“Hay que apretar los dientes”. Estas fueron las palabras que usó el ministro del Interior, Edmundo Pérez Yoma, -hace algunos meses, cuando aún no se la avisoraba del todo- para referirse a la tremenda crisis mundial que se nos venía encima.
Sin embargo, para aquellos que viven permanentemente bajo la línea de pobreza, apretarse los dientes puede resultar casi una ironía dolorosa, más si se considera que muchos de ellos no tienen el ingreso mínimo diario para “parar la olla”.
Para la directora ejecutiva y fundadora de la Fundación Rodelillo, Macarena Currín, el mensaje de Pérez Yoma puede resultar casi innecesario, porque tiene claro que los más pobres viven con los dientes apretados, pero con una sonrisa. Eso le ha quedado demostrado desde 1987, año en que comenzaron a trabajar con familias de escasos recursos.
-¿Qué mensaje se le da a las familias más vulnerables en época de crisis?
“Es un problema sumamente complejo. Confío en que quienes definen los sueldos, que no son sólo los empresarios, sino también el Gobierno, tengan presente que una persona que recibe 200 mil pesos vive en condición de pobreza si tiene que mantener toda una familia. Espero que los sueldos no sean rebajados, que sea un tiempo en donde todos sepamos que no vamos a crecer mucho –es decir, que todos asumimos el desafío de apretarnos- pero que ello no signifique reducirse. Ese es el susto más grande que se ve entre los pobres.
“Sin embargo, creo en la fortaleza de la gente que ha vivido por generaciones en situación de escasez de recursos, que tiene una resistencia mucho mayor que aquél que de un día para otro pierde 200 lucas de su presupuesto de un millón. Si bien es cierto que la gente que vive en condición de pobreza está muy vulnerable a los cambios, en la otra mano tiene una fortaleza que muchos no conocen”.
-¿Cuál es ésa?
“Aquí en Rodelillo hacemos cursos de administración de presupuesto familiar y muchas veces los dictan profesionales solteros o con un hijo que ganan 800 mil pesos; resulta que a veces, cuando van a hacer el taller se encuentran con personas que tienen cinco integrantes en una familia y sólo 120 mil pesos…de dónde, cómo le vas a enseñar a esa persona a manejar ese presupuesto, si ellos tienen un doctorado. Ellos sí saben hacerlo, nosotros no, a lo más les vas a mostrar qué cosas pueden aún más reducir como cuando compran dulces a los niños. Ellos tienen derecho a sentir que le pueden dar una alegría a sus hijos y los regalonean, y no tienen conciencia de cuánto gastan en eso.
“Todos los días se reinventan; un mes pueden ganar 120 lucas y al siguiente nada y crees que se saltan ese mes en su vida, no, tienen que comer igual. Cómo lo hicieron… es milagroso, creo en su fortaleza. Psico y emocionalmente están mucho mejor preparados que nosotros para cualquier crisis, porque viven en la crisis”.
-¿Qué medidas pueden tomarse para protegerse?
“Ni una. Pregúntale a un empresario cuáles va a tomar él, pero quienes no tienen, de a dónde. Es cómo preguntarle a la Presidenta qué medidas puede tomar para protegernos de esta crisis; ella tiene un pelotón de asesores, pero, ¿pueden protegernos? No. Esto está más allá de nosotros”.
-Ustedes llevan años trabajando con familias de escasos recursos. ¿Cuántas van a retroceder nuevamente después de haber salido de la pobreza?
“La complejidad es enorme con crisis y sin ella. Cada día la humanidad toma más conciencia de la complejidad que significa ser, ser humano en un contexto vulnerable y serlo con otros, no en forma individual. Algo me hace sentir que hoy es una crisis económica pero, quizás, más adelante, la crisis será más fuerte pero por el recalentamiento global. El tema es cómo, de verdad, uno se hace cargo de su entorno más cercano. Si nos tuviéramos que hacer cargo de toda la pobreza mundial, nos moriríamos, pero la vida nos ha confiado mil familias con las que estamos trabajando. Con ellas lo tenemos que hacer bien, esa es la tarea que me ha dado la vida.
“Hay que sostener el cambio no sólo sobre las cosas económicas y materiales, es cómo se articula un cambio dentro de mí, cómo aprendo a reinventarme todos los días y a sostenerme en mis vínculos de afecto. Lo que mueve al ser humano, todos los días, es el amor que nutre su relación familiar. Si una mamá sabe por todos sus poros que tiene que sostener a tres hijos, no se pierde y todos los días verá cómo lo hace”.
Macarena Currín insiste en que abordar la pobreza hoy significa no centrarse en las cosas materiales, sino en el coraje que tienen las personas para vivir. “Eso es lo que nosotros hacemos, potenciamos ese coraje para vivir; lo hacemos centrándonos en la capacidad de amar que tiene la gente, de amar su barrio, su vecino, su comunidad. La gente de más escasos recursos vive más en grupo y estas crisis nos hacen ver que existe el otro con el que se puede compartir la pena; los ejecutivos viven todo en forma más solitaria”.
“Ojalá esto nos traiga buenas cosas, que miremos a la pobreza no sólo desde lo que no tiene, sino que desde su riqueza, desde lo que tiene”.
-¿Y qué tiene?
“Como te decía, esa capacidad de reinventarse todos los días; el coraje para vivir. De esto surge otro tema que no debe llevar a reflexionar sobre qué pasa cuando una madre tiene que alimentar a sus hijos y simplemente lo hace, con lo que no estoy justificando actos ilegales. En la pobreza es otra la mirada y por eso, muchos se preguntan sobre qué es la fe. Bueno, con la fe uno come, no sé cómo, pero come.
“Rodelillo lleva funcionando 21 años y no ha habido ni un mes, ni uno, en el que tuviéramos la certeza de que vamos a pagar los sueldos, pero lo hacemos y eso es comer de la fe, creer contra todas las mareas y vientos”.
En estos años la Fundación Rodelillo ha logrado ayudar a unas 7 mil familias a salir de su situación de pobreza, alcanzando el sueño de la casa y el trabajo estable; todo gracias a un programa integral que comprende áreas de vivienda, capacitación y familia y que dura 18 meses. Se trata de un programa de autosustentabilidad.
-¿Qué desafíos les va a imponer la crisis?
“A nosotros nos colaboran una serie de empresas y hoy, ellas están muy asustadas por lo que cuando haces una petición de ayuda te dicen
no tenemos. Si estoy pidiendo es porque tampoco tenemos y aún así nos preguntamos cómo ayudarlos.
“El desafío es no bajar las ayudas a las familias. Lo peor sería cerrar y por eso, pienso que las alianzas de solidaridad en el país tienen que darse ahora. Ahora se tiene que notar que somos un país que se mueve por una fe, es el tiempo de la solidaridad porque todos vamos a estar más afectados, especialmente, la clase media que es la más invisibilizada, porque los pobres reciben ayudas paliativas del Estado”.
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