La oxigenoterapia hiperbárica -OHB- se ofrece como coadyuvante en el tratamiento de lesiones, con aplicaciones en y más allá de las esferas de la medicina del deporte, con efectos comprobados en la aceleración del proceso de cicatrización y de la restauración energética post ejercicio.
Sin hemoglobina, la proteína con fierro que fija oxígeno en nuestra sangre, necesitaríamos 80 litros de sangre circulando por minuto para satisfacer nuestros requerimientos energéticos. El doble del máximo registrado al mejor de los atletas.
Los gases se disuelven en los líquidos de acuerdo a su presión, que en nuestro caso corresponde a la presión atmosférica, la presión de la capa de aire de unos 10 kilómetros de espesor que pende sobre nuestras cabezas. Esta presión es la que determina que, aunque no haya hemoglobina, igual la sangre contendría 3 ml. de oxígeno por litro.
Si aumentamos la presión atmosférica en aparatos especiales llamados cámaras hiperbáricas, la hemoglobina no captura más oxígeno; es decir, no fija mucho más de 1,34 ml. de oxígeno por cada gramo de hemoglobina, lo que da un total de un litro de oxígeno en 750 gramos de hemoglobina que hay en cinco litros de sangre de un hombre promedio.
Sin embargo, al aumentar la presión atmosférica en la cámara, más oxígeno se disuelve en la sangre sólo por presión. Así, si respiráramos oxígeno puro a más de tres atmósferas de presión, habría en la sangre una cantidad tal de oxígeno disuelta, que no necesitaríamos virtualmente hemoglobina para cumplir su misión de transporte.
Sin embargo, aprovechando este aparato, y dado que nuestra sangre sí tiene hemoglobina, en las cámaras hiperbáricas aumentamos el transporte de oxígeno de la sangre, entrando en un estado de hiperoxigenación.
Este estado, por supuesto, aumenta nuestra capacidad de ejercicio y es usado como herramienta terapéutica: la oxigenoterapia hiperbárica, en el tratamiento de un sinnúmero de estados patológicos, desde la embolia gaseosa de los practicantes de buceo, las congelaciones y el mal de altura con edema cerebral o pulmonar en montañistas o para acortar el período de recuperación de lesiones.
El fin de la oxigenoterapia hiperbárica es aumentar muchas veces la presión de oxígeno alveolar, plasmática y del líquido extracelular, incrementando así significativamente su gradiente con respecto al interior de las células, lo que significa aumentar varias veces la oferta de oxígeno disponible para el metabolismo celular. Esto tiene relevancia en el tratamiento de anemias e intoxicaciones con monóxido de carbono.
En general, la oxigenoterapia hiperbárica debería ser recomendada toda vez que la irrigación sanguínea no logre hacer llegar oxígeno suficiente a los tejidos que lo necesitan para su metabolismo, o en situaciones donde hay renovación celular como en los procesos de cicatrización o recuperación de lesiones, sobre todo traumáticas. En realidad, hay muchas indicaciones de OHB.
Por ejemplo, en la embolia gaseosa, la enfermedad por descompresión y otras que van más allá de la esfera deportiva, como en intoxicaciones, osteomielitis, neuropatías, injertos. En la esfera traumatológica y de la medicina deportiva, la OHB se aplica en la recuperación de fracturas óseas, lesiones ligamentosas, y en el entrenamiento aeróbico de deportistas de alto rendimiento.