa para él y para su vida futura. Muchas veces el joven, aunque sufra intensas emociones, no las comparte con nadie, porque se siente, de alguna manera, presionado a comportarse como si se las arreglara mejor de lo que realmente lo hace, especialmente si es el mayor de los hermanos. Teme que si expresa su dolor pueda verse como una señal de debilidad.

Este tipo de conflictos puede tener como resultado que el adolescente renuncie a vivir su propio duelo (duelo aplazado o congelado). Es necesario ayudar y facilitar las distintas etapas que son necesarias en la elaboración de un duelo tales como el impacto o shock inicial, negación, rabia, profundo dolor y, finalmente, aceptación.

Ante la pérdida de un ser querido, la reacción normal es con frecuencia un síndrome depresivo típico: estado de ánimo bajo; sentimiento de culpa centrados en lo que el joven podría haber hecho o en lo que no hizo al momento de la muerte del ser querido; ideas de muerte, es decir, pensamientos en torno al deseo de haber muerto en lugar de la persona pérdida o de haber fallecido con ella; pérdida de peso; insomnio; abandono del interés por los estudios.
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El adolescente es particularmente vulnerable a sentir culpa, por ejemplo, cuando muere uno de sus padres, puede considerar que el haber tenido diferencias y discusiones con él significan no haber sido buen hijo, a pesar que es habitual -durante la adolescencia- tener diferencias con las figuras paternas y el dejar de idealizarlos. Cuando ocurre la muerte de un hermano la culpa puede tener relación con los celos y la rabia que le provocó la atención que se le dio al hermano, sobre todo si se trataba de una enfermedad.

A veces, para evadir la realidad y el dolor el adolescente va en exceso a fiestas, sale hasta tarde en la noche, puede sacar la rabia mostrando altos niveles de violencia con otros. Producto de las emociones encontradas, algunos adolescentes no saben ni pueden manejar sus sentimientos y pensamientos, llegando con ello a perder el control de sí mismos.

Creen que la vía más fácil y rápida para solucionar sus problemas es hacerse daño mental o físico, a través del abuso de drogas, alcohol, sustancias prohibidas e incluso provocarse la muerte. Esta actitud de que, aparentemente, las cosas poco le importan, es en realidad un intento desesperado de llamar la atención del resto de los seres queridos que lo rodean.


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