Viñamarino de 45 años. Pablo Herrera llegó cuando tenía 8 a Santiago y nunca más dejó la capital. Sin embargo, dice creer que la personalidad del ser humano se forma en los primeros 7 años de vida y por eso Viña es “como un imán” para él.
“Me siento súper acogido y me trae recuerdos muy importantes. Me siento muy bien ahí. Por Viña tengo mi apego a la naturaleza y al mar, a los árboles grandes, a las casas antiguas, a caminar por la vereda…”.
La música llegó a través de su mamá y la hermana de ella: la primera, cantante y guitarrista. La segunda, pianista profesional. Dio sus primeros pasos con las teclas para pasar a las cuerdas a los 13 años, luego de que le regalaran su primera guitarra en una Navidad. Dos años más tarde empezaría a componer.
A pesar de todo y de haber pasado por la Academia de Música Popular, entró a estudiar ingeniería comercial a la Universidad de Santiago, pero sólo duró 2 años. “Lo pasaba muy bien, tenía un montón de amigos, pero estaba todo el día pensando en la música, así que un día me fui y no volví más”.
-¿Cómo supiste que la música era lo tuyo?
“Cuando me di cuenta que yo cantaba y enganchaba chicas (se ríe). Por un lado sí, era bueno, pero me di cuenta que así me conectaba con mi interior y que podía pasar largas horas tocando solo, sin necesitar a nadie. Me gustaba la técnica y pasaba horas sacando canciones. Es una pasión que no podía dejar de hacer, hasta el día de hoy”.
El primer disco, “Despertar”, apareció en 1983 influenciado por el Canto Nuevo, aunque Pablo siempre se inclinó por el lado de las baladas románticas y prefirió hacerle el quite al tema político, por considerar que “existían muchas contradicciones, mucha odiosidad y resentimiento. Todo lo que olía a políticas no hacía bien. Hoy en día es bastante parecido, porque sigue moviéndose por la ambición personal de la gente. Son muy pocos los que he conocido que realmente tienen una actitud solidaria y una vocación política por hacer el bien en un cargo público. Todo es por el dinero y el poder. Hay políticos que son más artistas que uno. Más faranduleros… Son un chiste”.
Luego vinieron los ciclos de 2 semanas de conciertos todas las noches en el emblemático “Café del Cerro”, frente a 300 personas. “Era chico el lugar, pero se ganaba dinero, de ahí ya empecé a vivir solo… Ese lugar auspició mi independencia”.
El esfuerzo y empuje se coronarían en 1992, cuando ganó el segundo lugar del Festival de Viña, con “Dale una oportunidad”, consolidando en adelante una exitosa carrera, situación que en un principio significó un peso, debido a los prejuicios entre los músicos hacia el artista masivo, pero con el tiempo, el tema dejó de preocuparle.
“Claramente, mucha gente habló mal de mí, que me había vendido, que me puse comercial, pero fue extraordinario porque se abrieron las puertas de mi carrera”, dice el cantante, que hoy se encuentra lanzando su 13° disco, retomando la balada que dejó el 2004, cuando apareció al álbum “Cero”, un trabajo estrechamente ligado a una dura etapa de su vida en la que declaró haberse sentido paralizado, tras la separación con su esposa, Alejandra Silva, con quien tiene dos hijas.
-¿Qué hiciste durante ese tiempo de paralización, donde no compusiste?
“Me dediqué a buscar una casa donde vivir, a rehacer la vida. Tenía que solucionar una serie de detalles de orden emocional y práctico… Después de vivir 10 años en familia, pasar a vivir solo es un cambio que no es menor”.
-¿Cómo te fue?
“Por 2 años lo pasé bastante mal. Hoy en día me doy cuenta de que fueron años de crecimiento apresurado, como una escuela del rigor, que hoy celebro”.
-¿Tuviste problemas con los quehaceres domésticos?
“Ahí no tuve problema, porque siempre fui seco para eso. Me fui a vivir a un departamento de un ambiente y a la semana tenía todo; refrigerador, cocina, cama… Para mí los aspectos más difíciles fueron en orden emocional”.
-¿Te acostumbraste a no sentir gente alrededor?
“Eso fue complicado, pero mis niños siempre han estado conmigo, así que yo no me alejé de ellos”.
-Y hoy, ¿superaste el silencio?
“Hoy en día me encanta (se ríe). Creo que es la situación más óptima para un músico. Es poco recomendable que un músico se case, si quiere tener éxito. Si te va mal y estás ‘al peo’ todo el rato, puedes estar casado. Pero si te va bien, los matrimonios se complican porque empiezas a viajar, a ser popular, hay más chicas, más todo…”
-¿El problema es el exceso de tentaciones o el exceso de celo?
“Ambas cosas. Más que los celos y la tentación, para quien vive con un músico que le va bien, la soledad puede ser espantosa. Dentro de mis culpas, la soledad es algo que yo asumo. Una mujer no puede estar sola, pero se ve obligada a estarlo. Uno revisa a todos los músicos que han tenido éxito: Juanes que partió casado, feliz; Alejandro Sanz, (Eros) Ramazzotti, Phil Collins, que se van de gira dos meses… ¿Quién te aguanta eso? ¡Nadie poh!”
-Nunca pensaste en sacrificar tu carrera por…
“¡No! ¿Estás loca? Eso es inmolarse, sacrificar tu vida y la de tus hijos además, porque, ¿qué iba a hacer? ¿Encerrarme en una oficina a trabajar? Habrían tenido un papá infeliz y además, si te está yendo bien… Habría que ser tonto. Para quienes somos músicos de verdad y de pasión, es tanta la felicidad que provoca hacer música, cantar, estar con la gente, viajar, que no hay nada que lo pueda reemplazar. Va por sobre todo”.
-¿En esa época te hiciste los tatuajes?
“Sí. Tengo 3. Los de los brazos son más bien decorativos. El anillo fue lo primero que me hice, aquí dejé marcado el comienzo de mi nueva vida, aquí partió todo”.
-¿Es un anillo de compromiso con algo?
“Conmigo, de fidelidad a mí.
“El dejar de hacer cosas que son tan importantes para mí es no ser honesto con uno mismo. Una pareja no va a llenar todos tus espacios, eso no existe”.
-¿Te volverías a casar?
“Pero bajo ninguna perspectiva.”
-¿Quedaste traumado?
“No, al contrario. De hecho, soy muy amigo de mis dos mujeres, las quiero mucho y nos juntamos, vienen a mis cumpleaños… Pero no me casaría de nuevo porque yo ya hice familia. Tengo 3 hijos, uno que vive conmigo (Bastián, 19 años, músico) y dos chicas que son hermosas. Se puede tener una relación, pero cada uno en su espacio. Hoy sería con una persona más madura, más grande”.
-¿Cuál es tu vicio privado?
“Más que vicios son gustos o necesidades… Mi espacio de soledad, arrancarme a la cordillera es casi un vicio. Generalmente voy solo. A veces voy con los niños, pero cuando voy solo disfruto mucho”.
-¿Qué haces?
“Me voy a esquiar, me junto con mis amigos arriba, me divierto con ellos…”.
-¿Bueno para carretear?
“Paso por épocas. De vez en cuando me pego una semana roquera, pero después me encierro”.