“Yo con este joven disfruto pero con mi marido no pasa nada”. Con esas confesiones se ha encontrado Giorgio Agostini, doctor en psicología y especialista en terapias de pareja, cuando ha recibido a algunas pacientes en su consulta. Ellas son mujeres adultas, realizadas y con independencia económica pero que extrañan sentir la vida como cuando lo hacían a los 15 o a los 20 años.
No es una diferencia de meses o un año. Pueden ser cinco, diez e incluso veinte años que las aleja de este ser amado que viene a sacarlas del aburrimiento y la falta de cariño. Tal como lo han demostrado figuras célebres como Madonna, Demi Moore, Kylie Minogue o Dita Von Teese, no es tan difícil encontrar a un hombre joven que aprecie la madurez y la experiencia. Incluso el caso de Iris Robinson, la señora del Primer Ministro de Irlanda, con un joven de 19 años, revela que este tipo de relación es más común de lo que se piensa aunque muchas veces no termine de la mejor forma.
En el plano sexual estas mujeres alcanzan su punto máximo en los años que se acercan al climaterio; escenario radicalmente opuesto al que le espera a un hombre. En esta edad, “ellas se han desinhibido y tienen experiencia, entonces lo disfrutan más y además ya no está el temor de la maternidad de por medio, entonces se sienten mucho más libres”, destaca Agostini.
La oportunidad de tener algo con un hombre en sus años mozos es demasiado revitalizante. El especialista explica la relevancia que significa para estas mujeres una relación de este tipo: “Al relacionarse con un hombre menor, ellas se sienten atractivas y vigentes, debido al vigor tanto físico como erótico del joven”, señala.
Debido a que los años pasan la cuenta, una pizca de vitalidad, personificada en estos jóvenes que recién comienzan a hacer camino, enciende las pasiones. En este sentido, el envejecimiento propio de la vida se ha tornado un tema complejo para las mujeres. Como revela Agostini este proceso deja muchas más cicatrices en ellas que en ellos: “Cuando ellos envejecen le vienen bien las canas y no tienen mayor problema, en cambio las mujeres tienen que teñirse el pelo, cuidarse el cutis, preocuparse mucho más”.
No obstante, el problema no está en que ellas tengan más años, si no más bien que en muchas de estas relaciones lo que prima es saciar necesidades psicológicas no resueltas. Tal como pasa con mujeres jóvenes que buscan hombres mayores para reencontrarse con una figura paternal pérdida, en el tapete está preguntarse por qué razón una mujer está interesada en alguien con muchos años menos.
A juicio de Agostini una de las respuestas está en experiencias amorosas previas, o simultáneas, con hombres mayores o de la misma edad. Parte de la experiencia que constituye tener algo con una persona más joven representa un despertar de las emociones, un sentirse valorada y querida, detalle que muchas parejas maduras han dejado en el olvido. “Un hombre que está al lado de ella y que no le dice que la quiere, que no es atento ni cariñoso y no se preocupa tanto no se compara con un hombre joven que está en plano de conquista y que es muy cariñoso y atento con esta mujer”, contrasta. De esta manera, el desgaste por culpa de la costumbre y el hábito en la relación resulta el aliado perfecto para servirse, como delicia en bandeja, un considerado novato.
Ellos no escapan del análisis. Para estos hombres, una relación con una mujer mayor significa una experiencia que no es común y en donde espera aprender de ella. “Lo que siente el hombre joven es un orgullo de ser capaz de conquistar a una mujer madura y al mismo tiempo de sentir que es capaz de aprender con esta mujer, algo que habitualmente con sus parejas pares o menores no pasaría”, sostiene Agostini.
Pero una vez más, esto puede ser síntoma de un conflicto emocional. “En algunos casos está el complejo de Edipo que consiste en que el hijo se enamora de la mamá y tiene fantasías eróticas con ella. Se supone que pasa en el tiempo pero hay casos en que ese deseo queda pendiente y éste se cristaliza con una mujer mayor”, indica el psicólogo.
Con todos antecedentes, es poco probable que algo funcione si la diferencia de edad es mucha y hay tantos problemas afectivos de por medio. Como pasó con la relación madura previa, llega un punto en que muchas cosas se vuelven a repetir: rutina, acostumbramiento, falta de cariño igual insatisfacción. Además, aparecen los indeseables celos. Tal como complementa el psicólogo, muy seguramente ella comenzará a competir con cualquier mujer joven que se acerque. Todas ellas se convierten en potenciales rivales.
Poderosa tentación a la que quizás muchos de estos hombres finalmente sucumbirá. Las diferencias pesan después de un tiempo y la necesidad de hacer familia cobra importancia con el paso del tiempo. En ese momento ambos se dan cuenta de que en verdad es muy poco probable que relación marche con un futuro asegurado.
El juicio social
Dejando de lado los aspectos psicológicos, la evaluación social es otro tema que influye particularmente dentro de una relación de este tipo. El temor a la discriminación y estigmatización por no cumplir con el modelo de rol esperado todavía pesa en muchas mujeres. A diferencia del modelo tradicional de hombre mayor-mujer mayor, el paradigma mujer mayor-hombre menor no pasa desapercibido, por lo que muchas veces estas relaciones se mantienen ocultas, como sostiene Felipe Link, sociólogo y académico de la UDP.
“Es probable que aún este tipo de relaciones no sean tan abiertas ya que rompen con el modelo esperado y normativo de pareja. En este sentido, la sociedad es extremadamente machista, ya que atribuye a la mujer un rol que a medida que va envejeciendo, se va asociando al de madre o abuela, contenedora y/o protectora de una familia tradicional que involucraría padre-madre-hijos. Por lo tanto, el quiebre que se produce entre esa imagen ideal y una mujer que además de no respetar ese modelo, tiene como pareja a una figura masculina que debería representar al hijo”.
Sin embargo, Link admite que han habido avances progresivos en este aspecto. Según manifiesta, los cambios en la forma de pensar de nuestra sociedad han ayudado bastante a abrir la posibilidad de validar una relación con estas características. Ahora, el modelo tradicional de pareja está dando paso a múltiples formas de unión, como indica Link: “Tanto por la progresiva disminución de la “familia tradicional”, como por la eventual proliferación de múltiples tipos de pareja, no sólo en términos de edad, sino también de sexo, nacionalidad, entre otros factores, evidentemente las cosas están cambiando y cada vez habrá menos diferencia”, señala. Basta recordar los casos de las animadoras Paulina Nin con Giancarlo Petaccia y Eli de Caso con el abogado Carlos Durán.
En tanto, Rodrigo Larraín, sociólogo de la Universidad Central destaca el rol protagónico de la mujer en una relación el estilo “Mrs. Robinson”, debido a que actualmente muchas mujeres tienen una relación más simétrica para elegir una persona. A juicio de Larraín, debido a que hay menos ataduras sociales, la búsqueda del amor en muchachos más jóvenes pone de manifiesto sólo una cosa: “la decadencia del matrimonio y la idolatría del amor, como nueva religión, como forma de ser feliz”.
Por esta razón, Larraín opina que debido a esta idolatría, las barreras para mostrarle al mundo una relación así con cada vez menos. Según este sociólogo ya no importa tanto con quién estés sino cuánto amor tienes. “Como el amor es la nueva religión, como ideología profunda, éste es más importante que la persona misma, que los controles que se impongan”.
Finalmente, Larraín apunta a las diferencias que se encuentran en cada relación de acuerdo al entorno en el cual la pareja se relacione. “La relación está marcada por los controles sociales dependiendo del segmento o grupo social donde se desenvuelvan. Por ejemplo, en el mundo de las ciencias sociales o las artes se aceptan más locuras, mientras que en el mundo de los negocios o las finanzas quizás no sea tan abierto el tema”, postula.
Quizás por eso habrá que pensarlo dos veces antes de preferir el atrayente pasto tierno.