Toronto.- Son fuente de placer, pero también pueden serlo de riesgos para la salud.
Una diputada canadiense solicitó al Gobierno que prohíba el uso de productos químicos como el bisfenol A en consoladores y otro tipo de juguetes sexuales porque representan un riesgo para sus usuarios.
La diputada liberal Carolyn Bennett, que también es médica, envió una carta a la ministra de Sanidad canadiense, la conservadora Leona Aglukkaq, en la que solicita una regulación al sector para prohibir el uso del controvertido bisfenol A y “phthalates,” publicó hoy el periódico 'The Globe and Mail'.
En la carta remitida el pasado 15 de diciembre a Aglukkaq, Bennett señaló que existe “la urgente necesidad de que haya una regulación responsable en el sector de los juguetes para adultos en Canadá.”
Bennett menciona una reciente encuesta según la cual un 38 por ciento de las mujeres canadienses tiene juguetes sexuales.
"En Canadá no estamos haciendo lo suficiente para proteger a las mujeres contra concentraciones muy elevadas de materiales vinculados a problemas reproductivos u otro tipo de problemas sanitarios,” añadió Bennett.
El bisfenol A es un producto químico muy común en plásticos utilizados para envasar alimentos y para producir biberones. Pero recientes estudios han puesto al descubierto que puede provocar graves trastornos al desarrollo de embriones, desequilibrios hormonales y algunos tipos de cáncer.
En abril del 2008, las autoridades médicas canadienses declararon al bisfenol A como sustancia “peligrosa” y, posteriormente, Ottawa decidió prohibir su uso en biberones infantiles.
En junio de este año, Canadá propuso prohibir el uso de "phthalates” en juguetes para niños. “Phthalates” es una sustancia química que se añade a los plásticos para aumentar su flexibilidad y transparencia, pero desde 1998 está prohibido su uso en juguetes que los niños se llevan a la boca.
"Si estamos preocupados por los bebés, también deberíamos estar preocupados por la salud de sus madres,” dijo Bennett.
La diputada también explicó que es consciente del riesgo que estos químicos suponen para la salud femenina gracias a dos hermanas que son dueñas de una tienda de productos sexuales en Toronto ("Red Tent Sisters") y que solicitaron su ayuda para regular el sector.
"Creo que todos nos merecemos sentir que los productos que compramos son seguros y que nuestro Gobierno no deje de emitir leyes que nos protejan simplemente porque el tema del sexo pueda hacernos sentir incómodos,” concluyó Bennett.