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Sin dedos para el piano

24 de Septiembre de 2008 | 10:34 |
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La manera de Andrés de observar la frustración general chilena y el haber logrado declararse feliz, inserto en medio de esta sociedad, puede que estén profundamente influenciada por su madre: la psicóloga Eugenia Weinstein.

De hecho, fue ella misma quien lo ayudó con algunas de las recetas de la película y la cercanía entre ambos le permitió a Eugenia decir que no le gustó el primer guión que leyó del film, así como Andrés revisa y corrige los textos de su madre.

La vida del director ha quedado marcada por la destacada carrera de Eugenia, quien fue docente e investigadora en dos universidades de México, donde se crió Andrés hasta los 8 años, cuando llegó a Chile.

“Mi papá se quedó en México y yo fui hasta los 15, todos los años allá, para verlo. Me siento súper mexicano. Cuando llego allá me siento en mi casa. No me pasa eso de que dicen que está tan peligroso, que hay que andar con miedo. Yo paseo por ahí y los tacos en la calle no me enferman ni nada”, dice el director despejando cualquier duda que pudiera quedar de ese tímido acento foráneo que tiene, el que agarró más fuerte, tras vivir 2 años en Cuba.
“Me cambió la vida. Estudié ingeniería comercial en la Católica y después estudié cine allá, por una beca”.

-¿Por qué el cambio?
“Estaba deprimido. Y no es que quisiera estudiar cine. Lo estaba pasando mal en ingeniería comercial y vi que se ofrecía esta beca. Postulé por postular, gané y me fui.
“Estaba en ese minuto en que dices no aguanto más esta cuestión. Yo tenía un grupo de música y si la beca hubiera sido para estudiar música o teatro igual habría postulado. De ahí me di cuenta que me gustaba el cine, que muchas veces, cuando chico, yo había manifestado que quería ser director de cine”.

Waissbluth es de la generación 1990 del Andrée English School. Dice que al salir del colegio no existía ningún espacio donde estudiar cine en Chile, por lo que “decir que uno quería ser director de cine era igual que decir que uno quería ser astronauta. Era algo que no era posible. Entonces, en algún minuto yo aborté todas esas fantasías de ser cineasta”.

Pero la vocación empezó a tirar más fuerte y Andrés poco a poco empezó a asfixiarse de Comercial. Finalmente, se fue a Cuba en 1994, donde consolidó su inclinación artística y cinematográfica.

“Volví de Cuba a terminar comercial, pero nunca me alejé del cine. En las vacaciones de verano trabajé como asistente de dirección en ‘El gringuito’ y al año siguiente me titulé y trabajé en ‘Tierra del fuego”.

-De La Habana a Santiago, ¿fue muy fuerte el contraste entre hacer cine allá y aquí?
“O sea, yo estuve dos años en Cuba e hice 5 cortos. Mi siguiente trabajo fue el ‘99, con un documental. El siguiente, el 2003, con ‘Los debutantes’ y el siguiente, el 2008. Eso es frustrante, pero no lo he pasado mal, no me puedo quejar. Me he demorado lo que me ha tocado demorarme no más. A mí no me brotan las películas así de fácil. Hay que pensarlas, madurarlas, tocar puertas…”.

-¿No te interesa la tele? Puedes hacer series y comerciales.
“Prefiero ser el director de la Escuela de Cine de la Arcos que hacer publicidad”.

-¿Muy vendido?
“Sí. Vender lo que sea en 30 segundos, con un cliente con el que no necesariamente te vas a entender, sin ningún contenido más que el que la gente consuma… A mí no me hace mucho sentido. Prefiero la educación antes de la publicidad y la tele. Estoy disponible y abierto, pero es si me invitan. Yo no voy a andar buscando…”.

Pero el cine no es el único arte que desarrolla Andrés. Al rodaje de películas se le suma su vida musical, en la que es parte del grupo “Pebre” como baterista. Curiosamente, el año pasado, Andrés y su banda lanzaron un disco llamado “Cumbias”, donde se puede escuchar las clásicas tonadas fiesteras, en las melodías más tristes.

-A ver, ¿haces un disco que entristece las cumbias y sacas una película para hacernos felices?
“Bueno, eso fue el año pasado. Ahora hicimos con ‘Pebre’ la música de la película. También soy el baterista invitado de ‘Los muebles”.

-¿Desde hace cuánto que tocas batería?
“Del ‘88. Yo siempre quise estudiar música, también pintaba, tenía bastantes inquietudes artísticas, pero no tanto talento. Yo soy muy torpe con las manos. Así que no podía aprender piano o tocar guitarra y encontré en la batería el instrumento adecuado para mi torpeza manual. Ahora estoy aprendiendo a tocar guitarra (dice con orgullo en el rostro)”.

-¿Y cantas?
“No. Terriblemente mal…”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Últimamente, mi vicio privado son las estadísticas. Es horrible. Veo estadísticas de la página web y de cuánta gente se ha metido al sitio. Así he estado los últimos 6 meses, con el estrés de la película”.

-Pero eso es por preocupación, no lo haces por gusto. ¿Qué te gusta hacer?
“Bueno, mi vicio privado son mis hijos. No hay nada que me guste más en la vida que vestirlos. Tienen 3 años, son mellizos y si me preguntan si yo soy feliz, les digo que todos los días visto a mis hijos, así que todos los días soy feliz. Por lo menos en ese momento. Puede que llegue al trabajo y quedó la cagada o hay problemas con la película, pero yo tengo esta cartita bajo la manga, a Mia y Noah”.