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Remar para ganar

Un bogador es una máquina de alto poder. Su capacidad física es llevada a límites insospechados durante una prueba en un bote. Y, por lo mismo, necesita un entrenamiento acorde a tales exigencias.

06 de Enero de 2009 | 16:18 |
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Ver un remero en competencia es ver pura energía en movimiento. Remar pone a prueba todo su cuerpo y toda su mente. Su corazón y sus pulmones se desbocan en un ritmo incesante, todo para desarrollar la máxima potencia. Hasta el dolor. Y más allá... ¿Cómo llegar a estos niveles altísimos de rendimiento? ¿Cómo llegar más allá de todos?

Un bogador de alto rendimiento debe hacerse todos los días, entrenando, haciendo evolucionar su cuerpo y su mente. Entrenar encierra la enseñanza de moldear el cuerpo a nuestro antojo con voluntad y perseverancia, enfocándose en su pasión... Deslizarse por las aguas, en el menor tiempo posible, al máximo de sus capacidades, empujando sus límites, en una diaria evolución.

El entrenamiento de un remero debe desarrollar al máximo su sistema aeróbico, el responsable de llevar oxígeno a sus músculos. La base de este sistema es su aparato cardiopulmonar, donde los pulmones se llenan de aire y permiten la difusión del oxígeno a la sangre, una increíble cinta transportadora llena de saquitos de hemoglobina, los glóbulos rojos que se saturan de oxígeno en los pulmones y llegan a las fibras musculares ávidas del vital gas...

Un remero usa todos los músculos de su cuerpo. Sus músculos abdominales y dorsales fijan el eje del cuerpo. El remo es la prolongación del brazo, del antebrazo y de la mano que lo fijan para empujarlo con movimientos rotatorios del hombro, propulsado también por los músculos de la espalda alta, de la espalda baja, de los glúteos y las piernas.
Distinto
Un hombre normal tiene un frecuencia cardiaca entre 70 y 80 latidos por minuto, en comparación a los 40 latidos por minuto de un deportista con alto entrenamiento aeróbico.

El remo deportivo demanda, en el alto rendimiento, máximos consumos de oxígeno, y además tener músculos muy potentes, es decir, capaces de desarrollar la máxima fuerza en el menor tiempo. Pero en este tipo de deportes, otro músculo, el corazón, es quizás el más importante... En reposo, el corazón de un deportista acostumbrado a esfuerzos máximos y submáximos late a menor frecuencia que el de un hombre sedentario. Pero es capaz de latir más rápido, y, lo que es más importante, en cada latido expulsa el doble de sangre. Esto hace que la potencia aeróbica de un remero sea también el doble.

Un hombre normal tiene un frecuencia cardiaca entre 70 y 80 latidos por minuto, en comparación a los 40 latidos por minuto de un deportista con alto entrenamiento aeróbico. En ejercicio ambos aumentan su frecuencia cardiaca hasta casi 200, pero en cada latido el corazón del atleta bombea 200 cc. de sangre. Esto hace una gran diferencia con lo 100 cc. de un hombre no entrenado. Así, el deportista es capaz de hacer circular casi 40 litros de sangre hasta sus músculos gracias a un corazón más muscular.

Pero la potencia para ser llevada a la máxima eficiencia en el movimiento implica una técnica perfecta. En el remo esto se traduce en más avance con la misma energía. La biomecánica en el remo enseña a manejar las fuerzas positivas, de avance, y las negativas, de retroceso, en el ciclo del remo.

Una carrera de remo de 2.000 metros es un evento clásico. Los récords se han pulverizado ¿Qué ha hecho la diferencia? Por supuesto remos y embarcaciones han evolucionado, pero la ciencia del deporte también ha sido fundamental, enseñando a los atletas qué comer, qué beber, cómo dosificar sus cargas de entrenamiento, cómo protegerse de lesiones, en fin, cómo entrenar para ganar.