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Hablar sobre la muerte y despedirse con señas que alertan

Una persona puede pasar semanas o meses planeando su muerte. En ese lapso hay advertencias que pueden permitir a sus cercanos actuar de inmediato para prevenir.

24 de Diciembre de 2008 | 10:22 |
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Cerca de 1.700 personas se suicidan al año en Chile, una cifra que preocupa, considerando que tenemos una tasa de 10,3 suicidios por cada 100 mil habitantes.

Ésta es la segunda tasa más alta de América Latina, después de Uruguay, y se acerca a la de países como Estados Unidos, Australia y Singapur.

Para enfrentar este problema, que afecta a seis hombres por cada mujer, el suicidio está siendo analizado por diversos grupos en el país. En la U. Católica, un estudio liderado por el psiquiatra Jorge Barros está buscando determinar los factores que aumentan el riesgo de la conducta suicida y aquellos que son protectores o disuasivos de ésta. "Esperamos que esto nos ayude a diseñar estrategias terapéuticas más eficaces para intervenir, y así prevenir", señala Barros.

Mitos perjudiciales

La depresión es el factor cardinal que aumenta el riesgo de suicidio, a lo que se suman otras patologías psíquicas, como esquizofrenia, alcoholismo y adicciones en general, dice el psiquiatra Pedro Retamal, profesor de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, donde se está analizando una base de datos de 18 mil suicidios entre los '90 y 2005. "Episodios depresivos en años anteriores, depresión y actos o intentos suicidas recientes en parientes de primer y segundo grado son otros elementos de riesgo", dice el experto.

Los investigadores de la U. Católica siguieron a un grupo de 151 pacientes hospitalizados en el Servicio de Psiquiatría de la Clínica UC San Carlos de Apoquindo. El 21% tenía ideaciones suicidas (anunció que se iba a suicidar, pero nunca lo intentó), el 42% tuvo intentos de suicidio con estrategias de sobrevivencia (por ejemplo, avisar que acaba de tomar una sobredosis de medicamentos) y el 18% había cometido intentos de suicidio casi letales; es decir, "son personas que sobrevivieron a un intento mortal". En estos dos últimos grupos, el 70 y el 90%, respectivamente, tenían intentos previos de suicidio.

Lo anterior ayuda a desterrar uno de los mitos más frecuentes al respecto: que la persona que hace varios intentos, en realidad reduce su riesgo de suicidio.
Esto se asocia a otra idea errada, dice Barros, que es "suponer que el intento de suicidio es blanco o negro: si te querías matar, deberías haber muerto; y si no moriste, quiere decir que no te querías matar. Pero es justamente a la inversa", señala.
En el país
17,4 por 100 mil habitantes fue la tasa de suicidio en hombres en 2005. En ellas fue 3,4.
22,2 fue la tasa de suicidio en Aisén en 2005, la más alta en Chile desde 2000.
7,5 es la tasa más baja desde 2000, registrada en la región de Coquimbo.
45 a 64 años es el grupo etario con mayor tasa de suicidio en 2005. Ésta fue de 14,5.

"Lo habitual es que las personas que tratan de matarse y las que lo logran no tienen una decisión irreversible y rígida respecto de morirse. Conservan una ambivalencia, y muchas veces después de salvarse prefieren seguir vivos".
De ahí que matarse tampoco sea una decisión precipitada. "El suicidio es una idea que se va gestando en forma progresiva, y es difícil que aparezca súbitamente. El acto en sí puede parecerlo, pero la idea, la planificacion y los intentos pueden tomar semanas o meses", agrega Retamal.

En ese período hay varias señales alarmantes que, según los expertos, requieren consultar de inmediato a un especialista.

Entre éstas se cuentan comentarios respecto de la idea de suicidarse. "Éstos no deben considerarse como una simple amenaza, intento de llamar la atención o manipulación", advierte Retamal. "A eso se suman conductas como entregar o delegar bienes, funciones o actividades, y la aparición de cartas o emails que aluden a falta de sentido en la vida, muerte, abandono o querer morir", dice el psiquiatra.

El doctor Barros señala la tendencia a despedirse de personas cercanas y el aislamiento son otras advertencias. "También puede ocurrir que una persona no comunique su deseo de suicidio o que haga un intento y diga que en realidad no estaba tratando de matarse. Ésa es una señal que no nos debe dejar tranquilos".

Impulsan plan para indagar en causas de cada muerte

Se trata de verdaderas "autopsias psicológicas": un grupo de profesionales se va a entrevistar con las personas más cercanas a quienes se quiten la vida. La idea es llegar a saber por qué lo hicieron. "Por primera vez vamos a tener un registro detallado de las circunstancias que rodean a cada suicidio. Estas muertes no serán sólo una cifra. Al interpretar los datos, podremos hacer diagnósticos locales y saber qué estrategias necesita cada región", afirma el doctor Alberto Minoletti, jefe del Departamento de Salud Mental del Ministerio de Salud.

No se puede implementar una sola política a nivel nacional, agrega, porque este problema varía mucho según la región. Por eso, ya se está capacitando personal en diez Seremis de Salud para que comiencen esta investigación, que también contempla el estudio de los casos de suicidios fallidos.

Este es un paso más en las estrategias de prevención que impulsa el Minsal. El primero, agrega Minoletti, es el programa nacional contra la depresión, que ha llevado a que esta enfermedad sea tratada dentro del AUGE.

El segundo paso, agrega, es mejorar la calidad de la atención de esta enfermedad del ánimo. Y para ello, se prepara una evaluación.

Pero la prevención del suicidio debería ir mucho más allá de las personas de riesgo, advierte la socióloga Francisca Florenzano, quien realizó el estudio "Determinantes sociales del suicidio en Chile". Ella hace ver que los países que han tenido éxito en disminuir el suicidio son los que contemplan los factores sociales, económicos y ambientales, y no se centran sólo en la población que tiene algún problema de salud mental.

Pone como ejemplo las estrategias de integrar a los adultos mayores a la comunidad, o las de ayudar a los adolescentes a fortalecer sus lazos familiares y comunitarios. Es decir, todo lo que lleva a las personas a no aislarse.

Minoletti afirma que existen iniciativas incipientes de promoción de la salud mental de los adolescentes, así como con los adultos mayores. Pero admite que hay que seguir trabajando en ellas de manera intersectorial.

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