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París atrae todas las miradas con look sesentero

11 de Marzo de 2010 | 15:39 |
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París. - ¿Después de los 80, tan repetidos este invierno (boreal), será el turno de regresar a los 60? Parece que sí, al menos tras los primeros días de la moda para mujer otoño/invierno 2010/11 de París.

Muchos diseñadores se inspiraron en elementos de la década de Jackie Kennedy y los Beatles, la minifalda y Saint Laurent. A ello se une que el lunes se presenta en la capital francesa un libro sobre el creador Pierre Cardin. Hoy más conocido por baratijas modernas, el diseñador marcó tendencias vanguardistas en los 60.

No obstante, mirar atrás no significa en absoluto que se vieran simples copias de modelos sesenteros. Los diseñadores parisinos son demasiado creativos y modernos para ello.

Así, hoy sobresalió la colección del diseñador Rodolfo Paglialunga. Desde la pasada temporada, el italiano se encarga de las colecciones de la tradicional casa Vionnet. "Un peso considerable sobre las espaldas", dijo a dpa. No en vano, Madeleine Vionnet (1876- 1975) era considerada una indiscutida maestra del corte.

Y Paglialunga ha logrado unos diseños extraordinarios: vestidos de cocktail de satén, terciopelo y organza entallados a la cintura, con vaporosos plisados en negro, gris o distintos matices rosados. Y el lugar de la presentación, la antigua vivienda del artista Jean Cocteau (1889-1963), aportó un toque de erudicción.

De la presentación de Vionnet al espectáculo de la casa japonesa Issey Miyake en el Carrousel du Louvre no sólo había varios pasos desde el punto de vista geográfico. También aquí triunfó el arte del corte, y es que Issey Miyake es gran fan de Madeleine Vionnet. Su diseñador jefe, Dai Fujiwara, juega con formas geométricas y prendas de punto en verde, rojo o azulados mate, tomando como modelo la estructura de doble hélice.

Estas estructuras en espiral se enredan con ajustadas partes de arriba, combinadas con pantalones de material de goma en negro o blanco. Chaquetas amplias con ribetes en tonos naranja chillones, blusones con plisados o abrigos azul marino y rojo óxido con formas elípticas jugaban con el tema del volumen. Y pese a las complejas estructuras, los diseños lucieron suaves y ligeros.

Mientras, el jueves, todo brilló con Balmain. El diseñador Christophe Decarnin, que en los últimos tiempos había traido aires de estrella de rock a la moda femenina, trajo diseños glamourosos, exquisitos y algo menos abiertos. Sin embargo, siguió manteniéndose sexy con sus típicos minivestidos de hombros marcados, vestidos de cortes penetrantes y ajustados pantalones de cuero negro.

A ellos se unían blusas semitransparentes, americanas (sacos) militares con botones dorados y trajes con pantalones a la cadera. El oro y la plata, el rojo y el violeta, los brocados, estampados de leopardo y llamativas pieles ponen de manifiesto que la mujer Balmain tiene más ganas de ir de fiesta que a la oficina.

Y suaves, favorecedores y muy femeninos fueron los vestidos de Nina Ricci. El diseñador Peter Copping se inspiró en las estrellas del cine francés de los 50 y 60 para presentar sobre la pasarela vestidos de satén ajustados con faldas tubo en bonitos tonos rosados y marrones, con matices plateados. Completaban la colección suaves prendas de punto con pieles y vestidos negros de cocktail con corsés en rojo chillón. Pese a que Copping podía haberse ahorrado las muñequitas vestidas de seda rosa, en conjunto el desfile fue magnífico.
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