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Aplazando el retorno a Chile

Radicado hace 6 años en Miami, el cantante comenta cómo es la vida de un chileno en las tierras de Florida y comparte su filosofía para curar un corazón enfermo.

01 de Abril de 2009 | 08:25 |
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En la sala de ensayos, los músicos que acompañarán a Alberto Plaza en su tour nacional, ensayan los temas más antiguos de la carrera del cantante. Canciones como “Yo te canto”, parecen ser parte de una etapa lejana del artista, en esa época en la que vivía en Chile, allá en los años ’80, y que hacía suspirar con “De tu ausencia” o hacía aplaudir al monstruo de Viña con “Que cante la vida”.

Es que regresar al país, aunque sea por unas semanas, es una invitación obligada a recordar las primeras huellas que dejó en terreno nacional y que continuaron dejando su marca con una lista importante de canciones -cómo olvidar “Pequeño rayo de sol”, “Bandido”, “Sentencia” y varias más- hasta que decidió, en el 2002, ir en busca de nuevos horizontes, esos que el lejano Chile parece ocultar a los artistas que quieren traspasar las fronteras con su música.

Desde entonces, Miami se ha convertido en su base y actual hogar. No por nada partió hasta allá con su esposa, la viñamarina Sandra Munilla y con José Domingo, su “milagro de abril”, que ya tiene 7 años. Allá se les unió Santiago, hace dos años, quien, como cuenta su orgulloso padre chuncho, ya ha aprendido a decir en idioma bebé “a U”, cuando le preguntan que de qué equipo de fútbol es.

Hoy llegó a Santiago sin ellos -dejó Florida con unos extrañamente fríos 4 grados de temperatura, para encontrarse con unos igual de extremos 33 grados santiaguinos- sólo acompañado de sus músicos que lo seguirán hasta Argentina y Costa Rica, país donde estará el próximo 12 de febrero, cuando cumpla 47 años.

“Ahora, en Chile, voy a recorrer harto, así que voy a comer de todo un poco. Pero me gusta mucho la onda de los mariscos; no puedo venir y no comer machas o algún caldillo de congrio. Pero, más que nada, aprovecho de ver a la familia, a los amigos y cantar, porque canto más en otros países y acá lo hago bien poco, dentro de todo”.

-¿Vas a volver a vivir aquí?
“Sí, pero no sé cuándo. Creo que en esta etapa de mi vida tengo que seguir allá, porque Miami es una ciudad muy bien ubicada en el mapa, si hay que desplazarse a cualquier parte. Además, es el punto desde donde se hace la música latina; están las compañías discográficas, las editoriales, los Grammy, los productores, los artistas... Los amigos pasan a ser gente que está conectada con el mundo global de la música latina y eso es bueno. Acá, todo es muy lejos y esa es la sensación para ellos, si uno que vive aquí, así que no te toman en cuenta”.

-¿Se te ha hecho difícil vivir tanto tiempo lejos de tu país?
“No, allá es muy rico. Es una ciudad muy cosmopolita; te encuentras con personas de todo el mundo -fundamentalmente latinos y de todas las culturas- y eso te abre la mente. El día que llegué a Miami a vivir se me cayeron todos los prejuicios, porque la gente allá es tan distinta... Se presenta al frente tal como es, sin historia, sin familia, sin ninguna carga. Así que aprendes a querer al resto por lo que son”.

-Ya tendrás más de alguna costumbre de allá...
“Se me han pegado algunas palabras o un acento medio cubano...”

-Pero llegaste hoy y suenas bien chileno...
“Es que en mi casa es muy chilena la cosa. Ahí a mis hijos les hago hablar español. El mayor tiende mucho a hablarme en inglés, porque con todos sus amigos lo habla, pero yo le digo que yo no entiendo eso, que me hable en español. Es que sino lo pierde”.

-¿Y preparan cazuelas y humitas?
“No. Tenemos una nana que es peruana, así que nos cocina cebiche y cosas ricas. Es que yo vivo a dieta, así que en el día el menú es pollo con ensalada y en la noche, ensalada con pollo. Eso es para mí.
“Tengo facilidad para engordar, pero con la comida soy el tipo más fácil de la tierra, me da lo mismo qué comer”.

-Eres un enamorado del golf. ¿Sigues con esa pasión?
“Sí, pero pasé por varias curvas. Tuve un momento de obsesión, de camisa de fuerza, de no parar de jugar y de pensar todo el día en eso. ¡Es que así es! El golf te agarra y hay gente que se vuelve loca, que pierde el trabajo, todo. Para el que es perfeccionista es lo peor, porque al principio, cuando empiezas a jugar, no le pegas a la pelota ¡y la pelota está ahí mismo, quieta, esperando! Entonces, se convierte en un desafío muy grande. Después ya me relajé y ahora juego 2 veces por semana. No traje mis palos a Chile... Antes no viajaba sin ellos”.

-¿Evitando la tentación?
“No, es porque también voy a tener muy poco tiempo para jugar y prefiero hacer vida social”.

-José Domingo jugaba ya a los 3 años...
“Y a esa edad hizo un par 3... Jugaba súper bien, pero de repente, ¡pac!… Se le fue la pasión y no le gustó más. Es que este deporte es muy solitario y a los niños les gusta jugar con los amigos.
“Con la música, tiene un talento increíble, perfecto, un oído precioso, pero no pesca. Yo tampoco lo fuerzo. Si no le gusta que busque otras opciones, pero que haga algo, no quiero que esté en la casa todo el día…”

-¿Y Santiago?
“Es una cosa exquisita… Tan rico ese cabro chico; es alegre todo el día, simpático, conquistador… A todo el mundo le vuelve loco. Es una alegría, pero tiene 2 añitos así que todavía no sé ve para donde va. Le gusta harto la pelota, eso sí, ¡pero a todos les gusta!”

Papá Alberto se levanta temprano, junto con José Domingo que tiene que ir al colegio. Antes lo iba a dejar hasta allá, pero “del cielo cayó un ángel”, como cuenta, para hablar del nuevo vecino que tiene un hijo en el mismo curso del primogénito de los Plaza y que se hace cargo del traslado de éste hasta su recinto de estudios.

Es por eso que la principal actividad matutina del músico se concentra en internet, donde pasa gran parte del día revisando su página, leer mails, mandar saludos a las radios de varios países y claro, a componer, hasta que en la noche sale a algún asado o concierto por la ciudad.

-¿Así quién quiere volver?
“No, es que dicen que allá, cuando los hijos llegan a la adolescencia, vuelan, porque se van muy temprano de la casa. A los 17 años parten a la universidad, a Pensylvania por ejemplo, y los pierdes muy luego... Los latinos somos más de conservarlos”.

-Visto que el retorno se ve lejano, ¿qué te parece el nuevo Presidente?
“Barak Obama me encanta, lo encuentro espectacular. En buena hora se fue Bush, que ha sido lo peor que le ha pasado a la humanidad en mucho tiempo; un tipo nefasto. Ahora aparece este presidente nuevo, que es la respuesta del clamor de la gente por un cambio. Dio vuelta todo: se llama Hussein, es negro, tiene 47 años, su papá era de Kenia... Creo que pondrá conciencia social en un mundo demasiado capitalista. No puede ser que Bush le haya dado al mercado todo sin regulación o que el país más desarrollado del mundo tenga la salud que tiene, que es carísima y la atención es pésima”.

-¿Lo has vivido en carne propia?
“Sí, esperando horas. La otra vez, mi hijo (José Domingo) se cortó un dedo en una silla de esas que se echan para atrás, que tienen un mecanismo de tijera. Metió los dedos ahí y ¡pac!, se lo cortó... Si no es porque teníamos un contacto en el hospital, lo habría perdido”.

-Pero cómo, ¿le quedó el dedo colgando?
“Sí, colgando y para el otro lado. Partimos al hospital y nos dijeron: ‘espere ahí’. Yo le decía a la enfermera: Señorita, esta cuestión es sensible al tiempo. Si ustedes no me atienden rápido, él va a perder su dedo. ‘Sí señor, momento’, me dijo. Mi hijo ya se había desmayado del dolor. Y mientras, todos esperando. Por suerte me llamó un amigo que conoce al director del staff médico del hospital -que es chileno- y el gallo llamó y pidió que me atendieran. Me pasaron directo, operaron a mi hijo y le salvaron el dedo... Así que sí, creo que Obama va a traer un aire de frescura y de inteligencia a todo este sistema”.


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