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La queja constante: una invitada non grata en la convivencia

Aunque quejarnos sea casi una acto reflejo, la idea es no agotar a quienes nos rodean.

02 de Marzo de 2009 | 10:31 |
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Nos quejamos demasiado; vivimos pensando que el mundo y los otros nos niegan lo que merecemos y comienzan expresiones como "ay, otra vez lo mismo, el tiempo no nos acompaña"; "¿por qué no se les ocurrió otra cosa?"; "¿para esto me citaron?" "¡Nada funciona como debiera!".

La queja es una forma de expresar disconformidad e insatisfacción, sin embargo, cuando esta forma de expresión se ha transformado en un hábito de alguno(a) de los "comensales", se agota la paciencia de quienes les toca prestar oído. Genera enojo, aburrimiento y/o simplemente se deja de escuchar. Todas, actitudes que entorpecen la convivencia y el bienestar de los presentes.

Muchas situaciones no se dan como uno quisiera, eso nos pasa a todos; nuestro cuerpo reacciona, nos tensiona emocionalmente y por lo general expresamos esta tensión mediante la queja. Es la respuesta más fácil y, por tanto, llega a ser automática.

Un factor clave de las personas "no quejosas" es la decisión de "tomar las riendas" de su insatisfacción y transformar la queja en acción, hacer algo con ella. La insatisfacción les desafía la propia creatividad para hacerse cargo de la situación y buscar alternativas más satisfactorias; solos o con ayuda, de un modo o de otro.

Por el contrario, para quienes no toman las riendas de su insatisfacción, la necesidad de hablar de su malestar es algo constante, manifestándose en los espacios más inesperados, sin importar si las personas son las indicadas para escuchar. Están tan autocentrados, que no escuchan razones, se complacen en seguir encontrando faltas por lo que no aceptarán fácilmente propuestas de solución.

Importante es tener en cuenta que la insatisfacción también la podemos expresar comunicando nuestra solicitud de manera muy específica a la persona indicada; asumiendo que existirán al menos tres respuestas posibles: "sí", "no" o "una contraoferta"

En un tiempo como el actual, donde todos buscamos espacios gratos de convivencia tanto para trabajar, como para recrearse y aprender, los "quejosos" ya no son bienvenidos.
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