Nadie diría que esta exitosa gestora cultural, reconocida por los proyectos que Minera Escondida patrocina, partió haciendo la revista interna de la compañía que se entregaba todas las semanas en los campamentos.
Historiadora de profesión, Alejandra Wood logró dar con su veta y con la empresa que –en el marco de la política de responsabilidad social empresarial- le permitió desplegar las alas y soñar. Así los involucró en megaeventos tan importantes como el ‘Festival de Teatro Santiago a Mil’ o el concurso de cuentos ‘Santiago en 100 palabras’ que acaba de ser adjudicado y que en su octava versión recogió más de 37 mil historias.
Reconocida en el circuito por el ojo que tiene a la hora de elegir proyectos, no escapa que programas televisivos como “Una belleza nueva” o “Leonardo Lui” consiguieran que Escondida se convirtiera en su mecenas, como tampoco los documentales de María Elena Wood, su prima y destacada periodista, sobre la reconstrucción de las iglesias nortinas de Mamiña y Macaya.
Casada, 41 años y tres hijos, Alejandra señala que Minera Escondida apostó por el nicho cultural tras confirmar que este era un excelente puente para vincular a una empresa que se desarrolla en los extramuros de las ciudades con la gente común y corriente.
“La cultura nos permitía acercarnos y además, teníamos la libertad de hacerlo porque con ello no íbamos a vender más cobre”, explica. Y agrega que el esfuerzo que hacen tiene que ver con la creación de capital social para el país, considerando que ellos extraen un recurso natural no renovable.
-¿Por qué la política de RSE de ustedes adquiere tanto la cara de la cultura?
“Nosotros tenemos varios focos de inversión: por un lado, la tecnología, por otro, la educación, y también el apoyo a nuestras comunidades vecinas y el desarrollo de la cultura. Esto último lo desplegamos en las regiones metropolitana y segunda, cuestión que nos ha sido fácil comunicar.
“Pero el desafío por delante es comunicar lo que hacemos en el ámbito de la educación e innovación, así como sobre las comunidades. Vamos a anunciar un conjunto de proyectos Bicentenarios que son básicamente de infraestructura en Antofagasta. Y estamos trabajando con ‘Un Techo para Chile’ en la erradicación de los campamentos; y con la Universidad de Chile llevamos un programa denominado ‘Profesionales para un Mundo Global’ que consiste en becas para un magíster en el extranjero”.
-¿Este giro tiene que ver con el prejuicio de que invertir en cultura no apunta a dar solución a problemas sociales urgentes?
“Es que no es así, en la II región construimos dos escuelas en sectores pobres; estamos haciendo esas cosas que son bastante más rentables en términos de capital social, pero creemos que la cultura también es importante. Cuando se piensa en proyectos de carácter masivo, con espectáculos de excelencia y gratuitos, con un énfasis en los sectores más necesitados, al cabo del tiempo, sí se marca la diferencia. Se trata de instalar en el ciudadano promedio la idea de que sí puede acceder a la cultura y que sí se construye país con ella. La ‘Pequeña gigante’ llevó 700 mil personas a la calle y los únicos daños fueron las plantas pisadas; eso es civilidad, es un ejemplo de cómo podemos ser ciudadanos que se apropian de los espacios públicos y los cuidan”.
-¿Cómo revierten la crítica de que la inversión que hacen en cultura tiene un objetivo de marketing detrás?
“La verdad, eso debieran preguntárselo a la gente, a la que recibe los beneficios. El desafío que tiene esta empresa, en el mundo de hoy, es comportarse como un vecino más y no suele ser fácil cómo hacerlo.
“La confusión se produce porque hay muchas empresas que apoyan la cultura, pero también invierten mucha plata en marketing”.
-¿Qué criterio aplican a la hora de optar por financiar proyectos; masividad, calidad, trascendencia?
“Ya lo decía: iniciativas de excelencia, que tengan un impacto masivo, de acceso gratuito. También nos interesa estar involucrados en alianzas donde podamos proteger el patrimonio intangible; es decir, no vamos a restaurar la torre de una iglesia, pero sí vamos a financiar un programa que muestre los pueblos andinos. Estamos por rescatar manifestaciones de nuestra cultura, como la cueca brava, que no siempre están ahí”.
-¿Y por qué no rescatar patrimonio tangible?
“Porque aprendimos poner un foco para que la inversión tenga un impacto. Además, ahí hay un rol del Estado que es bastante fuerte, y a la empresa no le corresponde hacerse cargo de eso”.
-A partir de lo que dices, ¿no crees que, con la cada vez más mayoritaria presencia privada en la cultura, el Estado está descansando en ustedes?
“No comparto esa visión. El Consejo de la Cultura y las Artes da un apoyo bastante importante, y creo que la empresa, al aportar, también cumple con su rol social.
“No veo para nada un traspaso de responsabilidades, siento que hay un trabajo en conjunto. El Estado está cumpliendo con el rol que le compete en ese ámbito, mira la inversión en infraestructura que está haciendo con los centros culturales; creo que cada uno ocupa el nicho que debe”.
-Estamos en tiempo de crisis, ¿en cuánto va verse golpeado tu presupuesto?
(Se ríe) “No lo sé, pero ya tenemos la impronta de mayor austeridad. Los proyectos hasta julio de 2009 los vamos a cumplir, pero no estamos tomando nuevos proyectos en este momento. Estamos mirando con cautela como se desarrollan las cosas y lo nuestro es un negocio a largo plazo. Estamos confiados de que podremos seguir haciendo los proyectos más emblemáticos”.