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Salir del colegio ¿y ahora qué?

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29 de Enero de 2010 | 12:03 |
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Algunos jóvenes tienen clarísimo qué quieren estudiar, y otros no.
En muchos casos, la desorientación vocacional da cuenta de un déficit en el proceso de la elaboración de la identidad; tarea fundamental de la adolescencia.


Es frecuente que los adolescentes consulten porque no se saben qué carrera escoger y los padres se angustien mucho, sintiendo que puede ser algo muy complicado e incluso peligroso que su hijo "pierda un año".

Ese "perder" visto de otra manera, puede constituir una inversión, un período dedicado a conocerse más; un tiempo para que el joven adquiera mayor madurez y se haga cargo de qué quiere para su vida. Lo óptimo en este caso es que tanto los padres, como los hijos, puedan tolerar la incertidumbre de no saber, teniendo la confianza de que las respuestas poco a poco llegarán.

Es fundamental que los jóvenes tengan un plan y se planteen una rutina beneficiosa para ellos: se comprometan a levantarse temprano, ir al preuniversitario, tomar un curso o taller de algo que les interese, se inscribirán en un gimnasio y/o consigan un trabajo temporal. Otras alternativas a considerar son el bachillerato y el college, que también pueden ser una buena opción.

Por otra parte, es importante que los adultos no proyectemos nuestras angustias, frustraciones, anhelos o proyectos inconclusos en los hijos. No es raro ver a hijos presionados para que estudien determinada carrera, porque el papá o la mamá no pudieron hacerlo, o papás que están muy angustiados y necesitan que los hijos decidan su profesión pronto para ellos estar tranquilos.

En estos casos los papás se están mirando a sí mismos, de manera narcisista, sin ver las necesidades individuales, gustos y capacidades de sus hijos. Es necesario respetar los procesos, y evitar que los hijos acarreen mochilas que nos les corresponden.

Hay que revisar las emociones que nos genera, el hecho de que los hijos se demoren o les cueste tomar decisiones, porque tal vez van a requerir de tiempo y no les será posible pasar directo del colegio a la universidad.
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Si el adolescente no ha podido configurar su identidad y se conoce poco entonces, le resulta muy difícil tomar una decisión creativa desde adentro, como algo original de sí mismo. Para saber que le gusta es necesaria una adecuada conexión emocional y cognitiva, que posibilite el encuentro con lo más genuino; esta distinción es necesaria para poder percibir los propios intereses y de ahí la vocación o especial motivación por una determinada área.

A veces los adolescentes no se deciden porque tienen otras aprensiones, que no se relacionan necesariamente con su vocación, por ejemplo, el temor de enfrentarse a nuevas exigencias y todos los cambios que involucra el llegar a la universidad.

Puede ser de gran utilidad recibir ayuda psicológica, para que el adolescente se vaya entendiendo y reconozca sus distintos aspectos, pueda diferenciarse de los padres y los compañeros de grupo, para realizar elecciones más propias.

Despejar angustias que pueden paralizar y entorpecer el paso de la etapa escolar a la de enseñanza superior. Asimismo, los padres pueden necesitar de una mano para entender el complejo mundo que están viviendo sus hijos.


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