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Manual contra la locura

Un primer paso para enfrentar la crianza de manera más o menos exitosa.

03 de Septiembre de 2009 | 12:02 |
“Dime cómo es tu familia y te diré que tipo de familia tendrás”.

Esta podría ser una clave a aplicar en toda familia moderna, porque claramente, cada núcleo familiar dependerá de la historia de sus integrantes, concretamente del padre y la madre.

El funcionamiento y la estructura de la familia dependerá de la suma de fortalezas y debilidades de los progenitores y por eso, el mejor camino para poder enfrentar la crianza es conocerse, saber qué tipo de persona somos.

La teóloga argentina Alejandra Stamateas, especialista en temas de familia, plantea precisamente este desafío como la única salida a la angustia y culpas que genera la maternidad.

En su libro “Mis hijos me vuelven loca” (que ya está en librerías), despeja los distintos tipos de madre, señalando que los roles que asumamos serán determinantes a la hora de llevar adelante la tarea.

Así agrupa a las mujeres en:

La madre sacrificada, aquella que acostumbra recordarle a sus hijos lo que hace, ha echo y hará por ellos y que implican una postergación de su persona. Esta, que se pone en el papel de víctima, siente un gran vacío cuando los hijos se independizan y le invade la frustración.

La madre que grita, es la que repite el patrón de conducta que aprendió en su familia de origen y que cree que este es el único camino para ser escuchada y por ende, existir. Sin embargo, ella no se da cuenta que la ruta tomada es nefasta porque generalmente el resultado es nada, no consigue sus objetivos.

La madre que culpa distinta a la primera ya que ésta se caracteriza por ser difícil de complacer y satisfacer. Además pone en los otros la responsabilidad de las cosas que experimenta, incluidos sus sentimientos. Y el problema central es que no sabe qué es lo que quiere de ella y de la vida.

La madre indiferente, aquella que no pensó en tener hijos y los tuvo. Esto, no obstante, no cambia sus proyectos y prioridades. La consecuencia más clara es que hijos crecerán sin vínculo maternal, derivando en una autoestima dañada.

La madre sobreprotectora que ve la vida llena de peligros y temores y por lo tanto, le cuesta mucho dejar que sus hijos puedan desplegar las alas para volar. Ella no descansa y no establece una relación de confianza.

La madre narcisista se cree el centro de la vida ellos y esperan que hagan su vida a través de ella. Al final, ellos actúan guiados por sus necesidades y no las propias.

La madre que nutre, que claramente se obsesiona cuando sus hijos no comen y terminará dando paso a un obeso. Es decir, la comida es símbolo de cariño.

La madre obsesiva o controladora de los más pequeños detalles. Nunca se relaja, no da espacios para el juego, para el desorden, para el olvido y esto termina volviendo loca a toda la familia. No establece contacto con sus hijos porque ella nunca se equivoca.

La madre profesional es aquella que vive guiada por su carrera y establece una relación a larga distancia con sus hijos, al igual como lo hace con el maestro, el jardinero y su marido.

Alejandra Stamateas aclara que todas las madres pueden encontrar alguna característica de cada uno de estos tipos en su persona, porque no son absolutos y la idea es trabajar sobre ellos para conseguir mayor armonía.


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