Clara Rojas fue secuestrada el 23 de febrero de 2002 junto a la candidata presidencial de Colombia, Ingrid Betancourt. En cautiverio tuvo un hijo, fue separada de la dirigenta ante la evidente mala relación que se instaló entre ellas después de dos intentos de fuga frustrados y, por la intervención de Hugo Chávez, fue liberada por las FARC el 10 de enero de 2008.
Confiesa que del secuestro, además de las secuelas psicológicas, quedaron algunas físicas que la han obligado a operarse dos veces en este breve tiempo, “de los que por fortuna he salido adelante”. Con la tendencia a mirar el lado medio lleno del vaso, agrega que a lo mejor, igual le hubiera tocado enfrentar estos problemas de salud sin haber sido secuestrada. “Trato de no ponerle más sal al tema y más bien rescatar el hecho que por mucho tiempo tuve muy buena salud y eso me permitió sobrevivir”.
Conserva, a estas alturas, muy pocas cosas materiales que la retrotraen a su captura. En la selva tejió y cosió a mano dos correas de hilo, una para su hijo y otra para su madre, que ya en libertad no se las entregó y las mantiene en su poder.
También guarda la ropa raída y bototos con la que fue liberada y ha pensando en donarla a un museo de derechos humanos que hay en Colombia. La Biblia y el rosario que hizo en su cautiverio se los dejó a otros rehenes que permanecen allá.
En este año y medio ha tenido diferencias con Ingrid Betancourt, rescatada algunos meses después de su liberación y ha dicho que la perdona. Hoy cree que en el futuro su relación se podrá reparar, aunque no sabe si llegará a ser la de antes. Considera que todo depende de la voluntad del corazón de cada uno.
También ha recuperado, en parte, la relación con otros rehenes que expresaron rechazo y distancia cuando ella quedó embarazada y cuenta que la han invitado a varios actos. “En general, hemos podido volver a reencontrarnos y seguir adelante... ahora, este trabajo de reconciliación y reencuentro yo ya lo venía haciendo incluso, desde que estaba secuestrada”, dice.
-¿Para avanzar en este camino, crees necesario volver a verle las caras a tus captores?
“No, no es algo que me motive inmediatamente, no”.
-¿Y volver a recorrer los lugares donde ya estuviste?
“Tampoco (se sonríe); fíjate que hay tanto sitios en el mundo, que me gustaría más recorrer otros parajes, pero eso no significa que si en algún momento tenga que ir, pues lo haré. Pero, claro, si me proponen un crucero por el Mediterráneo o volver a la selva, pues prefiero el primero”.
-¿Tienes temor hoy, por tu seguridad? Andas protegida.
“No, digamos que me hago más temores que los necesarios y trato de encomendarme todos los días a Dios y eso me permite llevar una vida casi totalmente tranquila.
“(Los guardaespaldas) es decisión del gobierno, que no es decisión mía. El gobierno (colombiano) ha considerado que debo tener esa protección y la he aceptado sin hacerme mayor lío”.
-Hay muchos que todavía están en manos de las FARC. ¿Qué relación tienes con ellos?
“Una relación importante. De hecho las actividades que tengo son básicamente tres: una, estos compromisos de la editorial para difundir el libro; dos, trabajar de manera importante en la labor humanitaria; y la otra, ser madre (ríe nuevamente), compartir con mi niño.
“He participado en marchas, me he entrevistado con agentes de Estado, participo en los debates y foros que hay y les mando mensajes por radio, trato de estar cerca de sus familias en la medida de lo posible. Digamos que estoy ahí presente y trato de ver cómo se encuentra una salida”.
-¿Y hablas por el programa ‘Las voces del secuestro’, que tanto te acompañó?
“Sí, sí. No lo hago tan de seguido porque es un programa que está destinado, básicamente, a las familias más cercanas de las personas secuestradas, pero sí lo hago de cuando en cuando porque me parece que es una manera de enviarles un refuerzo para que puedan resistir y contarles un poco de la situación en libertad, para que ellos se vayan visualizando. Contarles esa historia es como si tuvieran un pie en la liberad y así se los manifiesto, para que vayan recreando en su mente el reencuentro con sus familias, el encontrar un trabajo.
“Cuando he tenido la posibilidad de comprar un CD, voy a la radio y se los pongo; comparto con ellos ese tipo de alegrías pues estoy segura que para ellos son muy importantes”.
-¿Qué logra entender Emmanuel de lo que te pasó y lo que le pasó a él?
“Está todavía muy pequeño, recién acaba de cumplir 5 años. Él lo que tiene claro y lo que yo tengo claro que él tiene claro, es que estuvimos un tiempo separados, pero no alcanza a entender por qué razón. No me lo ha preguntado, simplemente, lo que hace es extrañar ese tiempo en que no estuve con él, entonces me pregunta por qué me demoré tanto en ir por él y ha asumido la situación actual y la disfruta. Es un niño que vive normalmente como cualquiera, va al colegio, hace las cosas de su edad. En general es alegre y me encanta”.
-En una oportunidad señalaste que él te preguntó por su padre. ¿Lo ha vuelto a hacer?
“Realmente no me ha preguntado por el padre; lo que ha hecho es decirme que le gustaría tener un padre y que yo de pronto podría tener un marido. Eso me llama la atención porque ha aceptado la situación de que su papá y su mamá soy yo, pero igual deja un canal abierto para que de alguna manera, en algún momento, pueda contar con un padre”.
-¿Y Clara Rojas tiene ese canal abierto?
“Sí, lo que pasa es que hay que esperar un poquito, porque este año ha sido bien intenso. Digamos que hasta ahora he tenido la oportunidad de sumergirme en la piscina y apenas alcanzas a sacar la cabeza, porque... lo primero, era reorganizarme, atender mi tema de salud; luego, escribir el libro; ahora, atender los asuntos del libro, de manera que ya con más tiempito veremos qué pasa”.
-¿Cómo explicas que hayas pasado todo este tiempo sin ayuda profesional? Muchos deben imaginar que sufres pesadillas o angustias.
“Un ser humano no nace de un día para otro. Esta Clara Rojas que tu ves aquí es el conjunto desde que fue niña hasta que fue creciendo, y la búsqueda que había tenido a lo largo de mi vida. Digamos que yo había tenido una formación bien fuerte, muy buena sobre el manejo de las emociones y eso me ayudó mucho en el momento en que estuve secuestrada. Siempre guardé como esa luz de esperanza y mantuve rutinas, que ya en libertad me han permitido readaptarme prontamente a la vida normal. Ahora, en libertad, lo que hago es tratar de llevar la vida normalmente lo más que puedo y esa ha sido mi mejor terapia”.
-¿Y la angustia?
“La angustia la vivo, pero no por el tema de estar secuestrada o haberlo estado, no. Digamos que la angustia la vivo como cualquier persona que vive en la sociedad actual, me preocupa, por supuesto, cuando hay demasiado estrés por la cantidad de actividades que hay que hacer y trato de manejarlas, pero digamos que pesadillas no he tenido, por el contrario, cuando he llegado a casa he podido descansar. Llevo una vida casi normal, porque la libertad la quería con demasiado ímpetu, entonces, llegar a mi casa ha sido una delicia, era lo que realmente quería”.
-¿Cuál es tu proyecto a futuro? ¿Cómo se visualiza Clara Rojas?
“Bueno, no he hecho planes a largo plazo. Cada día trazo y me he centrado en tres actividades; como te decía cumplir con los compromisos de la editorial, seguir con la tarea humanitaria de cómo se libera a las personas que aún están secuestradas y vivir este tiempo de mamá, estar con mi niño y acompañarlos en sus actividades y en eso se me va todo el tiempo, te confieso”.
- En algún momento, ¿dar vuelta la hoja?
“Sí, creo que haberme permitido tomar distancia y decir, bueno, este capítulo ya pasó y ahora voy por adelante. Eso es lo que me ha permitido el libro, cerrar ese capítulo, pensar que fue uno en mi vida y pensar que ahora estoy escribiendo otro capítulo”.
-¿Te ves no hablando nunca más del tema?
“Pues sí, me encantaría llegar a ese punto y dedicarme a otros temas del presente y del futuro”.