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Matrimonio infartante

Un corazón roto es apenas la punta del iceberg de todos los males que traen los conflictos maritales en el cuerpo. Convivir con ellos, deterioran la salud más de lo que se cree.

08 de Mayo de 2009 | 08:43 |
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Infartos e insomnio que pueden desembocar en pensamientos suicidas son solo algunos de los males que puede provocar un mal matrimonio, según los múltiples estudios que han evaluado la salud del ser humano ante los malos ratos conyugales, y, en algunos casos, las más perjudicadas son las mujeres.

Así lo demostró la investigación de la Universidad de Utah, que tras examinar las reacciones de más de 300 parejas casadas por más de 20 años, vieron que cuando existían altos grados de tensión marital, en las mujeres aumentaban las probabilidades de sufrir depresión y síndrome metabólico, el que reúne una serie de malestares (presión alta, aumento del colesterol y del azúcar en la sangre) que pueden desembocar en problemas cardíacos, y, como si no fuera poco, esto se ve acompañado por un ensanchamiento del perímetro de la cintura.

Las mujeres se llevarían la peor parte, porque presentaban más casos de depresión -una causa importante de los problemas cardíacos-, cuando su matrimonio es una pesadilla, según lo explicó el médico a cargo del estudio, Tim Smith.

En Chile, la cardióloga de la Universidad Católica, Mónica Acevedo, señaló que, efectivamente, los altos niveles de estrés, ansiedad y depresión que pueden surgir a raíz de conflictos como los matrimoniales, pueden provocar complicaciones cardiovasculares en una persona.

“De hecho, el daño se podría poner en un mismo nivel que el del tabaquismo”, aseguró, agregando que un enfermo del corazón que declara estar pasando por conflictos conyugales, debiera ser tratado psicológicamente para no aumentar su enfermedad.

“Existe un daño directo del estrés en la salud y otro indirecto, que aparece en un paciente que está estresado y deprimido, y que comienza a cuidar menos de su persona y fuma más”, comentó.


El mal bajo las sábanas

Qué peor que dormir con el enemigo. Eso lo saben las parejas que tras discutir deben ir a acostarse a la misma cama con el sujeto que es centro del conflicto.

El año pasado, Wendy Troxel, psicóloga de la Universidad de Pittsburg, dirigió un estudio a cerca de 2 mil estadounidenses mujeres que bordeaban los 46 años y a las que se les preguntó si “el matrimonio infeliz lleva a dormir mal o el problema de sueño contribuye al deterioro del matrimonio”.

Troxel y su equipo se inclinaron por la primera opción, dada la hostilidad de tener que conciliar el sueño con la pareja con la que se discute al lado y señalaron al diario “Clarín”, que una mujer que tiene un buen matrimonio “duerme mejor si tiene una pareja que la contiene ante los problemas y le ayuda a bajar el estrés cuando llega a su casa”.

Ante la posibilidad de que el insomnio se haya instalado en la almohada, un peligro mayor ronda la mente aproblemada de una mujer en un mal matrimonio. En el último Congreso de la Asociación Psiquiátrica Mundial, se le pidió a los especialistas estar atentos ante pacientes que declararan tener un mal dormir, ya que los adultos que presentan este mal, tendrían más tendencias a tener pensamientos suicidas.

Al respecto, Acevedo subraya la importancia de dormir bien y dejar descansar la mente, ya que, en el caso de sufrir insomnio, “sin duda, el resto del cuerpo se ve perjudicado en su salud”.


Otra víctima: la salud de los hijos

“Muchas veces, los niños creen que las discusiones o motivos de las peleas son por su culpa; se sienten tremendamente culpables y presentan síntomas como consecuencia de esto: depresión, autoestima baja, ansiedad y temores son las más comunes”, explica la psicóloga infantil Marcela Tarifeño.

“En este caso, es mejor que los padres se separen, pero en forma civilizada”, comenta la especialista, haciendo referencia a la investigación realizada por la University College Dublin, que concluyó que los efectos que provoca un mal divorcio en los niños, como el sentimiento de pérdida, los afecta más que la muerte de uno de sus padres.

Tras un mal divorcio, “los hijos pueden verse como pelotas de ping pong con los mensajes directos o indirectos entre sus padres, que los usan para sacar información de las actividades y estilo de vida del ex o, derechamente, para atacarse”, comenta Tarifelo y añade: “Esa es una dinámica tremendamente dañina, a diferencia de la muerte de uno de los padres, que por lo general se cura con el tiempo y donde al final se tiende a recordar sólo lo bueno al progenitor”.
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