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La revolucionaria campaña contra la anorexia

Hace unos años el sicólogo estadounidense Eric Stice desarrolló un programa de prevención de desórdenes alimentarios en las adolescentes. Su método, en que las mujeres toman conciencia sobre cómo han sido manipuladas para creer en un ideal de belleza irreal, se ha transformado en una cruzada activista llamada "Body Activism". Cientos de jóvenes estadounidenses realizan manifestaciones pegando post its en baños y libros con mensajes tales como "no más dietas" y "aprende a querer tu cuerpo".

07 de Enero de 2009 | 11:19 |
Algo está cambiando en las universidades, facultades, campus y colegios de Estados Unidos. Algo está manifestándose con fuerza entre las jóvenes mujeres que van a clases para pavimentar su destino. Algo extracurricular las inquieta, las incomoda y las ha hecho reflexionar: no quieren seguir en la lucha estéril por ser delgadas. No quieren continuar matándose en el gimnasio para parecer una Barbie. No quieren seguir perdiendo tiempo y energías en el intento.

Ha nacido un movimiento que ya tiene miles de seguidoras y que pretende echar por tierra las verdades estéticas impuestas por la publicidad. Ahora son ellas las que establecen nuevos cánones de belleza: los propios, los que trae cada una desde el momento en que nació. "No más cuerpos flacos; bienvenida la contextura, el peso y la talla con que nacimos", es la arenga que proclaman.
Todo partió en una sala de atención a pacientes de la Universidad de Stanford.

Era el año 1998 y el joven sicólogo Eric Stice, hoy eminencia en desórdenes alimentarios adolescentes, atendía a una chica que sufría anorexia. La sesión de terapia se tornó intensa. Ella, extrañamente, empezó a observar cuán molesta se sentía con su cuerpo. Lo furiosa que estaba con la invitación que hacía la publicidad y algunos medios a seguir ciertos estereotipos de belleza. "Fue por lejos el tratamiento más poderoso al que he asistido en mi vida. Ella argumentaba y argumentaba. Fue muy agresivo. Una especie de catarsis potentísima", comenta Stice en entrevista exclusiva con Revista Ya.

El especialista quiso repetir la experiencia con otras personas y observar qué sucedía. Esas fueron las bases del "Body Project", un método sicológico que después desarrolló en profundidad en la Universidad de Texas. Se trata de un programa que consta de diferentes etapas, actividades y sesiones, donde las mujeres se dan cuenta de cómo han sido engañadas por las firmas de alta costura y la industria estética para alcanzar medidas físicas imposibles de sostener de manera saludable.

"Tratamos de desarrollar una intervención que intentó cambiar el modo en que las personas perciben el look de las modelos, el "thin ideal" (ideal delgado). Si existe una niña en Chile que trabaja para que su cuerpo encaje en el de una supermodelo, para lucir como ella, es porque mira en menos ciertas partes de su propio cuerpo y quizás esté haciendo cosas poco saludables para ser delgada. Entonces nosotros desarrollamos una intervención para permitirles a las mujeres que tengan la oportunidad de que hablen entre ellas sobre cómo han estado absorbiendo por años este ideal y el daño que les ha hecho. Ahora ya vamos en nuestro sexto estudio y todo lo que hemos realizado superó nuestras expectativas. Hasta hoy nadie había descubierto cómo reducir el riesgo de tener desórdenes alimentarios, cómo prevenirlos. Pero este programa dio en el clavo".

Hasta el momento las cifras son más que alentadoras: las probabilidades de tener anorexia o bulimia fueron reducidas en un 61 por ciento entre las mujeres que participaron del proyecto, y por cada 100 jóvenes que pasaron por este programa, hay siete personas menos que sufren desórdenes alimentarios.

¿El secreto del éxito? No sólo predicar, sino también practicar. Una de las secciones de "Body Project" es ser parte activa en la generación del cambio, para hacer tomar conciencia a las personas. "Ese ir contra la corriente y mirar con ojo crítico todo ideal de belleza fuera de alcance". Por eso a la tendencia que nace de body project se le ha llamado "Body Activism", y ya tiene países en que ha partido: Canadá, Italia, México y Australia.

Son las propias niñas las que mediante actos pacíficos propagan la aceptación de sus cuerpos. Por ejemplo, se arman de post its con mensajes tales como "Tu belleza brilla" o "Eres única y linda sin importar nada" y los pegan en lugares visibles como los espejos de los baños de los colegios o los vestidores de las multitiendas. También se han infiltrado en librerías donde eligen los ejemplares de dieta para dejar las pegatinas. "No necesitas hacer régimen", dicen algunas.

Otra actividad que realizan mensualmente es mandar cartas a los editores de revistas como Vogue o Cosmopolitan donde les piden que cambien el switch de los contenidos y permitan que mujeres reales ocupen las portadas y no solamente las rubias y muy delgadas modelos.

Además, se desafían a sí mismas. Ponen a prueba su autoestima para medir cuán conscientes o preocupadas están de sus cuerpos. "Si realmente estás conforme con tu cuerpo, serás capaz de usar un short y saldrás a la calle sin ocultarte. Sólo entonces se dan cuenta de que la reacción de la gente no es terrible como esperaban. Porque la mayoría de la gente no es modelo, ¡es cosa de mirar a tu alrededor! Y no importa cuánto peso pierdas, no serás una supermodelo", sentencia el sicólogo Eric Stice.

La propagación del body activism

Hasta el momento, Stice sólo había trabajado a nivel individual. Caso a caso. Pero la sicóloga y doctora de Trinity University de San Antonio, Texas, Carolyn Becquer, quiso ir más lejos. Su idea fue adaptar este mismo programa a las hermandades femeninas, especies de clubes de jóvenes con misiones específicas y donde la ayuda entre unas y otras es clave.

"Iniciamos este programa con el nombre de 'Reflexiones"'. Es básicamente el mismo Body Project, salvo que en este caso es liderado y dirigido solamente por hermandades. Lo que buscábamos era crear una suerte de grado de comunidad para el Body Activism. Entonces, en lugar de que una mujer individual entrara al programa y tuviera el coraje para comprometerse individualmente para ser una activista del cuerpo, agrupamos puñados de mujeres que pertenecían a las mismas comunidades o fraternidades y pusimos acento en que el compromiso por el cuerpo debía ser colectivo. Por ejemplo, un grupo de ellas estableció que no volverían a tener conversaciones del tipo me veo tan gorda o qué bien te ves, seguro perdiste peso. Si algo así sucedía, las involucradas tendrían que pagar una multa y esos dineros se donarían a caridad. Ese es un ejemplo de activismo", comenta Carolyn Becquer.

Otra fraternidad decidió que jamás usaría como criterio el aspecto físico de una candidata para dejarla entrar a su grupo. "Ellas establecieron esa regla". Bécquer explica que el énfasis de su trabajo es fomentar en la comunidad la idea de que se puede aprender a rechazar el ideal delgado con la fuerza de un conjunto. El sistema opera así: si la hermandad tiene 200 miembros, hace 20 grupos pequeños y todos pasan por la misma sesión. En la primera reunión, ellas describen cómo es la mujer perfecta. Becquer detalla: "Dicen que es delgada, que tiene piernas largas, un estómago plano y ese tipo de cosas. Hablan también sobre de dónde viene ese ideal y hablan de los costos de perseguir esa belleza irreal. El costo es físico, sicológico, económico. En este caso tiene un costo para la comunidad que persigue ese ideal, perjudica a la hermandad en su conjunto porque la distrae de sus principios como el liderazgo académico o la solidaridad con las hermanas".

En ese sentido, empezar a trabajar con las hermandades la hizo notar un punto interesante: tienen todo el potencial y know how para sostener este movimiento. "A lo largo del mundo hay más de cuatro millones de miembros de las hermandades, y ellas tienen unos recursos muy significativos porque están muy bien organizadas como comunidades, y se pueden hacer cargo de una cruzada como ésta porque se preocupan del cuidado de las mujeres que son miembros. Entonces para mí éste es un comienzo más que auspicioso", dice Becquer.

Importar el Body Project

" En Estados Unidos, el diez por ciento de las mujeres ha sufrido alguna vez en su vida un trastorno alimentario. "Son cuadros cuya frecuencia ha aumentado en Occidente en las últimas décadas y especialmente en los países desarrollados", observa el siquiatra chileno Rolando Ahubert. Explica que en nuestro país la frecuencia estimada es hasta del 4% de los adolescentes. La edad promedio de comienzo son los 15 años, "pero existen casos que empiezan antes de la pubertad. La incidencia de estos trastornos decrece después de los veinte años".

El aumento en Norteamérica ha sido tal, que el gobierno de Estados Unidos ha desembolsado más 20 millones de dólares en la implementación del "Body Project", y todavía le quedan muchos rincones a los que llegar. "Lo que viene ahora es encontrar el modo de hacer que la logística del programa sea barata", apunta Carolyn Becquer.

Adoptarlo en Chile: El libro con todos los pasos detallados se vende en Amazon por 28 dólares y en el caso del programa que aplica para las hermandades, la guía para aprender a dirigir un grupo cuesta 30 dólares. Eso sí, los líderes que dirigen la conversación tienen que ser entrenados: el curso dura 14 horas. "Chile es una sociedad permeable a las tendencias que vienen de Norteamérica. Es probable que las chilenas puedan incorporarse a este movimiento siempre que especialistas de acá lo adapten", apunta el doctor Ahubert.

Factores ambientales para consdierar: El especialista también destaca un punto importante: la anorexia o bulimia no sólo se debe a factores ambientales o culturales, que son los que ataca el programa "Body Project".

Factores biológicos: También hay de este tipo, principalmente a nivel cerebral. "La reducción de la serotonina del cerebro y la alteración de secreción de colecistocinina en respuesta a la comida se puede vincular con la bulimia nerviosa. Por otro lado, existen investigadores que consideran que la disfunción hipotalámica puede ser una causa de los trastornos de la conducta alimentaria, y también existen ciertos datos de que la disminución de noradrenalina en el líquido cefalorraquídeo se puede relacionar con el desarrollo de anorexia nerviosa".

El papel de los hombres: El sicólogo Eric Stice remarca: "Muchos de los problemas de desórdenes alimentarios también pasan por la mentalidad de los hombres; muchos de ellos quieren tener a su lado una mujer que parezca supermodelo y eso es irreal. Les asignan mucho más valor a su apariencia que a sus logros; las supermodelos son más ponderadas que las mujeres que alimentan a los pobres'.

Añade: 'Prefiriría que la sociedad les diera más valor a las profesoras de escuela que a las supermodelos, pero ésa es mi visión. Estar conscientes del tema ayuda mucho. Cuando yo estaba en la secundaria me acuerdo de haber tenido el deseo de tener una novia que pareciera modelo, pero una vez que entré a la universidad me di cuenta de que ese modo de pensar era bastante tonto y que era grosero juzgar a una mujer por su apariencia, o la ropa que usa o la talla que lleva. Todos necesitan estar menos pendientes de cómo se ven y valorar más quiénes son en realidad".
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