La actual "crisis" económica está siendo motivo o pretexto para realizar acciones que surgen del significado que cada uno le dé a este quiebre. "Me puedo empobrecer y perder todo lo que he logrado", es el sentir de algunos.
En otros, la mirada se vuelca inmediatamente hacia afuera: "¿Cómo ayudar a los que más les afectará la crisis porque tienen poco o nada de colchón para soportarla?".
La reacción no depende del nivel socioeconómico, sino de la visión más o menos individualista o fraterna, y de los valores tras ella.
Todas las crisis desafían lo valórico en las personas, porque al remecer el statu quo activan la conciencia; ponen en alerta. Las personas, desde lo más propio de su personalidad y valores, deciden cursos de acción para protegerse y/o proteger a otros. Y, eventualmente, sacar provecho de la crisis, porque ésta siempre es una oportunidad de crecimiento.
"En familia, revisamos los gastos prescindibles y elegimos personas cercanas a quienes ayudar en este período. Nos sirve para vivir los valores de la austeridad y de compartir".
"Nuestro jefe decidió pasar la crisis con la menor dotación de trabajadores posible, y despidió en una semana a veinte, sin siquiera convocarnos a deliberar caminos alternativos... Me habría bastado con el espacio que usaba, y yo gestiono mis proyectos".
"En mi oficina se decidió cambiar muchas cosas para poder sobrevivir más tiempo todos con empleo. También decidimos cómo y cuándo tendremos que reducirnos, y estamos creando un fondo de indemnización adicional".
"En mi caso, los dueños aprovechan la crisis para reducir salarios y tenernos amenazados de despedirnos en cualquier momento; un abuso".
Conviene revisar si las decisiones que estamos tomando en privado se avienen con los valores que declaramos en público.
