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El papel de Dios en la catástrofe

El director de Cáritas Santiago no tardó en ponerse a trabajar por los damnificados del terremoto. Pero a pesar de que las campañas han sido exitosas, falta mucho por hacer, y por eso hace un llamado a no bajar la guardia, porque aquellos que lo perdieron todo aún necesitan de la ayuda del país.

19 de Mayo de 2010 | 08:54 |
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“Una Transistor chiquitita” y una linterna acompañaban al padre Rodrigo Tupper Altamirano (46), después del fuerte remezón que sintió en Algarrobo. Estaba terminando sus vacaciones en la playa, cuando el terremoto que sacudió al país el sábado 27 de febrero lo sorprendió a las 3.34 de la madrugada.

El director de Cáritas Santiago no le tiene miedo a los temblores, pero la fuerza del remezón de la tierra y el inmediato corte de luz, le obligaron a ponerse de pie y buscar en su pequeña radio a pilas alguna información que aclarara la envergadura de los hechos. En Chile, nada podía captar. Sólo después de escuchar las estaciones am argentinas que logró sintonizar, comprendió lo que estaba aquejando al país y luego, lo que vendría después: un devastador tsunami que terminó por cobrar más vidas y hogares.

La mañana de ese sábado volvió a la capital. Había que ponerse a trabajar con urgencia. A través de Cáritas, está encargado de coordinar la ayuda que se recibe en Santiago con las diócesis de Rancagua, Talca, Linares, Chillán, Los Ángeles y Concepción. Una tarea no menor ante la destrucción que conmovió al país.

Pero el también rector del Santuario Inmaculada Concepción -ubicado a los pies de la gran Virgen que vigila Santiago desde el cerro San Cristóbal- confió en la solidaridad nacional, e incluso aseguró que ésta es parte del ADN de los chilenos, como lo hizo en medio de la campaña “Chile ayuda a Chile”, que se efectuó inmediatamente después de la tragedia.

Si bien el padre conoce de cerca los conflictos de la injusticia social -desde su cargo como vicario de la Pastoral Social y de los Trabajadores plateó el “sueldo máximo ético”-, él también fue testigo junto al país, que cuando la desdicha azota a todos, nadie duda en meterse las manos a los bolsillos.

Basta evaluar lo sucedido en la campaña solidaria que encabezó don Francisco, que partió con una meta de 15 mil millones de pesos y que finalizó entre abrazos de Mandatarios saliente y entrante, con una sorpresiva cifra de más de $30 mil millones.

Pero este monto, que equivale a 57 millones de dólares, si bien permitirá entregar mediaguas y dan un importante puntapié para comenzar con la reconstrucción de casas y escuelas, no es suficiente.

El mismo Presidente Sebastián Piñera ha anunciado que se necesitarán US$ 30 mil millones (cerca del 18% del Producto Interno Bruto del país) para costear los daños producidos por el terremoto.

“Sin duda estamos lejos de tener todo solucionado. La Teletón nos ayudó, especialmente a que el Techo lograra recaudar el dinero para las mediaguas, pero adentro de ellas hay familias, personas que necesitan comer y vestirse. Hay que pensar que el aparato productivo de estas regiones se va a ir recuperando muy lentamente; el nivel de cesantía va a crecer y luego comenzará el invierno. La Teletón sí recaudó mucho dinero, pero no para alimentos no perecibles, colchonetas, camas y frazadas. Por eso necesitamos relanzar la campaña y mantener el nivel de urgencia que tenemos”.

Elementos tan básicos como pañales y cubiertos para comer o artículos de aseo personal y carbón, hasta profesionales voluntarios que ayuden en la reconstrucción, todo se transforma en una necesidad para los cerca de 2 millones de afectados que lo perdieron todo.

“Cáritas logró recaudar gracias a la campaña 1+1 que hicimos con Tottus y Falabella, 200 mil cajas de alimentos. Esas ya las repartimos y han podido ayudar en la primera emergencia, y hemos enviado más de 300 toneladas de alimentos además de esas cajas. Pero eso se va a acabar rápidamente. De tal manera que vamos a seguir teniendo mucha necesidad en adelante”.

-Usted ha mencionado antes la solidaridad como parte de la personalidad chilena. ¿Sigue creyendo en ella o ésta aparece sólo en momentos de emergencia?
“Yo confío mucho en la solidaridad de los chilenos y creo que lo hemos demostrado en muchas oportunidades. Pero sí tengo un poco más de temor con la perseverancia de esa solidaridad, de que los que no estuvimos afectados por el terremoto -y que ya estamos en nuestras vidas habituales sin ningún problema- digamos: ‘yo ya ayudé, entregué mi tiempo y ahora tengo que preocuparme de otras tareas’. De eso tengo algo de temor, pero confianza también. En la medida en que seamos capaces de mostrar la realidad en la que están cerca de 2 millones de chilenos que sí tienen una situación muy dramática, yo creo que la solidaridad va a seguir estando arriba”.

-¿Y qué sucede con la fe? En momentos tan trágicos parece siempre peligrar entre algunas personas. ¿Qué se les dice a ellas?
“Es muy difícil esta pregunta, porque mucha gente se la cuestiona y seriamente; ‘¿por qué Dios nos mandó esto? ¿Por qué a mí? ¿Dónde estaba Dios en ese momento del terremoto y del tsunami?’. Y son preguntas que naturales, pero es precisamente ahí que la fe nos ayuda a entender que, en primer lugar, Dios no tiene nada que ver con esto. Él no envía este tipo de cosas, porque si hiciera eso, yo por lo menos, no le habría entregado ni un segundo de mi vida. Porque ese sería un Dios castigador, enjuiciador, horrible, un monstruo de Dios, y eso al final termina siendo una caricatura, y Él no es así. El Dios que se nos ha revelado en Jesucristo es el del amor, el de la misericordia, el que nos perdona, el que está con nosotros y vive con nosotros”.

-¿También ha estado presente en el terremoto?
“Claro que lo hemos visto en esta catástrofe, en los miles de héroes anónimos que salvaron vidas, en los miles de voluntarios que todavía están en las regiones ayudando a remover los escombros y a reconstruir lo que está dañado, en la solidaridad de cada chileno y chilena que ayudó en esta emergencia. Allí está Dios y sabemos que es amor y dolor también, porque murió crucificado y conoce muy profundamente el sufrimiento humano. Por eso confiamos en que nos va a dar la fuerza y nos va a ayudar. Pero no hay que confundir que Dios puede actuar interviniendo en un terremoto para darnos algún ejemplo, porque eso no lo hace Dios. Aquí hay una explicación científica que enseña perfectamente el fenómeno que vivimos”.

El padre se muestra contento por la red de voluntarios jóvenes que inmediatamente se conformó tras el terremoto. Su cercanía a ellos viene desde el año 1995, cuando -tras 5 años de vida sacerdotal- fue nombrado Vicario de la Esperanza Joven y al año siguiente debió coordinar el recordado Encuentro Continental de Jóvenes que se efectuó en 1998, reuniendo a más de 500 mil fieles en el Chile.

Su propia juventud, él la recuerda junto a buen grupo de amigos. Antes de ingresar al Seminario Pontificio Mayor de Santiago, en 1982, era un “alumno del montón”, según él, aunque bueno para las matemáticas, en el colegio Notre Dame.

“En ese tiempo existía el toque de queda, así que teníamos que hacer las fiestas larguísimas, de toque a toque, y como a las 4 de la mañana guateaban porque habían empezado a las 10 de la noche. Era una cuestión eterna, pero era entretenido”.

Es el séptimo de ocho hermanos. “Hay una menor que me quitó el trono después de 4 años”, dice riendo, y más contento aún se pone cuando comenta que tiene nada menos que 26 sobrinos y dos sobrinos nietos, “que son la chochera de toda la familia”.

-Padre, ¿tiene algún vicio privado?
“Me gustan mucho los vinos y, por lo tanto, estudio mucho el tema; me compro libros, encuentro fascinante su mundo. No soy ningún experto de nada, pero me gusta. Cuando viví en Italia me compré libros para conocer los vinos italianos, los vinos españoles...”.

-¿Es de estas personas que beben todos los días una copa?
“Sí”.

-¿Sólo una?
“A veces más de una (sonríe)”.

Para efectuar donaciones en dinero a Cáritas, se puede depositar dinero en la cuenta corriente 1009-0 del Banco Santander a nombre de Cáritas Chile, Rut: 70.020.800-1 o también a la cuenta 05-27744-2, para Cáritas Santiago, Rut: 70.287.214-6.
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