Paula tenía su anillo de compromiso muy puesto en su anular derecho. Aún no habían puesto fecha con su pololo, pero los 2 años y medio que llevaban de relación eran suficientes para confiar en que apenas se dieran las condiciones, habría que poner en marcha toda la maquinaria para organizar el matrimonio. Así, el “fueron felices para siempre” parecía una frase a la vuelta de la esquina, hasta que…
“Terminé por mi suegra”, confiesa, con la frialdad que da un año del quiebre, explicando que la mamá de tu novio era de aquellas que se sentaba entre su hijo y la nuera en el taxi, que hacía puchero si salían y “la dejaban sola” y que no se mordía la lengua antes de lanzar frases al viento, en pleno almuerzo, del tipo “tú no tratas bien a mi hijo…".
–¿Qué problema tiene usted conmigo? –le preguntó Paula, sintiendo el peso de una frase que sabía, cambiaría la relación nuera-suegra de eje para siempre.
–Es que mi hijo, desde que está contigo, ya no es el mismo. Me lo cambiaste –contestó la matriarca.
Un silencio espeso acompañó los segundos de espera de Paula, quien dudó entre si pegarle o no una patada al pololo, bajo la mesa, a ver si la defensa hacia ella se le había atorado con un pedazo de pan. La doble derrota que significó la mudez de él, la empujó a tomar sus cosas e irse de la casa. A la semana siguiente todo se había acabado.
Las suegras pueden ser una pesadilla si se lo proponen. No por nada existe una extensa literatura que intenta hacer más fácil el camino para la nuera que se siente como “nuera lo que quería para mi hijo”.
Una de las autoras de estos textos, la psicóloga argentina
Beatriz Goldberg, intenta en su libro “¡Suegras! Técnicas y estrategias de supervivencia” traspasar “la fuerza interior para lograr el bienestar y el tan anhelado equilibrio sin por eso tener que llegar a querer (a la suegra)”.
“Yo llamo a la pareja de uno ‘el tesoro que no merecemos’. Si una hija tiene un marido que la ayuda, que le da en los gustos, que ve a los hijos, puede sentir que ella, su hija, tiene suerte por tener un esposo así. Pero cuando es al revés, parece que siempre el hijo biológico hace demasiado por la otra. Aunque una le encuentre defectos a su propio hijo”, explica Goldberg a
Punto Mujer.
-¿Es amor al hijo o envidia a la nuera lo que provoca los ataques gratuitos de una suegra?
“Hay amor, envidia y también competencia, porque muchas sienten que si quieren tanto a la nuera ya no las quieren a ella. Pero no ven que son amores diferentes y que es más incondicional el que los hijos les tienen a la madre, porque muchas veces vemos que aunque quieran muchísimo a la esposa, si tienen que ir hacia un lado de la balanza, al final ellos se inclinan por la sangre.
“Una suegra conflictiva tiene miedo de perder el cariño de su hijo, pero también de perder el control sobre él…
‘Ya no vive conmigo, vive con la otra que le llena la cabeza…’, dicen. A veces es real, porque sí hay nueras que dan un festín a la suegra, que son jorobadas”.
-¿Cuál es la responsabilidad de la nuera en una mala relación que pueda tener con su suegra?
“La nuera también puede sentir que si su pareja quiere a la madre, no la va a querer a ella y empieza a competir. Ahí, la suegra es la que debe tener mucha habilidad. Es ella la que está más interesada en una buena relación, porque para ver a los nietos tendrá que pasar por la nuera, así que debe poner mucho de su parte”.
-¿Cuál es la mejor manera en la que una nuera puede detener los ataques de su suegra?
“Con humor y frenándola a tiempo. Yo lo veo como en la magnitud a escala Richter, desde la 1 a la 4… Cuando ya empiezan sutilmente los comentarios negativos, se debe frenarla con humor o cambiando de tema, para evitar que se llegue a la magnitud 4. Si ves que lo que te quiere llegar a decir es que vos sos jodida, pero se da vueltas y vueltas, lo mejor es cortarlo de cuajo”.
-¿La pareja o esposo debe intervenir en la tensa relación nuera-suegra o es un problema que deben arreglar sólo las dos?
“Mejor que intervenga una vez, que medie para que no se peleen tanto o que encuentre una manera de que las 2 no se vean tan a menudo. Lo importante es que se sepa cuál es su posición al respecto y que ponga los límites desde el principio. Por ejemplo, si no quiere que la mamá llame a su casa el domingo a las 8 de la mañana, que se lo deje claro la primera vez.
“Muchas veces, el que tiene que mediar entre las 2 es el hombre, que debe tratar de conciliar ambas partes y no poner a una celosa de la otra, demostrándole a su pareja y a su mamá que cada una tiene su lugar”.
-Hay casos en que los hombres, definitivamente, y son más bien “hijitos de su mamá”. ¿Tienen arreglo?
“Tienen, pero muy poquito. Hay muchos hombres que son tan pegados a su madre que sabotean todas sus relaciones para terminar de vuelta en la casa ella”.
Goldberg afirma que éste no es el único tipo de hombre que representa un problema en el vínculo nuera-suegra, sino que también está “el evasivo, que mira para el otro lado y no se da cuenta que sí hay una mala relación entre ellas. Si la mujer le dice:
¿Pero viste cómo me miró? Él le contesta:
“No, no… A vos te parece, porque sos sensible”.
El otro es “el culpabilizador”, que si no quiere ir a comer el domingo a la casa de la mamá, se excusa diciendo que la esposa está cansada o que a ella le duele la cabeza, deteriorando la relación nuera-suegra sin que ellas tengan la culpa.
“Muchas veces, el marido tiene esa relación mala desde antes con la madre, y ahora que está casado le viene fenómeno echarle la culpa a la esposa”, asegura la psicóloga.
-¿Cómo no caer nosotras en los errores de nuestras suegras cuando nuestros hijos se casen?
“En general, tratamos de no repetir los errores que vemos, pero a veces uno cae en tentaciones. Lo que hay que hacer es tratar de aprender que los vínculos no se compiten, que cada una tiene su lugar y no tratar de igualar al otro, porque es algo muy difícil de hacer… Si la suegra o la nuera cocina bien, no hay que tratar de imitarla, porque nunca se va a ser igual”.
-¿Cómo es la suegra perfecta?
“Yo la llamo la suegra creativa. No es perfecta, pero trata de reconocer que si el hijo está bien con la esposa, está más feliz él y ella también, porque va a poder disfrutar más de los nietos sin problema”.