La teoría lleva varios años sobre la mesa y aún sigue siendo considerada revolucionara y rupturista por muchos terapeutas que insisten en sostener que las relaciones de parejas sanas son aquellas que se basan en los principios de independencia y autonomía.
Sí, porque desde hace años, los especialistas señalan que dos adultos vinculados tendrán más posibilidades de sobrevivir juntos si ambos mantienen sus parcelas. Es decir, ser maduros es ser invulnerable frente al otro.
Es más, la relación de pareja –según esta vertiente- está basada en la “teoría de la transacción”, es decir, buscamos el máximo beneficio al mínimo costo posible.
Pero, algunos psicólogos salieron al paso de esta teoría tan divulgada. El psiquiatra británico John Bowlby, a mediados del siglo pasado, sostuvo que la relación de pareja era similar a la relación de apego de madre e hijo. Años más tarde, una de sus seguidoras, la psicóloga Sue Johnson, elaboró aún más esta teoría y dio vida a lo que hoy se conoce como
Terapia Centrada en las Emociones, TCE, que alcanza su máxima expresión en el
libro “Abrázame fuerte”, recién llegado a Chile.
Esta corriente asegura que en una relación de a dos hay mucho más en juego que una simple transacción; hay vínculos emocionales que surgen de la necesidad innata del ser humano de lograr seguridad.
O sea, la igual que los bebés, que requieren establecer un lazo emocional con su madre y eso además, debe ir de la mano con el contacto físico, para sentirse seguro y sobrevivir, los adultos también establecen un apego que se basa más en la reciprocidad y menos en el contacto físico.
Sue Johnson asegura que, desde esta perspectiva, el amor es una suerte de baluarte para protegernos de los altibajos emocionales que no dice relación con la reproducción de la especie, pero si con su supervivencia. Nos podemos aparear sin amor, pero no nos sentiremos seguros sin vínculos emocionales y esto vendría programado en los genes.
“Para gozar bienestar mental y físico –para sobrevivir (en todo orden de cosas)- necesitamos relaciones de apego”, afirma.
La teoría sostenida por estos especialistas se hace cargo que así como los niños sufren de abandono emocional y eso puede condicionar su desarrollo futuro, los adultos también lo experimentan en la relación de pareja.
Y, contra la línea autosuficiente de las relaciones, establecieron una serie de
principios del apego adulto: buscamos la cercanía emocional y física de las personas que nos cuidan; los necesitamos cerca cuando nos sentimos inseguros, intranquilos o tristes; los echamos de menos cuando nos separamos; y necesitamos contar con su apoyo cuando nos aventuramos al mundo.
Todo lo anterior es considerado enfermo por quienes sostienen la independencia. A sus ojos, quienes viven el apego descrito serían dependientes, simbióticos, incapaces de afirmarse en sí mismos.
Sue Johnson asegura que la sensación de pertenencia es fundamental para disfrutar relaciones amorosas positivas. Cuando nos sentimos así podemos pedir ayuda; podemos enfrentar los conflictos de pareja superando mejor el daño que un momento determinado puede provocar.
“Cuando más capaces somos de recurrir a nuestra pareja, más independientes nos sentimos”, sentencia.
La experta señala que cuando una pareja está en conflicto, muchas veces esto se lee como una lucha de poder, pero en el fondo, lo que hay es que no se sienten seguros en su relación. Cuando no existe esta condición fundamental se inicia una círculo vicioso de pánico, diálogos ‘malditos’, desapego, hasta llegar al quiebre.
“Abrázame fuerte” –que detalla cada uno de los siete pasos básicos de la TCE- describe como objetivo fundamental de ésta reestablecer la seguridad del vínculo entre dos personas.
Y esta terapia se basa en tres elementos: accesibilidad, es decir, ¿puedo acercarme a ti incluso cuando tienes dudas?; reactividad efectiva, o sea, ¿puedo confiar en que sabrás reaccionar con afecto?; y compromiso, ¿sé que me valoras y que estarás a mi lado?