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Aprender a dormir

Una de las cosas más importantes a inculcarles a los hijos, cuando son pequeños, es un buen hábito de sueño. Lo ideal es que esto suceda en la primera etapa de vida, siendo los cuatro meses la edad clave.

18 de Marzo de 2009 | 10:19 |
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Es común ver madres desesperadas porque sus hijos no pueden quedarse dormidos. Despiertan a medianoche, lloran y causan congoja a sus padres que no saben qué hacer para que sus niños concilien el sueño.

El tema ha dado origen a una serie de tratados y libros sobre cómo lograr éxito en esta tarea, porque la tendencia es que los padres tienen que ser instruidos sobre los beneficios del sueño; deben saber que es un estado necesario e indispensable para el crecimiento y desarrollo normal del niño, señala la doctora Perla David, neuróloga infantil de la Clínica Dávila y especialista en amneas.

La importancia radica en un aspecto fundamental: la hormona del crecimiento sólo se activa cuando hay un descanso profundo, como cuenta la especialista. Pero esta sustancia no sólo sirve para crecer, sino que también para posibilitar la acción de maduración cerebral y de la memoria, cuestión que no se consigue si el niño se acuesta en horarios de adultos.

Por lo anterior es que lo importante es que el bebé debe acostumbrarse a tener “ciclos circadianos”, es decir, que relacionen dormir con la oscuridad y la vigilia con la luz, ciclo que dura 24 horas, explica el neurólogo infantil Yuri Dragnic. Agrega que “la importancia de estas rutinas es que la guagua aprende hábitos que no conoce, ya que viene del útero, donde son otros los patrones del sueño”.

En lo anterior coincide la doctora David, quien aclara que “el ser humano fue creado para levantarse cuando sale el sol y dormir cuando se esconde”.

La edad clave

Los cuatro meses son el momento crucial. Según el neurólogo es a esta edad en que los niños deben salir de la habitación de los padres y empezar a tener un espacio que les sea propio. Aunque para muchos esta decisión parezca un tanto prematura, la verdad es que es lo acertado, ya que “es el momento en que las guaguas pueden dejar la mamadera de las 4 de la madrugada”.

Pero dicha etapa debe estar acompañada de mucha información clara al respecto para los padres, ya que, como dice Dragnic, para la madre cualquier queja será motivo de ir a ver a su hijo. A pesar de que nunca se debe desatender el llanto de un bebé, se debe aprender a distinguir cuando el menor realmente necesita de la interrupción de la madre.

Coincide David, autora de varios libros sobre el tema, al decir que se debe dejar a la guagua tranquila. “Algunas madres primerizas se asustan a la más mínima reacción de su hijo y acuden a moverlo, pero eso es malo porque de esa forma lo despiertan aún más. Es normal que las guaguas se muevan mientras duermen”.

La importancia de formar hábitos de sueño en la etapa justa es que, luego de esto, puede ser demasiado tarde. Como argumenta el doctor Dragnic, “el desarrollo psicológico normal de un niño dice que a los siete u ocho meses empieza a tener conciencia de sí y de su entorno, además del poder que adquieren sus actos en los miembros de su familia. Es por esto que modificar un hábito después de esa edad es muy difícil”.

Consejos sobre el sueño

Generar hábitos para el buen dormir requiere de algunas reglas que hagan del proceso algo no traumático ni para los niños ni para los padres.

En primer lugar, es importante generar condiciones ambientales, como por ejemplo, que la casa esté en silencio y que se utilicen elementos que permitan un descanso con las menores interrupciones posibles.

La neuróloga Perla David recomienda que la guagua nunca duerma con los papás, de hecho dice que “se habla de riesgo de muerte súbita cuando comparten la misma cama. Esto sucede porque los adultos consumen más oxígeno y elevan la temperatura del bebé”.

En lo que respecta a la habitación del menor, la especialista dice que “debe tener una temperatura de 18 grados y ventilación indirecta”.

Además, el bebé debe dormirse de forma espontánea, solo. Como dice el neurólogo, “es muy frecuente la costumbre de hacer dormir a los niños paseándolos, acurrucándolos o meciéndolos en brazos. Esto hay que evitarlo”. Es en este sentido que el niño debe ser dejado en su pieza solo con la pieza oscura para que asocie la falta de luz con el sueño.

En cuanto a las condiciones de sueño, lo que nunca se debe hacer es “que la colcha, algo adherente o un elemento de nylon se le pliegue o se le acerque a la cara. Nunca hay que taparlos mucho ni abrigarlos en exceso, la idea es ayudarlos a que respiren mejor”, aconseja la doctora.

Si se piensa en la siesta, ésta tampoco se salva de la necesidad de ser normada. “Los niños presentan necesidad de sueño diurno durante los primeros tres años de vida. Después de los tres año se debe sacar de forma definitiva”, dice Dragnic.

Una cosa importante es que, a diferencia del sueño de noche, en el sueño diurno no hay que cerrar las cortinas. El niño debe entender que está durmiendo en un horario diurno, porque según el neurólogo, “si se le cambia la luminosidad no va a percibir este ciclo de vigilia-sueño, luz-oscuridad, para que lo incorpore en su ciclo”.

Otro problema que es frecuente y que es muy importante de evitar son algunos alimentos que hacen que se acabe el sueño. “Por ejemplo –dice el médico-, la cafeína, el té, que está muy arraigado en Chile, y el mate en el sur. Mucha gente le da bebidas colas a los niños sin saber que la cafeína es un estimulante poderoso que le impedirá el sueño”.

El profesional hace hincapié en que hay niños de temperamento más fácil y otros más difíciles, lo que es una condición innata y genética. Hay menores que rápidamente se van acostumbrando a los cambios y otros a los que se les hace más difícil.

Es por esto que Dragnic señala que “es muy importante que cuando una madre tenga un bebé con estos temperamentos más difíciles no se rinda en imponer los hábitos. Se puede hacer más difícil pero si no hace lo que se debe y en los tiempos que corresponde, está, con toda seguridad, generando un problema futuro”.

Por último, es muy importante contar con elementos propicios para crear buenas condiciones de sueño. Es el caso de buenos pañales que resistan toda o gran parte de la noche sin que le cause molestias al pequeño. “Estos elementos pueden ser de mucha ayuda”, señala Perla David.

Por su parte, el uso del chupete, que ha sido tan estigmatizado, puede ser beneficioso, ya que, como dice la especialista, “han salido estudios que dicen que el uso de estos elementos ayudan a evitar muertes súbitas, porque las guaguas respiran y succionan al mismo tiempo”.

Lo que debe tenerse siempre presente es que la imposición de hábitos de sueño, no es algo que sólo incumba a la madre del pequeño, sino que es un proceso en el que participa toda la familia. Todos deben cooperar bajando la intensidad de las actividades y manteniendo el silencio y la tranquilidad. Como dice el neurólogo, “no es sólo el niño el que se va a dormir, es la casa entera”.

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