Nada más gráfico que afirmar que la mujer actual está inserta en un laberinto y que de él le cuesta salir.
En “Mujer sin fin”, la periodista Sylvia do Pico afirma que las mujeres estamos siendo objetos de una conspiración, “la conspiración del cronófago”, donde ya no tiene tiempo personal, y el que tiene lo percibe como regalado.
En el imperativo de en la “madrecita universal” disponible para todos pareciera que todo se confabula para que ella sólo escuche la frase: “tu tiempo es mío, mío, mío”.
Do Pico asegura que una mujer que quiere salir de este laberinto tiene que conseguir reeducar a sus cronófagos personales, ya sean la madre, novio, marido o amante, los hijos, el jefe, las amigas, y los hermanos.
Y para que no te equivoques, los puedas descubrir y clasificar, entre una descripción general de los más importantes:
Simpático: se come tu tiempo pero lo hace con amabilidad; con él lo pasas bien, pero, al final de cuenta, igual perdiste tu tiempo.
Prepotente: considera que ocupar tu tiempo es su derecho y lo toma sin permiso; si le pones límites reacciona con violencia.
Traidor: ocupa tu tiempo para impedir que lo uses en otra cosa, especialmente, para desplegarte. Entre estos están tus competidores laborales.
Insaciable: nunca considera que le dedicas el tiempo suficiente y se queja.
Chamuyero: no escucha a nadie, cree que puede cambiar el mundo hablando y no arregla nada, mientras afirma que lo último que quiere es hacerte perder tu tiempo.
Negligente te hace perder el tiempo no haciendo lo que prometió.
Intermitente: aparece de vez en cuando, te atrapa y desaparece, dejándote siempre en el aire.
Part time regular: te ocupa tiempo, pero te deja algunas horas libres.
Tiempo completo personal: lo consume todo, vive sólo de tu tiempo y no está dispuesto a soltarte.
Directo: te exige tu atención y que dejes todo lo demás.
Indirecto: hace algo de manera de generarte inquietud suficiente como para que te distraigas, sientas desazón y finalmente, desconcentrarte.
Seductor: consigue te resulta muy atractivo dedicarle atención.
Desagradable: si no te sintieras obligada no le dedicarías ni dos minutos de tu tiempo. Con él lo pasas mal.
Ingrato: no conoce la palabra gracias, niega que le des tiempo y jamás te da crédito.
Evolucionado: son los más peligrosos, si discurso es feminista y se declaran progresistas, pero actúan igual que todos.
Patriarcal: castigador si te mueves del modelo.
Alternativo: te exige fidelidad, pero él no se compromete de igual modo.
Involuntario: en cierta forma no es consciente de lo que hace contigo.
Convertido o en recuperación: entendió los límites, pero al tiempo, recayó.
Telefónico: interrumpe a cualquier hora con sus llamados.
Cibernético: su mejor expresión son las cadena y diálogos que dan por sentado que te sobra el tiempo.
Desesperado: vive en emergencias y esperando que tú lo ayudes. Todo es urgente.
Y tras esta clasificación, Sylvia avanza más allá y clasifica a los amores cronófagos de los que sólo daremos pistas: romántico posesivo; paternal protector; hiperactivo ultra exigente; religioso prolífico; infiel y cooperativo. Se suman los divorciados sin hijos; el soltero menor; el divorciado con hijos y el divorciado con la ex chicle.