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La mujer proveedora: un test para la relación

Vivencias de pareja en donde ella recibe un sueldo mayor a él se pueden contar con los dedos. Hasta ahora, una situación como ésta todavía ostenta la calidad de excepcional y puede convertirse en la prueba de fuego del amor frente a todas las cargas sociales.

03 de Febrero de 2010 | 16:13 |
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Cuando la mujer gana más dinero, lo peor del hombre y la mujer puede aflorar. Como toda situación que rompe con los cánones establecidos, para muchas parejas se puede tornar en una experiencia difícil de lidiar y que puede dejar damnificados si no se lleva de la mejor forma.

Este escenario donde la mujer es quien lleva las riendas, económicamente hablando, ya fue objeto de análisis en un estudio recientemente dado a conocer en EE.UU. en el que se derribó el infranqueable modelo del hombre como principal proveedor de la familia. Este fenómeno bautizado como “el ascenso de las esposas” vino a remecer todo lo visto antes y reveló que cada vez más mujeres tienen más educación que sus maridos y en uno de cada cinco matrimonios ellas son las primeras generadoras de dinero. Es más, asegura que con el matrimonio, ellos son los que salen ganando ahora.

En nuestro país este ascenso en alza existe aunque no a la escala del país del norte. Si bien muchas parejas logran superar las cargas sociales y comprenden que el dinero no define los roles en su relación, otras sucumben a lo impuesto por los esquemas tradicionales, mostrando sus peores caras.

Lejos, uno de los principales afectados es el ego masculino que ve como pierde el pedestal del poder económico y que ha sido validado por patrones tradicionales. “En Chile, el ingreso del dinero ha sido siempre la expresión del rol masculino que es el proveedor del hogar. Entonces cuando una mujer gana más dinero se produce un deterioro de la identidad del hombre”, señala el sociólogo Rodrigo Larraín.

El ideario de “hombre proveedor que tiene las mayores responsabilidades” queda truncado en estos casos que son poco frecuentes. Los datos confirman lo peculiar de la situación: a pesar de que la fuerza de trabajo femenina aumentó considerablemente (entre el 2000 y el 2007 la cantidad se duplicó de 1.250.000 a 2.500.00), la brecha salarial continúa estando presente a favor de los hombres y en desmedro de las mujeres.

En este sentido, los índices revelan que ellas ganan en promedio el 76% del salario de los hombres para una misma ocupación e incluso se estima que a mayor educación de la mujer, mayor tamaño tendrá esta diferencia en la gratificación económica.

Por eso lo excepcional de esta realidad y lo complejo para un hombre que significa salir del denominador común de su género. En él se daña el orgullo y la autoestima y se genera una posición de dependencia similar a la que tienen los hijos por no ser los principales proveedores:

“El orgullo masculino queda oculto. Hay un problema de un ‘bajoneo’ del hombre, dado que se supone que es el amo de la casa y cuando la mujer gana más o tiene un trabajo similar, la mujer empieza a tener otro trato con el marido. En el fondo, si tiene hijos lo va a tratar como un hijo también”, revela el sexólogo Eduardo Pino.

Ellos incluso deben asumir labores domésticas que en el pasado nunca hubieran hecho. Así lo reveló el informe español “Panorama Social 10”, elaborado por María José González y Teresa Jurado, donde se asegura que el cambio de roles en la vida doméstica se da mucho más cuando ellas ganan más dinero.

Mientras, la mujer se siente a sus anchas: tiene mayor poder adquisitivo y mayor libertad para tomar decisiones que la afecten a ella y a su familia. En ese momento ella asume el rol que tradicionalmente ha tenido el hombre y espera que se haga todo lo que ella diga.

Como explica el doctor Pino, “si la mujer gana más dinero, el hombre se cae del pedestal ella empieza a perderle el respeto. Ellas se convierten en las personas que mandan en la casa y no existe el mismo trato que hay cuando la situación es inversa porque hay una dependencia absoluta. Cuando ella gana más dinero, pone sus condiciones y hace una serie de cosas que en otro escenario no haría”.

La idea es minimizar al hombre y mostrar frente a cualquier conflicto o discrepancia que ella es la que gana más dinero y, por lo tanto, ella es la que tiene más “calidad moral” para levantar la voz.

Sin embargo, el sexólogo Álvaro Gómez es cauto en señalar los matices que pueden presentarse en cada pareja. A juicio del especialista, factores como el estado mental de ambos es clave, especialmente para el hombre que enfrenta una posición más difícil: “si el hombre es sano mentalmente y no tiene reflejos o espejos mentales en donde estas cosas se sacan en cara, entonces él se va a relacionar bien”, manifiesta Gómez.

Pero sobre todo, está la calidad del amor que ambos se profesan y que debería primar en sus formas de actuar y en las decisiones que tomen. Si éste existe y goza de vitalidad, historias con conflictos de poder de por medio no deberían existir.

“Cuando la mujer gana plata y quiere al hombre no hay problema, pero cuando no lo quiere si hay problemas. Eso es lo que hace la gran diferencia”, vaticina Gómez.

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