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Toby v/s Lulú

Las respectivas reuniones que se hacen sólo entre hombres, o sólo por mujeres, son una necesidad que permite relajarse, decir lo que se quiera y sobre todo, hablar del sexo opuesto.

28 de Julio de 2008 | 08:58 |
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¡No entran niñas! Es una ley.
Los hombres han quedado en juntarse y es mejor no perder el tiempo inventando excusas o poniendo las mejores caras para ser parte de la reunión. Es simple: mujeres no. Luego del partido de fútbol, que puede ser una pichanga o visto por la televisión (la pasión es la misma), los miembros de este club siguen los ritos de cada sesión, cual grupo de masonería.

Tras ponerse al día sobre sus respectivos trabajos, hacer un resumen deportivo, al estilo del noticiero dominical, y realizar un catastro de modelos de autos habidos y por haber, el más sensible del grupo lanza a la mesa el tema “mujeres”.

“Ahí se da inicio a un completo análisis (…) de las féminas del cine, la televisión y la farándula. Muy común es que todos analicen a las minas de programas juveniles y farándula, aunque todos nieguen ver los programas”, dice Jorge (27), quien ya ha examinado las dinámicas de estas reuniones tan especiales.

Como un código de honor implícito en el club, Jorge asegura que está estrictamente prohibido referirse a las parejas de los presentes, sólo aceptándose “ocasionalmente tallas sutiles” y si existen féminas conocidas por los asistentes, como amigas en común o compañeras de trabajo, éstas son analizadas físicamente, psicológicamente, en términos de cuán simpática es, e incluso el tema de su vestimenta pasa a ser un punto a tratar en la tertulia varonil.

“El ‘club de Toby’ es como una institución, que invita a la cerveza, al asado, al fútbol”, explica la psicóloga de la Universidad Andrés Bello, Tatiana Guillón, quien agrega que instancias como éstas permiten la distensión de las personas, en un entorno en el que está permitido decir lo que se quiera y donde “se terminará hablando de mujeres, porque así como está el asado, la cerveza y el fútbol, está el tema de las mujeres”. El club “es un emblema”, sentencia.

Por otro lado, Guillón estima que en general, lo que se puede llamar el “club de Lulú”, tiene muchas más razones que lo conforman, debido a que las mujeres no tienen tan marcado el sentido de fraternidad que puede existir en un grupo de hombres, por lo que los motivos que las llaman a unirse estarían más ligados a necesidades, al apoyo, cariño y comprensión.

“Si no nos sentimos entendidas por los hombres, buscamos la comprensión en las amigas. Pero ahí aparece un abanico infinito de necesidades de lo que puede significar en una mujer el juntarse a conversar (…) Mientras que para el hombre, el ‘club de Toby’ es un lugar, para las mujeres es una actividad”, afirma la psicóloga.


¡Galla!
Amigas para la salud
Un estudio del 2002, llamado "Female Responses to Stress: Tend and Befriend, Not Fight or Flight" (Respuestas femeninas al estrés: Cuidar y hacer amistades, no pelear o escapar), de la Universidad de California (UCLA) asegura que cuando la hormona oxitocina es liberada como respuesta al estrés femenino, las mujeres, en vez de pelear o escapar, prefieren cuidar niños o reunirse con las amigas. Esto liberaría más oxitocina, contrarrestando el estrés y produciendo un efecto calmante.
Este hecho no ocurriría en los hombres, ya que la testosterona, hormona producida en grandes cantidades en momentos de tensión masculina, parece reducir el efecto de la oxitocina.
Otro estudio, el de “Salud de Enfermeras” de la Escuela de Medicina de Harvard, indicó que mientras más amistades tenía una mujer, menores serían las probabilidades de desarrollar impedimentos en su vejez y más opciones tendrían de gozar la vida. En este análisis realizado el año 2000, los investigadores concluyeron que el no tener amistades cercanas es tan perjudicial para la salud como el sobrepeso o el tabaco.

Un mensaje se asoma en la bandeja de entrada: “Oye, estuvimos hablando con la Maida de la necesidad de juntarnos, conversar y pelar”, reza el mail que Sofía envió. Sí, es una ne-ce-si-dad. En un par de semanas pasan tantas cosas, y la lengua no aguanta mucho mordida, para no contar nada por teléfono y no arruinar así la satisfacción de poder narrar las cosas con lujo de detalle, representando como la mejor actriz los tonos de voz, los gestos e imitaciones varias, frente a las miradas atentas de las amigas.

Es un jueves por la tarde, y los carteles de happy hour escrito en pizarrones pequeños a las afueras de los bares gritan por una velada de aquelarre. Antes de abandonar la oficina, y tras algunos mensajes de texto, la estrategia está resuelta. Esta noche habrá reunión en el Club de Lulú, en el bar de siempre.

Las excusas no importan. Desde un ascenso en el trabajo, hasta un nuevo corte de pelo. Si no existen las razones para juntarse con las amigas, se inventan. Lo importante es mantener el contacto y encontrar ese refugio en el que se puede hablar de todo.
Un ejemplo:

“Ayer me junté con las amigas del trabajo (…) Pelamos a cada uno de los hombres de la oficina y le pusimos nota a su ropa”, dice Teresa (26). Para ella, la ausencia de un ser masculino entre los asientos del pub le da la libertad de hablar de lo que sea, sin sentirse intimidada por el reproche varonil.

No sólo eso. Una reunión de mujeres puede resultar una verdadera visita al ginecólogo, a un asesor de vestuario o un diseñador de interiores, gracias a los datos que pasan de boca en boca, con el único objetivo de llegar hasta estas reuniones, en que como nunca la mujer toma nota mental (a veces ya de plano las anota o pide que le manden el mail con la información) para aprovechar el consejo que le da la amiga. ¡Cómo no confiar!

“Hay temas que sólo se tocan en estas instancias, por la indulgencia que otorga la amistad… La posibilidad de decir algunas verdades sin costo, escuchar la de los otros y constatar de que no somos tan fallidos, espiar al otro en sus bajezas y sentirse comprendido por eso (…) Es una necesidad encontrar espacios que tengan esta características de apoyo, de comprensión”, resume Guillón.

Ante la similitud entre ambos clubes, lo cierto es que los de Toby jamás entenderán por qué ellas van al baño juntas.