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“Me gusta escarbar un poco en el dolor de la persona”

30 de Julio de 2008 | 08:49 |
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Fue en quinto básico que Matías recibió su primera guitarra, de manos de su madre, mientras estudiaba en el Verbo Divino. No fue por algo de tradición de su familia, donde “nadie toca ni el timbre”, sino que la intención de tan lindo presente fue, según sus sospechas, para que él se quedara más tiempo en el colegio, haciendo actividades extraprogramáticas. Eso lo dice un poco en broma, pero se pone muy serio para decir: “Se lo voy a agradecer toda mi vida, porque de ahí me puse a tocar guitarra y no paré más”.

Efectivamente, luego de la guitarra le siguió el bajo, con el que sacó el 2° lugar en el Festival de Alcántara, junto a su banda “Doña copa”. “Éramos cabros, estábamos como en segundo medio y después fuimos al Festival Coca-Cola, en San Carlos de Apoquindo y de nuevo volvimos a salir segundo. Ganamos plata y todo”.

Sus gustos musicales se han decantado por grupos como “The Cure” y el britpop en general, por su contenido “un poco gris y triste”, que le agrada e identifica. Aunque no deja de lado el trabajo de los nacionales, de los que rescata a Violeta Parra y a “Los Bunkers”.

Pronto recrearás la historia de “Los Prisioneros”, una de las bandas que más han marcado la música nacional. ¿Qué diferencias has visto entre la experiencia de ellos, en los 80’, con la tuya, con grupo musical de adolescentes en los 90’?
“Las diferencias son súper claras por el momento político que vivía el país. En los 80’ no había democracia y todo lo que significaba hacer música era algo mucho más combativo. En la época que me tocó a mí era algo mucho más libre. Nunca sentí alguna presión de ninguna parte. Para nosotros era lo que más nos gustaba hacer y teníamos facilidades porque el colegio nos prestaba las salas los fines de semana para ensayar o nos íbamos al campo del baterista, y nos encerrábamos en un frigorífico una semana tocando –bueno, sin frío- y lo pasábamos súper bien. En los 80’ era una cosa más de combatir lo que estaba pasando, de sacar todo lo que tenías dentro, con mucha rabia. Nosotros no teníamos nada contra qué luchar”.

Matías viene de vuelta. Está entrando, o más bien ya instalado en esa etapa post distorsión juvenil, para concentrarse en quién quiere ser él. “Viví un período de harto desorden… Carrete, vivir solo, tener parejas, una, otra y quisiera ya estabilizar un poco mi vida”.

Es por eso que ha regresado a la casa de sus papás, quienes le dieron una infancia armónica dentro de una “familia convencional”, como él la describe, con hartos hermanos y primos. “He vuelto a apegarme a mi familia. Estuve bien distanciado un tiempo de ellos, pero volví a descubrirlos y ellos a descubrirme a mí. Fue por una necesidad personal de estar rodeado de gente. Se me distorsionó mucho la cosa solo”.

Pero precisamente solo es como le gusta viajar a lugares como Medio Oriente y África.

¿Por qué solo?
“Es raro, pero es bonito eso. Me gusta estar solo y siempre que he viajado lo he hecho así. Me gusta tener esa libertad de hacer lo que uno quiere, de ir a donde uno quiera, conoces a más gente.
“Hace tiempo tengo planeado ir a México y a las ex repúblicas yugoslavas… Servia, Croacia, Montenegro, por la historia que tienen”.

-Es súper cruda esa historia…
“Sí, es que me gustan las historias de los pueblos que han sufrido por la guerra, como lo vi en el Líbano o en Israel. Me gustan los conflictos humanos que se producen en la guerra. Es como lo peor que puede pasar”.

-Con lo de britpop y esto pareciera que te gusta la tristeza…
“No es que me guste andar amargado por la vida, al contrario, pero me gusta escarbar un poco en el dolor de la persona”.

¿De qué otra manera lo haces?
(Se ríe) “De ninguna otra”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Ahora ya no tengo ningún vicio. Los he dejado todos, pero uno que aún mantengo es ir a recitales. Es lo que más me gusta. Voy a ver a todos los grupos que vienen. Aunque mi favorito (‘The Cure’) no ha venido, sí voy a ver siempre a ‘Los Bunkers”.