La cifra no deja de sorprender. Pese a que aún no está claro cuál es la razón que explica el fenómeno, es un hecho que, en Chile, en la última década y media, la brecha salarial entre hombre y mujer se ha acortado. Y bastante, porque en 1990 era de un 38% y el 2006 alcanzaba el 22,8%.
La ministra de Planificación, Paula Quintana, afirma que el motivo se encuentra –en parte- en el discurso concertacionista contra la discriminación y aclara que la meta, incluida en los Compromisos para el Milenio de la ONU, se cumplió antes de lo presupuestado.
La personera no es para nada autocomplaciente, pero destaca los avances en materia de seguridad social que redundan en directo beneficio de las mujeres y los sectores más vulnerables. “Si bien hemos tenido una disminución de la pobreza, todos los instrumentos nos indican que el 35% de la población del país, alguna vez, ha caído en situación de pobreza, por lo tanto, estamos diseñando un sistema de protección social que está orientado al 40% más vulnerable de la población, es decir, los dos primeros quintiles”, explica.
Uno de los elementos que apunta en la dirección anterior es la reforma previsional ya en marcha donde se reemplazó la pensión asistencial por la Pensión Básica Solidaria que implica recibir, en vez de $ 48 mil, 60 mil pesos; además de garantizar que el 40% de las familias que están fuera del sistema reciban un subsidio por cada mujer embarazada e hijo menor de 18 años en el hogar.
-Las cifras indican que casi el 48% de las mujeres en los sectores más pobres es hoy jefa de hogar. ¿Es un avance que aumente la tasa de jefas de hogar?
“Lo que indican nuestros estudios es que ser jefa de hogar es un factor más de vulnerabilidad. La encuesta Panel Casen (sustentable en 10 años la misma muestra) detectó que un factor de resistencia para salir o caer en la pobreza es ser mujer jefa de hogar. Lo que debiéramos considerar un avance es tener un sistema de protección social orientado a protegerla para que esa condición no sea causa de discriminación y además, que pueda contar con los ingresos necesarios para mantener bien el hogar y en condiciones dignas de trabajo.
“Efectivamente, tenemos una presencia importante de jefatura femenina en los primeros deciles de ingresos y particularmente, en quienes se encuentran en situación de extrema vulnerabilidad; esto ha ido aumentando y es un fenómeno social que tiene que ver con factores culturales, respecto de los cuales hay que estar preparado para dar respuesta. Se suma que tenemos un incremento en la tasa de participación laboral de las mujeres y eso también se debe a los procesos culturales y económicos…”
-De las crisis…
“Sí, cuando hay una situación económica más delicada, las mujeres que estaban en la casa ingresan a la fuerza de trabajo y esta vez no es la excepción; el impacto de la inflación puede incidir en este incremento, pero también se trata de un incremento sostenido en los últimos años”.
-Se está llegando a una tasa de casi el 40% de participación femenina en el mercado laboral
“Sí, en el ’90 era casi de un 30% y en el 2000, casi un 38% y ahora nos acercamos a un 41,8%”.
-Pero esa cifra no es halagadora cuando se sabe que muchas de esas mujeres están o en empleos precarios o definitivamente informales.
“Bueno, por eso hay que mirar el dato; saquemos la foto y veamos qué pasa. Que tengamos un incremento de la presencia laboral femenina es, primero, algo deseable; la definición de política pública es que ingresen al mercado del trabajo y que ingresen a un trabajo decente, de calidad y bien remunerado. Aún así, somos un país que tiene una tasa menor de participación comparada con otros como Brasil donde es más de un 48%, en casi todos los países llega al 50%. Por eso hay que observarlo, porque en los otros esa participación se da mayoritariamente en un mercado informal, y en nuestro país es más formal.
“También hay que ver que la participación laboral está condicionada por la situación socioeconómica y eso hay que verlo para ver si se considera esto como algo exitoso o no. La participación de la mujer es totalmente distinta entre el primer y el quinto quintil; en el primero es casi de un 27,5, mientras que en el último es de un 59,9%. Si se juntan los tres factores (jefatura de hogar femenina, mayor participación laboral y situación socioeconómica) nos dicen que la jefatura es más frecuente en el primer quintil de ingreso donde justamente la participación laboral es menor y hacia allá hay que orientar los instrumentos de política pública para conseguir que las mujeres más pobres, de menores ingresos que tienden a ser más mujeres solas, puedan tener un empleo”.
-La situación de vulnerabilidad jefas de hogar que salen a trabajar suma otro efecto negativo que es el abandono de los hijos. Aunque se ha ampliado la cobertura de salas cunas, éstas no funcionan en horarios de madres trabajadoras y es sabido que son usados por madres que no salen de sus casas.
“La decisión de contar con un programa de incremento de salas cunas que ha sido exitoso y va en la dirección de contar con salas cunas que atiendan hasta las 19 hrs. como los de la Junji; el problema se da con los jardines infantiles que atienden hasta las 16 horas o el mismo sistema escolar. Esto se ha hecho pensando en que las mujeres puedan dejar a sus hijos tranquilas cuando van a trabajar o a estudiar porque se trata de que ellas participen en el mercado del trabajo, pero también que terminen sus estudios”.
-Se mantiene el tema de una matrícula llena de niños con madres en sus casas.
“Es que se trata de un incentivo. Tienen prioridad el 40% de las madres más vulnerables que tienen acceso gratuito al programa; después vienen las mujeres que trabajan y que estudian, ellas tienen prioridad en el ingreso, pero tampoco se le puede negar la posibilidad a una mujer que no trabaja, que está buscando trabajo, poder dejar a sus niños en la sala cuna. En este segmento, hay una presencia importante de mujeres que están incorporándose por primera vez a la fuerza de trabajo”.
-¿En los grupos más vulnerables, la madre recurre a la sala cuna o, simplemente, deja al hijo en la casa?
“Recurre en búsqueda, lo están haciendo por una sala cuna o un jardín infantil y por eso, la decisión de dónde se van a ubicar las próximas salas cunas y la ampliación de los jardines infantiles está definido por la demanda de las mismas mujeres en esos mismos centros o municipalidades. Por eso, el objetivo de llegar a 3 mil 300 salas cunas en 2009 y a 4 mil 200 el 2010 con el propósito de dar respuesta a la demanda que no está cubierta”.
-Pasemos al tema de brecha salarial, ¿qué explica la caída?
“Estamos trabajando –en distintas líneas- por la incorporación de la mujer al trabajo, pero no cualquiera, sino al trabajo decente y eso incluye a igual trabajo, igual remuneración. Esa reivindicación que se han planteado algunos movimientos y que respaldamos porque corresponde a una equidad en derechos humanos tiene que ver con eso”.
-¿Cómo se logra si no hay una ley? Hay un proyecto solamente y ya se consiguió rebajar la brecha.
“Porque tenemos un discurso cultural, instalado desde inicios de la democracia, respecto a contar con un país más justo e igualdad de oportunidades. Para eso nos preocupamos de contar con institucionalidad preocupada del asunto como el Sernam y de contar con políticas ad hoc que obliga a los servicios a adoptar medidas, pero esto también genera cambios culturales porque la sociedad comienza a entender que se requiere contar con ese capital humano fundamental que no sólo va a hacer bien su pega, sino que va a contribuir con el desarrollo del país. Existe, cada vez más, una detección de las potencialidades de la mujer como trabajadora eficiente y de ahí que se le contrate con una buena remuneración”.
-¿El cambio cultural es la explicación o también lo son políticas que reducen el costo de la maternidad para las mujeres como las salas cunas?
“Habría que verlo, porque la ampliación de cobertura se da desde el año 2006 hasta la fecha; podría incidir a futuro a acelerar el proceso”.
-Este sigue siendo un tema, nadie ha liberado a la mujer del costo de la maternidad.
“Sí, tenemos una convicción de que tiene que existir una responsabilidad social de la maternidad y cuando hablamos de ello, apuntamos a que no sólo lo tiene asumir la mujer, sino la pareja y la familia en su conjunto –compartir roles-; las empresas y el Estado. En el caso de la pareja hemos avanzado con la campaña respecto de igualdad de derechos; en cuanto a las empresas hemos avanzado en la legislación con el derecho de amamantamiento y creemos que se debe avanzar en cuanto a la obligación de sala cuna”.
-La comisión Meller tiene distintas propuestas respecto de qué hacer con la norma de las 20 trabajadoras.
“Exactamente, está en proceso de análisis en el Comité Interministerial porque sabemos que muchas empresas sacan distintos RUT para alcanzar sólo a las 19 mujeres y no cumplir con la ley. Eso se tiene que modificar con conciencia social y la obligación legal.
“Y en cuanto al rol del Estado, debe asumir la protección social para los sectores más vulnerables. En todo caso, tenemos que seguir avanzando porque nuestro objetivo es que se anule la brecha, que no exista”.
-¿Es eso posible? Ningún país, incluso los nórdicos, lo ha logrado.
“Es posible, es cierto que tenemos que mirar a los otros, pero también es cierto que hemos hecho un camino súper distinto. La reducción de la brecha y la incorporación laboral de la mujer se ha dado de una manera mucho más acelerada que los países del primer mundo; ellos tuvieron décadas para adaptarse, nosotros, en un trayecto mucho más corto”.
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