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Los padres deciden la calidad de la comida, los hijos, la cantidad

Esta pediatra, especialista en obesidad infantil, apunta al hecho de que el comer bien y normal se educa y los padres deben aprender a poner límites. Agrega que esto será la pandemia del futuro.

27 de Noviembre de 2008 | 08:41 |
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Vivimos llenos de mitos y muchas veces no adoptamos medidas fáciles y básicas que pueden ayudar a que los niños no sufran luego de sobrepeso.

Uno de los más difundidos es que no deben tomar ningún tipo de edulcorante por los daños secundarios que les provocarían, pero está comprobado que no hay tal y que los pequeños deberían tomar, en vez de bebidas clásicas, light. Es decir, la sacarina o la fenilalanina pueden ingerirla en las dosis adecuadas. Y así, suma y sigue.

La pediatra especialista en obesidad infantil Pascuala Urrejola advierte, sin ningún tipo de anestésico, que esta enfermedad será la pandemia del futuro porque “los niños que son obesos hoy verán acortada su vida”.

“No se van a morir ahora, a los 5 años, pero el tema es qué les va a pasar cuando tengan 50 años, cuando les cueste la vida”, dice.

-Okey, entonces ¿hoy, la obesidad infantil es una plaga?
“Exactamente”.

La realidad de la obesidad en los niños pequeños en Chile aún se desconoce en su total magnitud porque las cifras que maneja el Minsal sólo abarca hasta los niños de 6 años, quienes se controlan en los consultorios; estas cifras indican que entre obesos y con sobrepeso suman un 21% en ese segmento al 2005. Otros trabajos hablan de que en niños mayores la prevalencia puede alcanzar sobre el 40%.

-En esta realidad, ¿cuánto de culpa tienen los padres y cuánta la sociedad en la que estamos inmersos?
“Es la sociedad, primero y luego, los padres como partícipes. Esta epidemia tiene que ver, principalmente, con los hábitos de vida, con el sedentarismo y con el tipo de comida. No hay áreas verdes donde hacer actividad física fácilmente, incluso en los colegios donde no hay patios amplios; si se suma que los padres son sedentarios, no habrá ejemplos para ellos”.

-Los padres agravan el problema enchufando al niño al televisor o al PC porque les es más fácil controlarlo.
“Claramente; eso hace que el ejercicio ya no nazca espontáneamente, hay que buscarlo, generarlo.
“Ahí entra en escena el segundo factor que el tipo de comida que se le da a los niños que es alta en grasas y azúcares simples, que es lo más fácil y barato. El consumo de fruta y verduras ha bajado muchísimo porque, entre otros, son más altos”.

-¿Cuesta mucho modificar estas variables cuando se entra en el plano psicológico?
“Cuesta cambiar los hábitos. Esto tiene que ver con la educación desde el momento en que se desteta al niño; cuando se termina el período de lactancia muchas madres empiezan a introducir jugos, azúcar y postres lácteos que no son necesarios. La industria alimenticia tiene mucho que decir porque todos los días saca un producto nuevo con nutrientes que serían buenos para las defensas y otros y hacen que los padres opten por ellos en vez de una fruta”.

-Pero esa contradicción es insalvable para la madre. Siempre le han dicho que tiene que darle lácteos al hijo.
“Pero ahí entra en juego el rol del pediatra, de las enfermeras y matronas en el control sano que deben educar sobre qué dar. Los niños pueden tomar la leche que se da en los consultorios, pero al año se debe tratar de cambiar a leches descremadas o semi descremadas sin azúcar”.

-¿Nos pasamos al otro extremo? Luchamos tanto contra la desnutrición infantil que nos pasamos a la obesidad.
“Creo que eso ha pasado, pero no por el miedo a la desnutrición –hace tiempo que en Chile no hay- sino que con tratar de imitar culturas occidentales donde por falta de tiempo se simplifican los procesos, se usa el auto y se compran los postres, las hamburguesas, todo elaborado”.

-El ser humano forma células grasas sólo en tres etapas de la vida. ¿Por qué algo tan básico y elemental no es difundido?
“Hay que educar en varias cosas, entre otros, de alimentación saludable. Hay que educar a la mujer embarazada porque cada vez hay más evidencia que lo que ocurre en el embarazo tendrá efectos en el niño y podrá desarrollar enfermedades crónicas no trasmisibles como la hipertensión, la obesidad, la diabetes. Se sabe también que un niño que a los 6 años es obeso o tiene sobrepeso tiene altas probabilidades de serlo en la adolescencia”.

-Hace 20 años ser el único gordo del curso significa recibir el mote de “guatón”, pero había un incentivo para bajar de peso. ¿Hoy pueden haber tantos que ya ni siquiera existe ese incentivo?
“Sí, pero los estudios siguen demostrando que son niños con autoestima baja en el sentido de que son discriminados por los delgados. Aunque ya no esté solo, y tenga más compañeros, siguen poniéndose más irritables, siguen teniendo problemas de salud mental. Sigue sucediendo y todavía más en la adolescencia y qué decir en los adultos, donde se vive la discriminación”.

-Todo pareciera un camino sin salida. La sociedad te exige tener mejor facha, pero eso genera angustia y estrés, lo que está comprobado hace engordar.
“El estrés tiene que ver pero en los adultos. En los niños, varios factores influyen, pero principalmente de orden familiar porque algunos son más voraz y se comen todo lo que le ponen por delante. Entonces ahí entra a jugar el rol de los padres, cómo respondemos frente a ese apetito. Si se está acostumbrado a comer todo el día, el niño voraz subirá de peso, pero si hay orden y estructura, va a aprender a controlarse en sus comidas”.

-¿Cómo funciona en el niño el mensaje ‘vas a ser un gordo’; la respuesta será una anorexia o una bulimia?
“La anorexia y la bulimia tienen varios factores que predisponen a la persona a desarrollarla, no meramente el mensaje. Hay que tener cuidado, sobre todo en los adolescentes y en vez de decirles estás gorda plantearles los riesgos de salud, o sea, debe bajar de peso porque tiene el colesterol alto y no por cómo se ve”.

-¿Qué enfermedades estamos viendo asociadas a la obesidad que antes no se observaban en los niños?
“Colesterol alto, dislipidemia, hipertensión y diabetes. En EE.UU. hay una epidemia de diabetes 2, que es la del adulto, que se observa en los adolescentes. Los problemas articulares a las rodillas y tobillos, los niños con problemas de asma que tienen más recaídas cuando están obesos”.

-¿Pareciera que en esto hay que tratar a los padres, no a los niños?
“Hay que tratar a los dos, esto tiene que ser una cosa familiar. No se saca nada con hacer un tratamiento individual; hay que trabajar con los padres y luego, con los hijos para que logren hábitos.
“Esta es una enfermedad crónica por lo tanto, cambiar el escenario cuesta mucho más”.

-Prevenir con un nuevo mensaje. Erradicar el tienes que comerte toda la comida.
“Exactamente, nosotros como padres decidimos lo que va a comer el niño, la calidad de la comida, pero el niño es el que decide cuánto come, la cantidad. Si un niño quiere parar, hay que dejarlo donde hay días que están más o menos inapetentes”.

-Nuevamente nos enfrentamos a un problema de autoridad padres-hijos.
“Es poner límites; es lo mismo que hacemos cuando educamos a los niños en el sueño, la hora de acostarse, el tiempo que se ve tele, etc. La comida también se educa; si se le ponen los límites claros, se le estructuran las horas de comida y además, se está calentito desde el punto de vista psicológico, con un buen apego con sus padres, no habrá problemas.
“El centro del apetito está en la cabeza; el cerebro es dependiente del azúcar, se necesita comer cada cuatro horas para no sentir apetito verdadero, pero lo otro no. Es aburrimiento”.

Pascuala Urrejola explica que la obesidad se presenta en todos los estratos sociales, pero que en los más bajos tiene que ver con la calidad de los alimentos, mientras que en los altos, lo que frena esto es la mayor posibilidad de hacer ejercicios.

Asimismo, asegura que las conductas se pueden revertir, pero desgraciadamente Chile es un país que tiene uno de los consumos más altos de bebidas gaseosas en el mundo, y de pan respecto al resto de Latinoamérica; lo segundo no es malo, si no le pusiéramos tantas cosas.

-¿Qué mitos están primando? Que los niños no pueden comer cosas diet, por ejemplo.
“Sí, las madres tienen susto. Un niño obeso no tiene problemas de recibir edulcorante, pero que tampoco se convierta en algo compulsiva la ingesta porque no se soluciona el tema con 10 litros de Coca-Cola diet al día. Esa no es la idea.
“No hay problemas con usar sucralosa o aspartame en las dosis adecuadas. Tampoco hay problemas con las leches descremadas, pero el comercio las ofrece con dosis de azúcar altos, lo que va en sentido contrario”.
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