Sebastián Silva ha extendido su estancia en Santiago justo para alcanzar a promocionar su película,
"La nana", y estar presente para su estreno oficial y al sensible día siguiente, cuando las revistas y diarios den sus estrellitas a la nueva cinta nacional.
Con el premio del jurado del Sundance Film Festival al mejor largometraje dramático internacional, sumado a los galardones en festivales de Suiza, México, Colombia, Polonia, Rumania y Perú, una de las películas más esperadas, por tanto ruido que ha metido afuera, al fin se ha estrenado en Chile mostrando la historia de Raquel, una nana puertas adentro que hace 20 años trabaja con la misma familia, despertándola por las mañanas, vistiendo a los niños, tapándole los secretos a los patrones y haciendo de su único mundo la casa que habita. Es por eso que cuando llegan otras nanas a ayudarle con las tareas, Raquel dará rienda suelta a sus pensamientos más crueles para alejar a las que considera unas usurpadoras.
De dos a tres estrellitas, “lo mejor de Catalina Saavedra (la protagonista), pero no de Sebastián Silva”, “le faltó un contenido más social”, son las apreciaciones de la prensa que no tienen al también director de “La vida me mata” (2007) saltando por las calles de Providencia.
En su bronceado rostro no hay ni un solo signo de arrepentimiento de que mañana deje su tierra natal para regresar a su verano en Manhattan, en Alphabet City, el barrio puertorriqueño que es su hogar desde que partió a Estados Unidos a trabajar en su nuevo proyecto: “Second child”, film que será rodado con actores de las tierras de Obama.
Si incluso ya tiene programado allá un estreno el 15 de octubre próximo, cuando Raquel será conocida en 25 estados.
-¿”La nana” para el Oscar?
“Yo creo que es posible. Hay un comité chileno que elige quién va al Oscar y yo estoy trabajando con un publicista que ha hecho varias campañas para esos premios; ha trabajado con Alejandro Amenábar y ha ganado. El gallo es re profesional y cree que ‘La Nana’ tiene serias posibilidades de quedar seleccionada. Estamos esperando que Chile elija, y si la eligen, haremos lo posible para llegar. Si no, buena suerte, para otra vez será”.
-¿La receta está en ir a festivales antes, llegar a Chile con premios para convencer de que una película es buena?
“No tiene tanto que ver con eso, sino que con el tipo de películas que son. ‘La nana’ -escucha su título- es más cercana; todo el mundo la reconoce o ha tenido alguna experiencia con alguna nana; es más llamativa y sus conflictos son prácticamente el cien por ciento emocionales. En cambio, ‘La vida me mata’ tenía conflictos existenciales, que son mucho menos populares. No todo Chile ha reflexionado sobre la muerte, como se hace en esa película, así que era una invitación un poco más rara”.
-En “La nana”, ¿es llorar, reírse y correr a abrazar a la nana después?
“Sí, eso es lo que creo. A la gente que la ha visto le pasa eso y siento que parte de la crítica no ha dimensionado el impacto emocional que tiene la película sobre la audiencia, porque algunos han dicho que debiera ser más política, pero habría sido peor, porque hubiera distanciado mucho más a la gente, cuando la gracia de esta película es que la está acercando emocionalmente al tema. Los festivales igual ayudan, especialmente si ganas uno tan importante como el Sundance, al tiro es una noticia, la (Presidenta) Bachelet dice algo, es otra dimensión. Cualquier cosa que triunfe en el extranjero, al tiro los chilenos le prestan más atención. Y no es nada que yo juzgue, me parece normal que eso ocurra”.
-¿Normal para como somos?
“Sí, para el tipo de sociedad que somos. Nos cuesta demasiado apoyarnos entre nosotros; hay una envidia constante, producto del exitismo con que se vive en Chile. Siento que en Santiago, la gente está muy trabajólica, muy depresiva y muy competitiva; todos quieren lograr el éxito de alguna u otra forma, y eso se transforma en el objetivo más que en el producto que están haciendo. Eso no pasa con ‘La nana’”.
-¿Pero no eres parte de esta idiosincrasia?
“Igual me considero en cierto grado exitista y creo que comparto también esa idiosincrasia santiaguina de ser un huevón medio trabajólico, pero en el caso de esta película, fue hecha con muy pocos elementos, con muy pocas ambiciones, con mucha honestidad y con ganas de exorcizar el tema de la nana que estaba en mi corazón y en mi cabeza. Esos fueron los motivos míos, los de Pedro (Peirano), los de Catalina (Saavedra) y del resto del equipo. Que haya sido un exitazo en el extranjero y ojalá acá en Chile, son los resultados sorpresivos de los que estamos mega agradecidos. Creo que eso es un premio por no planear el éxito; no decir:
ya, hagamos una película de reality con tetas y pistolas’.
-¿Estás aburrido de que te pregunten que por qué no la hiciste más en un tono de denuncia social?
“Mira, Cristián Warnken se me acercó y me dijo que ésta y ‘El chacal de Nahueltoro’ eran las mejores películas chilenas que jamás se habían hecho, y que una de las cosas que más le gustó es que era apolítica, sencilla y que exponía el tema sutilmente. Es que está implícito; estás viendo la institución funcionando tal cual es. Es súper infantil y fascista pensar que todas las nanas lo pasan pésimo y que odian a las patronas porque las maltratan. Eso es más una realidad en Filipinas, en Singapur, no en Chile. Aquí muchas de las nanas son amigas de las patronas, hay familias de clase media que tienen amigas que van a trabajar a su casa. He sentido que parte de las críticas se han centrado en eso, y me parece muy irrespetuoso para las nanas pensar que una película de ellas tenga que ser un alegato social”.
-Igual le ha ido bien afuera.
“Yo no sé por qué esta película gana Sundance y gana en Paris, en Taipei, y en Chile a la Presidenta le encanta y manda una carta agradeciendo, hacemos un estreno con 250 nanas y a todas les fascina, y gana Antofagasta, pero después sale la película y a ningún crítico le gusta. Es tan absurdo. No entiendo por qué todo el mundo tiene un gusto tan distinto al de los críticos chilenos. No sé si son cineastas frustrados o realmente les cargó la película. Las críticas no han sido tan mala onda, pero sí súper frías, cuando es una película que realmente emociona a la gente. Siento que es sanador hablar de las nanas en una película que no entra en clichés, no caricaturiza ni a ellas ni a los patrones. Pero, al parecer, hay un odio en la crítica y no se puede hacer nada al respecto”.
-Bueno, pero tu próxima película será en Estados Unidos, lejos de estos críticos.
“La van a destruir igual. Da lo mismo donde la hagas, te van a perseguir y te van a cazar. Hay varios críticos que si los veo, les pegaría”.
-¿Sientes que es algo en contra de ti?
“Siento que le buscan cosas, que la película sea cuica... No sé si es contra mío, siento que es en contra del éxito de un colega. Si ven que a la gente le está gustando, en vez de unirse al ánimo, tratan de frenarlo. No sé, prefiero hablar de la película que de los críticos. Chao con los críticos”.
-¿Dejas que estas cosas influyan cuando escribes nuevos guiones?
“La amargura que siento que tienen los críticos, me ha hecho sentir inseguro frente a la gente acá. No sé, como que pareciera que hay enemigos, pero no sé cuándo lo hice ni por qué. Prácticamente, yo me fui de Chile”.
-¿Por ellos?
“No. Más que nada, porque es difícil vivir del cine y claro, también porque a ‘La vida me mata’ la sacaron después de doce días de las salas; ningún canal de televisión la compró porque era en blanco y negro. Y ahora, ‘La nana’ se gana todos estos premios y estamos todos felices, pero los críticos la tiran para abajo. Este no es un lugar muy grato para estar, artísticamente hablando. No es cómodo, no es amistoso, no es entusiasta ni proactivo, sino que destructivo, y no tengo tiempo para eso, prefiero no desgastarme”.
-¿Mejor mantenerse alejado?
“Igual yo soy una persona muy sensible y me afectan las cosas que dicen, así que sí, prefiero mantenerme alejado, aunque ese no sea el motivo principal que me tiene allá.
Estoy en Nueva York trabajando con gente muy profesional que admira mi trabajo y yo el de ellos y vamos a producir diferentes cosas”.
-¿De qué se trata ‘Second child’?
“Es de un niño que se llama Peter y que va a la casa de campo de unos familiares. Allá, sus primos no lo invitan a participar en las actividades, así que se ve medio solo, se enamora de su padrino y busca su afecto y su atención. Principalmente se trata de este niño buscando ese afecto masculino. Claramente es homosexual, pero no está enterado”.
-¿Ya comenzaste a rodarla?
“Sí, pero se detuvo porque falta la mitad de la plata. Mientras, vamos a hacer en septiembre un proyecto más experimental. Con Gabriel Díaz (protagonista de ‘La vida me mata’) vamos a trabajar en este infomercial que consiste en un servicio que inventé, donde grabamos tu cuerpo desnudo y después te hacemos terapia con un psicólogo y mezclamos tus respuestas con las imágenes. Al final te entregamos un dvd con todo eso editado. Queremos hacer el servicio con diferentes personas de EE.UU., ojalá de diferentes razas, diferentes historias, diferentes edades. Es algo medio Benetton-la ONU”.
-¿Y qué pasa con “May I talk with Steven Spielberg?”?
“Es un proyecto que se escribió hace 3 ó 4 años y está basado en una historia que viví en el 2000, cuando tenía como 21, y fui a Los Angeles. Allá llegué con la misión de pillar y decirle algo a Spielberg”.
-¿Qué cosa?
“Es secreto, está en el guión. Para esto nos ganamos el Corfo, después postulamos al Fondart y no resultó, pero en la productora de Gael García y Diego Luna, que se llama Canana (Films), leyeron el guión y les fascinó. Querían producirla, pero se han demorado ene porque tienen muchos proyectos y esto siempre es lento. Además que yo he estado en otra, no he empujado para que el proyecto se haga. Pero mientras más me distancio mejor para mí, porque soy el protagonista de la historia y así puedo tratarlo más como un personaje y no como yo. Eventualmente se va a producir, le doy como tres años”.
-¿Cuál es tu vicio privado?
“Mi vicio privado es bailar solo en mi pieza”.
-¿Frente al espejo?
“No, nunca tan porno la onda, bailar más en el living. Me relaja. Soy una persona súper ansiosa, así que siempre estoy haciendo algo; estoy escribiendo una idea para un guión y si se me agota la imaginación, me desespero y me pongo a hacer una canción, y si se me agota eso, me desespero y me pongo a dibujar. Siempre tengo alguna excusa para estar haciendo algo, pero ya cuando no hay nada, me pongo a bailar. Es mi vicio privado porque es lo que más disfruto. Siento que la danza es la única de las artes que está contigo siempre, y si tú te mueres se va. Todas las otras se quedan, las canciones se quedan, las películas, pero el baile no, se va contigo”.
-Has reflexionado bastante con el tema de la muerte. Se nota en “La vida me mata”.
“Sí. En esa época había dejado de pensar en Dios y me había puesto a pensar en la muerte, pero hoy ya no pienso ni en Dios ni en la muerte. Abandoné cualquier tipo de pensamiento abstracto-figurativo. Es tal vez una contradicción, pero Dios sí contiene figuras igual que la muerte, aunque sean temas abstractos. Y sí, la verdad es que para mí es mucho más fácil reflexionar sobre la muerte. Entiendo que es el final de la vida de un ser humano y un misterio, porque uno al conocer a alguien, se tiene la certeza de que no es solamente un cuerpo, que pareciera que hay algo que lo habita, la chispa de vida. Para mí es más fácil jugar con ese tipo de abstracciones, que con Dios; como que me queda grande”.
-¿Te preocupa pensar en lo que dejarás después de tu muerte?
“No, al revés, siento una curiosidad media lisérgica con la muerte, que es la misma que puedo sentir con una droga; pensar qué afecto puede causar un éxtasis o un ácido, es lo mismo que pensar en qué efecto puede producir la muerte, qué va a pasar con mi percepción, con mi conciencia, ¿se detiene? Tampoco puedo calificarla de negro o silencio, ni algo estático, porque todo eso es de nuestro mundo, el de vivos, y pensamos que son cosas muertas porque no se mueven... Es tan caricaturesco, no sé”.