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Escolares que fuman marihuana tienen daño en la concentración, atención y memoria

Un estudio de la Facultad de Medicina de la U. de Chile midió por primera vez el impacto cognitivo que produce el consumo de marihuana en estudiantes de educación media no adictos.

20 de Agosto de 2008 | 11:41 |
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Se asocia a relajo y buena onda. La mayoría cree que es más inofensiva que el cigarrillo y el alcohol. Sin embargo, la marihuana deja una huella, tanto en el cerebro como en el rendimiento académico.

Un estudio realizado por especialistas de la Facultad de Medicina de la U. de Chile muestra por primera vez que "entre los adolescentes que consumen marihuana al menos cuatro veces al mes, se produce un deterioro significativo en algunos tipos de memoria, en la atención y en sus estrategias de ejecución, todas ellas habilidades involucradas en el aprendizaje escolar", asevera la psicóloga María Elena Gorostegui, coautora del estudio y subdirectora de la Escuela de Psicología de la Academia de Humanismo Cristiano.

Los resultados de la investigación se presentaron en el "Congreso Internacional de Patología Dual, Conductas Adictivas y Otros Desórdenes Mentales", que concluyó en Madrid.

Cazando mariposas

"Lo meritorio de este estudio es que nunca antes se había investigado el efecto de la marihuana en una población no consultante", destaca la psicóloga Anneliese Dörr, investigadora principal y académica de la Facultad de Medicina de la U. de Chile. Es decir, los jóvenes estudiados son escolares que hacen una vida normal y cuyo consumo no es causa de trastornos que hayan justificado visitar a especialistas de la salud. Pese a ello, las investigadoras descubrieron que la marihuana sí ha tenido un impacto en ellos.
Consumo
15% de los escolares de 8° a 4° medio ha consumido marihuana el último año, según el Conace (2006). Sólo considerando 4° medio, la cifra es de 27%.

El estudio abarcó a 304 alumnos de tercero medio de tres colegios de la Región Metropolitana: uno municipalizado, uno particular subvencionado y uno particular, lo que permitió abarcar los grupos socioeconómicos bajo, medio y alto. De ellos, el 14% había fumado marihuana cuatro o más veces en el último mes, cantidad que en el estudio los hizo calificar como "consumidores".

Dörr agrega que "esto fue como salir con una red a cazar mariposas, porque seleccionamos sólo a aquellos estudiantes que hubieran consumido exclusivamente marihuana y ninguna otra droga". Por cada uno de ellos se identificó a un compañero del mismo curso que no fuera usuario de drogas, de manera de conformar el grupo de control.

A los escolares de ambos grupos se les aplicó individualmente una batería de tests que miden eficiencia y funciones cognitivas (ver recuadro).
Uno de estos últimos (Rey) consiste primero en copiar una figura conformada por diversos trazos geométricos y luego de 15 minutos dibujarla de memoria. El promedio esperable son 22 puntos.

En este test, los escolares no consumidores tuvieron un puntaje promedio de 24,6, mientras que los consumidores de marihuana obtuvieron 17,5.
Al evaluar las estrategias empleadas para copiar el dibujo, el 33% de los no consumidores siguió el estilo de trabajo de un adulto (preciso, veloz y bien planificado, lo que implica atención y concentración).

Entre los consumidores, en cambio, el 21% siguió este estilo, mientras que el 49% recurrió a una estrategia de ensayo y error que se considera más infantil. El 38% de los no consumidores empleó esta estrategia.

"Esto indica que en casi la mitad de los consumidores están disminuidas las capacidades que permiten, por ejemplo, organizar material o planificar un trabajo", explica Gorostegui.

Dörr agrega que "hay un daño en la memoria inmediata y, al verse afectadas las funciones ejecutivas, también se afecta la motivación y la voluntad para actuar".
Otra de las pruebas (Benton) consistía en memorizar y copiar 10 láminas con tres dibujos geométricos cada una. Este test permite sospechar la presencia o ausencia de algún defecto orgánico o patología cerebral que esté interfiriendo en la inteligencia.
Los tests
Los escolares consumidores y los del grupo control debieron realizar los siguientes tests:
Dominó 48: mide coeficiente intelectual.
Figura Compleja de Rey: mide habilidad de jerarquizar y organizar información visual y entrega indicadores del funcionamiento mental del sujeto.
Test de Benton: mide la eficiencia intelectual actual a partir de la capacidad de atención, concentración y retención inmediata.
Prueba de palabras de Luria: evalúa la capacidad de la persona para entender y memorizar el significado de información recibida auditivamente. En este test no se detectaron diferencias entre los consumidores y los no consumidores.

En este caso, los no consumidores promediaron 8,8 puntos, de un total de 10. Los consumidores, en tanto, tuvieron un puntaje promedio de 7,7. Al medir los errores cometidos en la prueba, los consumidores se acercaban a 5 puntos y los no consumidores a 3.
"Todas estas diferencias son significativas a nivel estadístico", señala Anneliese Dörr.

María Elena Gorostegui agrega que "todas las funciones dañadas están involucradas en el aprendizaje escolar. Si a eso se le suma el síndrome amotivacional asociado al consumo, el problema es grave para los jóvenes y para el sistema educacional".

Exigencia académica

Uno de los hallazgos que llamaron la atención de las investigadoras es que los escolares que consumen marihuana tienen expectativas más bajas sobre su probabilidad de éxito académico. El 21% cree que es muy probable que siga estudios universitarios, cifra que aumenta a 43% entre los no consumidores.

Además, indica el estudio, los consumidores perciben que en el colegio hay menor exigencia académica y disciplinaria.
Por ejemplo, mientras el 33% cree que sus profesores no castigarían el consumo de marihuana, esta percepción la tiene sólo el 10% de los no consumidores.

Asimismo, quienes emplean la droga "reportan que se les exige poco y que hay más desorden en la sala de clases. Tienen más inasistencias y repitencias, no se relacionan bien con los profesores y sus calificaciones son significativamente inferiores a las de los no consumidores", dice el estudio.

"Todo el estudio muestra que la marihuana ataca funciones cognitivas en un momento de la vida donde más se necesitan para tener un buen desempeño académico y seguir una carrera", señala Anneliese Dörr. Por eso, agrega, "quienes están expuestos a consumirla deben saber los riesgos que realmente corren".

Riesgo invisible

Uno de los factores que llevaron a las psicólogas a iniciar su investigación fue la constatación de que para los jóvenes hay una muy baja percepción del riesgo asociado al consumo de marihuana. De hecho, el estudio mostró que el 74% de los consumidores de marihuana desaprueba el consumo excesivo de tabaco, pero sólo el 7% desaprueba el consumo frecuente de marihuana.

Entre los no consumidores la tendencia es similar: mientras el 66% desaprueba el consumo excesivo de alcohol, el consumo frecuente de marihuana es rechazado por el 26%.

Las psicólogas señalan que esta baja percepción de riesgo puede deberse en parte a que la amplia publicidad sobre los peligros del cigarrillo y el alcohol no tiene contrapeso respecto de los efectos de la marihuana.

Las huellas de la droga tiñen de azul el cerebro

En fumadores de marihuana hay zonas críticas del cerebro que no se irrigan adecuadamente.
Un azul, para los escolares que fuman marihuana, no es una buena señal. No cuando se trata de la huella que deja el consumo de esta droga en el cerebro.

En un examen de neuroimagen destinado a detectar el estado de la irrigación cerebral, "las zonas donde se observa un color azul o celeste tienen 95 a 97% de probabilidad de que su función esté reducida", explica el doctor Ismael Mena, experto en el estudio de neurotoxicidad por drogas y asesor del estudio de la U. de Chile.

A partir de investigaciones previas, señala que si se compara un cerebro normal con el de un usuario de marihuana, una de las zonas que se tiñen de azul es la corteza prefrontal, asociada a la capacidad de planificación y trabajo con propósito.

El azul también delata un compromiso del lóbulo temporal, "donde radican funciones como la memoria reciente y la capacidad de iniciar actividades", dice Mena.

Los efectos sobre el cerebro son aún mayores si se fuma marihuana prensada o "paraguaya", en cuyo procesamiento se emplea neoprén (ver infografía).
El tiempo o cantidad de marihuana necesarios para producir un efecto como el observado en las imágenes depende de la susceptibilidad de la persona a la toxicidad de la droga. "De ahí que sea impredecible el efecto que se está produciendo en cada persona", agrega, descalificando con esto la afirmación del 51% de los escolares consumidores que sostienen que "fumar marihuana no tiene riesgos".

El 81% de ellos y el 47% de los no consumidores también se equivocan cuando aseveran que "las personas que fuman marihuana pueden dejar de hacerlo cuando quieran". El doctor Daniel Seijas, experto en adicciones de la Clínica Las Condes señala que "en más de 40% de las personas en tratamiento por consumo de drogas en Chile, la principal causa es la marihuana".
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