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“Todas las cosas que he hecho han sido solito y remándola”

15 de Julio de 2008 | 10:10 |
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Cuando Ignacio Kliche Longardi recuerda su patria se llena de nostalgia. Desde hace 11 años que comenzó con sus viajes por el mundo, debiendo dejar parte de su familia y sus amigos en Montevideo. Aún extraña a Junior, su rottweiler, que debió quedar al cuidado de su madre en Uruguay.

A veces, la melancolía ha irrumpido fuerte en la vida del modelo. Como el año pasado, cuando de improviso decidió tomar un avión y partir a ver a su gente. “Llegué las 11 de la noche un domingo y el miércoles, de mañana, ya estaba trabajando en Santiago. Saqué a pasear a mi perro, comí una milanesa de mi madre, me junté con unos amigos, caminé por la rambla, me recargué de pilas y me vine”.

Aunque está desde el año pasado en Chile, no se acostumbra a la idea de vivir solo. De hecho, ha comentado antes que es una de las peores cosas por las que ha tenido que pasar, junto con el fallecimiento de un ser querido.

“Todos pagamos un precio por lo que hacemos, siempre. La vida tiene el sentido de humor de cobrártelo donde más te duele”, cuenta Ignacio, quien se describe como “una persona híper pegada a sus afectos, a su tierra”.

-¿Por qué te fuiste de Uruguay?
“Uruguay es un país maravilloso. Puede ser chico, pero es increíble. Lo que pasa es que llega un momento en la vida que uno aspira a ciertas cosas y allá es un mercado muy chico. Desde que empecé a trabajar estuve, prácticamente, en todos los canales de televisión, en todas las agencias de modelos, participé en un Mister Mundo y en una película de Hollywood. Todo, en un mercado muy chico. Entonces, cuando uno tiene ciertos sueños, si están fuera del país, hay que irse no más.

-¿Te viniste a Chile porque aquí están tu abuelo y tu papá?
“Sí, y porque estoy cerca de Uruguay. Quería quedarme quieto en algún lado, trabajar en mi disco, prepararme en el canto, en la actuación, y arriba de un avión no podés. Así que, después de 10 años de andar dando vueltas, dije: A ver, ¿qué querés hacer?, ¿A qué querés dedicarte? En Uruguay estaba bárbaro con mi familia, pero es un país muy chico. Entonces, me quedaba Buenos Aires, donde tengo muchos amigos o Santiago, donde tengo a mi padre, a mi abuelo, amigos y donde he venido toda mi vida… No había dónde perderse”.

-¿Te ves como tu abuelo, a los ochenta años, viviendo en alguna playa chilena?
“No sé. La verdad es que soy una persona que se proyecta hacia las cosas que quiere lograr, pero también he aprendido a vivir el día a día y disfrutar eso. La verdad, no sé lo que me deparará el destino. Ojalá llegue a viejo, para empezar. Creo que si llego a la edad de mi abuelo, ya sería un gran privilegio”.

-¿Ya te has hecho buenos amigos aquí?
“Sí, pero mis grandes amigos están en Uruguay. Mi mejor amigo fue mi primer amigo, que vivía frente a mi casa. Nos conocemos desde los dos años. Se llama Gonzalo y ha vivido una vida totalmente diferente a la mía. Desde pega, donde ha trabajado como maestro de construcción, barman… Pero nos conocemos desde esa época y para él siempre voy a ser Nacho. De repente no nos vemos por años y cuando nos encontramos es como si nos hubiésemos visto el día anterior. Yo sé que cualquier cosa que necesite, levanto el teléfono y él va a estar ahí”.

-¿Por qué has dicho en otras entrevistas: “Creo poco en los hombres y respeto mucho a las mujeres”?
“Creo poco en los hombres en el sentido genérico, porque desgraciadamente vivimos en una sociedad donde se ven caras y no se ven corazones. Es muy difícil. Va pasando la vida y te vas desilusionando... Con respecto a las mujeres, sí, las respeto por sobre todas las cosas. No quiero que suene cliché, valga la redundancia, pero no hay nada que ame más en la vida que a la mujer. Y creo que en muchos aspectos, es muy superior a los hombres”.

-¿En qué cosas?
“En la capacidad de amar. Para mí, el amor materno es el único amor incondicional que existe. El único. Los hombres somos más básicos en ciertas cosas”.

-¿Te han desilusionado mucho?
“Sí y creo que no hay peor cosa que la desilusión, que la traición. Cuando vos, como persona, te la jugás por algo o por alguien y te traicionan, es lo peor”.

-¿En qué aspectos de tu vida te has sentido traicionado?
“En todos los aspectos, mi reina. Uno se lleva desilusiones en todos los aspectos de la vida. Como de repente hay cosas que uno no espera y son grandes satisfacciones… El hecho de, por ejemplo, ir por la calle y que se acerque gente que no conocés, para felicitarte, para darte palabras de cariño o decirte algo lindo, que te vieron en tal lado… ’te salió lindo, qué bien lo hacés’ y vos te das cuenta que una persona que no te conoce, que te ve a través de un medio de comunicación, se toma tiempo de su vida, que es tan importante como el tuyo, para acercarse, felicitarte y darte una palmada de ánimo. Creo que la vida, Dios, o como lo quieran llamar, siempre da señales a las que uno tiene que estar atento. Puede que un día uno está bajón y se cuestiona todo, hasta que un desconocido se te acerca y te da una sonrisa y te dice: ’Vamos Nacho, de verdad te felicito’. Esas son grandes satisfacciones”.

Ignacio confiesa que lloró cuando vio “Corazón valiente”, una de sus películas favoritas. Aunque no se emocionó hasta las lágrimas con su libro preferido, “El Alquimista” de Paulo Coelho. Es que este modelo tiene una veta sensible que deja escapar entre sus poemas y canciones y una inclinación a la diplomacia, que logró desarrollar mientras estudiaba Licenciatura en Relaciones Internacionales en la Universidad de la República, allá en Montevideo.

“Acá en Chile me etiquetan… ’No, pero cómo va a actuar si es modelo’. ‘No, ¿y además canta?’Cuando me ofrecieron trabajar con la Vivi (Kreutzberger) como modelo, en un formato que nunca había hecho, con las menciones, me interesó la pantalla, Canal 13 y sobre todo que me conociera doña María y don José. No podía llegar diciendo: Perdón, yo soy Mister Mundo, trabajé en E! Entertainment Television y quiero un estelar… No, por más bueno que sea y por más cosas que haya hecho fuera, si en el mercado donde vos te querés quedar, doña María y don José no te conocen, a nadie le importa… Por eso es que trabajé como modelo, pero mis aspiraciones hoy por hoy van por otro lado, por la actuación, por la música… Lo cual no quita que pueda hacer modelaje”.

-¿Y qué pasó con Relaciones Internacionales? ¿Alcanzaste a ejercer la carrera?
“Tengo muchos amigos que se recibieron y que ya están trabajando, vinculados directamente, que me dicen: Nacho, mirá, lo que pasa es que vos ejerciste incluso antes de recibirte. Porque el hecho de representar a tu país en un certamen como Mister Mundo, donde sólo conocían Uruguay por lo que yo les decía, y después viajar y que preguntaran ’y el Mister Mundo, ¿de dónde es? De Uruguay’, es también hacer relaciones internacionales. Es realmente vocacional el tema de representar a tu país, de ser diplomático.
“El tema es que yo desde chico, cuando me preguntaban qué quería ser, decía embajador o diplomático, porque pensaba que estaban incluso por encima del Presidente. Entonces, mi concepto era cuanto más importante fuera a más gente podría ayudar. La carretera de diplomacia tiene mucho de política, tiene mucho de vinculación y la puedes ejercer desde los 35 hasta los 65 años, prácticamente. Así que, la veta artística, las posibilidades que te da cierta edad para hacer el modelaje, hicieron que optara por priorizar algunas cosas. Pero no descarto en el día de mañana ser diplomático, me encantaría”.

-Se puede ejercer desde los 35… ¿Tienes 30, cierto?
“Veintinueve, y la boca se te haga a un lado. Cumplo los 30 el 21 de agosto. Soy leo”.

-Has comentado que eres un hombre ordinario, al que le ha tocado vivir cosas extraordinarias. ¿De qué manera se podría identificar una persona común y corriente contigo?
“Por la simple razón de que a mí me pasan las mismas cosas que le pasan a esa persona. Extraño a mi madre, necesito tener a alguien que me quiera por quién soy yo, tengo las mismas necesidades… Los medios de comunicación, para los que no tienen acceso, son algo deslumbrante, pero yo que lo vi con mi padre y con mi madre, es un trabajo como cualquier otro. Mi ego lo levantan otras cosas: estudiar para un examen, romperme el lomo y que me vaya bien, prepararme para el Mister Mundo, no para que me dijeran que era el hombre más lindo. Estuve 6 meses entrenando 3 veces por día, comiendo pollo sin grasa, brócoli y agua sin gas. Eso la gente no lo ve, cree que todo me lo han regalado. Ah, vos sos el hijo de Fernando Kliche, vos tenés bonita sonrisa, claro, vos sí que la tenés fácil, y yo puedo asegurar que todas las cosas que he hecho han sido solito y remándola. El ser humano, a lo que desconoce le tiene miedo y lo trata de destruir o lo aísla”.

-¿También te pasa eso con las mujeres a la hora de buscar pareja?
“Hay muchos prejuicios al respecto (pone voz de galán). Si hablamos del apellido, bueno, ahí también”.

-¿Es cierto el mito urbano de que los Kliche son bien enamoradizos?
“¡Pero eso es algo bueno! El mito urbano lo único que hace es decir que amamos a las mujeres por sobre todas las cosas. Yo soy un enamorado del amor, de las mujeres, y creo que cuando te llega, te llega. He estado pololeando 2 o 3 años y cuando llega la persona indicada no hay nada mejor que vivir en pareja. No cambias estar con esa persona en la cama viendo un dvd, ni por la mejor fiesta en Ibiza, saltando con 70 mil desconocidos. Pasar por esta vida sin que una persona sepa quién sos vos, realmente, sería muy triste. Cuando encontrás a alguien con quien, realmente, vale la pena compartir tu tiempo en esta tierra, sos un afortunado”.

-¿Qué tipo de mujer buscas?
“Una que sea auténtica y que me quiera porque soy Nacho, no por la fama ni por la plata ni nada”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Yo soy fome para los vicios… No fumo, no tomo alcohol… Pero, si soy un tipo romántico, enamorado de las mujeres, se entiende cuál puede ser mi vicio privado, que es el más peligroso de todos los vicios” (se ríe).
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