Que tenía mucho que estudiar, que los horarios no coincidían, que estaba muy cansado...
Las excusas que utilizó el ex pololo de Camila Lagarini (18) fueron variadas, pero la falta de llamadas y de mensajes de texto finalmente le corroboraron que algo estaba fallando en su relación que por dos años y tres meses había crecido en los patios del colegio.
No era necesario buscar culpables. Para Camila estaba claro: todo era consecuencia del ingreso de su chico a la universidad.
"Él se abría a un mundo distinto, y para qué hablar de mujeres: en la universidad está lleno, mucho más que en el colegio. Más encima, él estaba en el Barrio Universitario, donde hay como cinco mil universidades", cuenta.
Y ejemplifica, tratando de explicar lo ocurrido: "Piensa que él estaba en una caja, y después imagínate que lo 'soltai'. ¡No estaba ni ahí con el pasado!".
Según Camila, hay una máxima infalible que se aplica a la mayoría de estos casos: "Todos dicen que si tu pololo va a entrar a la universidad es bien difícil que la relación se mantenga. Es diferente cuando él ya pasó por el impacto de conocer a harta gente y después empieza a salir con una niña de colegio. Ahí puede funcionar".
Para ella, eso sí, no se trata de un asunto de machismo.
De hecho, este año Camila entrará a estudiar Derecho y sabe que llegó su turno de hacerse de nuevos amigos: "Yo ahora tampoco me quiero amarrar a una persona. Sé que además de aprender, ahora me toca a mí conocer a mucha gente diferente".
Esteban Ortúzar (23) sabe de qué habla Camila: "Cuando entré a la 'u' eran 70 mujeres y 30 hombres, y en mi colegio, éramos 30 hombres y 6 mujeres, o sea era todo al revés. Claro que se te abre el mundo, que tienes más amigas, que sociabilizas más con ellas, sobre todo en el primer año", confiesa.
Vergüenza al jumper
Quizás ese fue uno de los motivos por el que sus pololeos de los primeros años de Periodismo no duraron más de dos meses.
Sin embargo, ahora Esteban ha cambiado. Mientras él empieza a trabajar, su polola por más de dos años recién entrará a la universidad por estos días.
Y a pesar de jurar que nunca le ha importado la diferencia de etapas que han vivido, de asegurar que ya no le molesta que a ella le den menos permiso que a él para salir, agrega que sí le hubiera dado vergüenza que lo hubiera ido a buscar con jumper a la universidad.
Además, asegura que no tiene miedo de lo que pueda ocurrir en la nueva etapa de su polola como universitaria. "Llevamos tanto tiempo juntos, que tengo una confianza súper grande. Sé que va a conocer a mucha gente, que tendrá un mejor amigo que puede tener buena pinta. Pero yo sé cómo es, y no vamos a tener ningún problema. No nos vamos a embarrar por un cambio así", reconoce.
"En todas partes conozco gente, eso no significa que me vaya a gustar otro gallo", asegura Catalina Alfaro, la polola de Esteban.
Ella está conciente de que para pololear en estas circunstancias hay que transar con el otro. "Un tiempo me daba lata cuando no podíamos vernos, porque él tenía que estudiar para los exámenes, pero entendía, porque igual es su carrera", agrega.
Los celos por las fiestas mechonas y las nuevas amistades también pueden ser un foco de conflicto.
Pero Carlos L. (20) afirma, eso sí, que con paciencia, hablando abiertamente, presentándole los nuevos amigos a la pareja y tratando de organizarse, la relación puede funcionar. "Aunque todos creían que lo nuestro no iba a resultar, no fue así. Tampoco fue fácil, pero lo logramos. Después terminamos, claro, pero ya por otros motivos", relata.