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“Todos los años hay que estar demostrando que estás vigente, y es absurdo”

10 de Septiembre de 2008 | 13:53 |
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La carrera en el mundo de la moda de Luciano Brancoli partió con el pie derecho. Luego de haber vestido a Raquel Argandoña con los trajes más llamativos, en su pifiada participación como jurado del Festival de Viña, el diseñador mostró ante todo Chile su trabajo, a través de un programa de TVN, allá en el año 1982, conducido por Antonio Vodanovic y que tenía como artista invitado a Chayanne.

“En ese tiempo, Chayanne usaba un jopo, ahora está más refinado, pero cuando me dijeron que iba a cantar, yo dije: ‘¡Qué chulo!’ Lo encontraba el colmo. Se lo dije un día que estuve con él, hace poco (se ríe)”.

Luego vino una muestra de transparencias en “Sabor latino”, demostrando que ya era un personaje consagrado del diseño de vestuario nacional, por lo que no tardó en convertirse en el hombre detrás de los atuendos de las mujeres más mediáticas de la escena ochentena chilena.

Pero Luciano, hoy también director de la Escuela de Diseño de Vestuario del Instituto Aiep, recuerda con cierta nostalgia romántica sus años de fotógrafo, cuando trabajaba para la revista Paula, sacando fotos de moda. Fue a parar a ese oficio, buscando financiamiento para costear su carrera de publicidad, la que estudió tras retirarse de arquitectura.

El diseño de vestuario lo cautivó en Madrid, donde se encontraba estudiando diseño de interiores en la Complutense, como becado. Pero un día, las vueltas de la vida y los buenos contactos lo llevaron a crear diseños para la mismísima Raffaella Carrà.

“Ahí pensé que si esto me gustaba, lo iba a estudiar. Saqué una beca para Italia y seguí con el vestuario. En la tienda Sposabella me pidieron que hiciera vestidos de novia, pero yo dije: ‘Ah, no… Vestidos de novia no voy a hacer nunca en mi vida. Y me pilló la vida haciendo vestidos de novia (se ríe)”.

-Uno de los últimos que se han conocido fue el que le hiciste a Marlen Olivari, que no estuvo exento de críticas, sobre todo por la mantilla que llevaba. ¿Cómo te tomaste esos comentarios?
“Las críticas me encantan, pero si un periodista me dice que lo que llevaba la Marlen, arriba de la cabeza, era un mantel, cuando en realidad era una mantilla antigua de encaje, obviamente no lo puedo respetar. En Chile no hay periodistas especializados en moda, uno que sepa que lo que yo le puse fue una protección de toda la cosa mediática. Se veía bonita. Era un vestido súper sexy, pero con la mantilla también la protegía de no aparecer en una iglesia vestida como una bataclana. Después, en la fiesta, era ella de nuevo, con un escote y todo el brillo. Así que si un periodista me dice que no le gustó, yo lo acepto, pero lo que no respeto es la ignorancia”.

-¿Crees que se superficializa mucho la moda, que no se ve como la creación que es?
“No la ven con la responsabilidad con que se debe. Creen que es una cosa superficial, que los diseñadores somos unos frívolos, cuando, para hacer ropa, hay que tener un taller, saber hacer cortes, moldes… ¡Es mucho trabajo! Son empresas, donde hay que tener un grupo de gente, saber de economía. Tómenle el peso a lo que significa tener una pyme sin el apoyo de nadie.
“En Europa, tú dices que eres diseñador de moda y te abren las puertas de los lugares, hay más respeto. Y aquí en Chile tienes que estar reinventándote todos los años. Yo llevo 27 años de carrera y se supone que he hecho de todo, las cosas más insólitas. Pero no, todos los años hay que estar demostrando que todavía estás vigente, y es absurdo”.

-¿No te dan ganas de irte?
“Desde hace muchos años que debí haber querido irme, pero creo que uno tiene una labor. Primero, con mis alumnos que están tan entusiasmados trabajando conmigo, y segundo, tengo una clientela que sigue fiel a mí y me gusta lo que estoy haciendo, pero en otras condiciones me habría dado mucha lata todo esto. Compadezco a los pobres que vienen detrás, porque tienen que trabajar con gente que es muy fregada y siempre está la crítica, la crítica… Nadie te celebra las cosas buenas, cuando detrás hay un trabajo enorme de corte, confección, bordando a mano… Pero hoy se está considerando más. La gente joven que está en el diseño de vestuario, ya sabe lo que es hacer una prenda y está insistiendo con que hay que respetar a los que trabajan en esto”.

-¿Faltan plataformas donde mostrar lo que hacen y que les den el peso que merecen?
“Sí. Hay semanas de la moda que financian las empresas, pero no hay nada estatal. En Colombia, con todos los problemas que tienen, hacen su Semana de la Moda; en Brasil tienen el Fashion Week de Sao Paulo, de Morumbi y la Semana de la Moda de Río; en Buenos Aires hacen cuatro semanas de la moda al año, financiadas por el gobierno. En este país no hay ningún lugar donde pueda uno mostrar sus cosas, con tantas escuelas de diseño que hay... Ya, dejemos a los viejos, pero los jóvenes debieran poder mostrar lo que están haciendo, que son obras de arte. El año pasado llevé 6 vestidos de mis alumnos a California, a una competencia internacional, y ganaron el primer premio. Pero eso no salió en ninguna parte”.
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