La casa familiar de los Jung Del Favero, donde Julio se crió, creció e incluso vivió con su primer matrimonio, curiosamente, también está en Hernando de Aguirre, aunque el actor dice que es de pura casualidad.
Aún conserva un gran pino afuera, que fue plantado cuando ya se había hecho muy grande para tenerlo de árbol de Navidad en la casa, la cual dejó Julio cuando tenía 30 para partir a Venezuela.
Hoy le gusta pasearse por fuera y cree que es un lujo que exista aún. “De este barrio, donde yo me crié y viví, no existe nada. Yo iba al cine Las Lilas, a la Plaza Las Lilas y ya no están”.
Era la época en que escuchaba los radioteatros de Augusto Ugarte, quien lo inspiraría para ingresar a la radio a los 16 años. “Le dije a Justo Ugarte que me probara, pero me fue mal porque me puse muy nervioso. Después me propuso que viniera igual porque tenía una buena voz y al cabo de 6 meses dijo: Vamos a hacer en el radioteatro ‘Las Aventuras de Tarzán’ y quiero que tú seas Tarzán.
Después llegó el teatro, invitado por Jaime Celedón y debutando con “La Alondra”, a lo que le siguió “Réquiem para un girasol”, de Jorge Díaz, para quedarse luego en el Teatro Ictus.
-¿Es cierto que Jorge Díaz dijo que eras el peor actor que había visto en el escenario?
“Según él y Jaime Celedón, eso es mentira. Me han dicho que nunca dijeron eso. Tendré que creerles pero después de mucho tiempo me vinieron a decir que no es verdad. No será verdad ahora, pero tal vez fue verdad en ese entonces”.
-¿No te frustró?
“¡No! ¡Al contrario! Si me hubiera frustrado me habría retirado y yo soy porfiado”.
-Al morir Jorge Díaz, dijiste que él nunca estuvo consciente del legado que estaba dejando, mientras vivió. ¿Tú eres consciente del tuyo?
“No, porque no creo que haya dejado algún legado, todavía. Me faltan años. Creo que dentro del cine nacional tengo 3 personajes muy potentes, pero algunos no quieren reconocer que el Sargento Zúñiga, de ‘Amnesia’, es un papel sumamente potente, igual que Andrés Ávalos, de ‘Coronación’ y el personaje de ‘Cachimba’ (Felipe). De eso soy consciente aunque algunos digan que no”.
-¿Quiénes dicen que no?
“No sé… Hay mucha envidia”.
-Andrés Rillón escribió sus memorias, ¿no has querido hacer las tuyas?
“Estuve a punto, pero hay que estar maduro para escribir la biografía de uno. Lo de Andrés estuvo bien, porque él está a punto de cumplir 79, pero a mí me falta todavía. A los 77 a lo mejor puedo pegarle una mirada”.
-¿Es una cuestión de edad, entonces?
“No. Es de perspectiva para mirar atrás, de manera lúcida y no acercarnos al apasionamiento. He tendido a ser muy apasionado en todo sentido… Mientras me quede pasión por enamorarme me parece bien, pero a otras pasiones que no conducen a nada, mejor esperar a controlarlas”.
-¿Mucha vanidad?
“No, impulsividad… De pensar que esto está mal porque está mal. Hay que esperar un tiempo para madurar “.
-¿Eres nostálgico con el pasado?
“Al contrario, todo lo estoy proyectando hacia adelante. Lo mejor todavía no ha llegado. Tengo fe en que todavía tengo muchas cosas por hacer. No hay nada que añore. Puedo hablar de papeles destacados que he hecho en teatro, pero es mi pasado. Ahora estoy pensando en mi futuro. Por ejemplo, tengo grandes esperanzas en la película que voy a hacer con Caiozzi el próximo año, que se llama ‘Y de pronto, el amanecer”.
-Gloria Münchmeyer dice que eres “más mañoso que los 3 chanchitos”, que se te pierde el libreto y le echas la culpa a los demás. ¿Es cierto?
“No. El libreto lo dejo, pero nunca le he echado la culpa a los demás. No creo ser mañoso para nada. Yo le contestaría a la Gloria que si ella me ha visto que cada vez que se interrumpe una grabación, ocupo media hora en empolvarme. Eso sí que es maña”.
-¿Y en la casa tampoco eres mañoso?
“No, soy un inútil, que es distinto. No sé hacer nada. Soy dependiente”.
-¿Tu esposa lo hace todo por ti?
“¿Y qué otra cosa le queda?”
Tessa Aguade se casó con Julio en el 2000, cuando él tenía 58 años. Cuenta que tras separarse y comenzar a armar su departamento de soltero, fue a una tienda en el Drugstore, donde ella trabajaba. “La vi y empecé a comprarle huevadas todos los días y al final ya no tenía qué comprar. Es que ni un garito tenía más ceniceros que los que yo tenía en mi departamento, eran miles. Al final le dije que ya no sabía qué más comprar y me dijo: Mira, si no me invitas a tu departamento es imposible que te pueda ayudar. Ahí empezó todo”.
-¿Tienes algún vicio privado?
(Se ríe mucho).
-¿Qué pasa?
“Te iba a decir que uso portaligas, pero no es cierto, no las uso. Un placer que tengo es comerme la mermelada entera, sin que mi mujer se de cuenta. A cucharadas, escondido, de noche. Al día siguiente amanece la huevada vacía así que todos se dan cuenta igual”.