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Aprendiendo inglés fuera de clases

Pese a que los padres no están entrenados profesionalmente para la enseñanza de un idioma, ellos pueden ayudar significativamente a sus hijos a mejorar la calidad de lo que están aprendiendo en una sala de clases. Motivación, exposición y fluidez son algunos elementos que ellos pueden incentivar desde el hogar.

05 de Abril de 2010 | 14:11 |
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Hoy en día nadie pone en duda la importancia de la lengua inglesa. Quien la domine gozará de una posición aventajada en comparación con quienes no la saben, situación que ha motivado a muchos padres a complementar con sus propios conocimientos la enseñanza del inglés que sus hijos reciben en sus escuelas.

Colaborar con este aprendizaje no es tarea fácil si un padre se lo propone. Ellos no tienen la instrucción técnica y hay varias etapas que superar y varios factores que deben ser tomados en cuenta antes de lograr que sus hijos consigan fluidez al hablar y/o escribir en inglés. Todo esto puede concretarse si se pone atención a algunos elementos que se destacan a continuación.

La base para cualquier aprendizaje efectivo: motivación

Antes de poner en práctica cualquier actividad se debe trabajar la motivación tanto de los padres como de los hijos. Mostrar una actitud positiva y una apertura a la lengua y su cultura serán claves si la intención es aprender efectivamente.

Primero está cómo se posicionen los padres al momento de involucrarse en el proceso de aprendizaje del inglés, debido a que ellos serán los que fomenten este interés. "Los padres deben partir verbalizando la importancia de esta lengua, enfatizando su utilidad y lo fundamental que será cuando los pequeños sean mayores", explica Paula Ross, profesora de inglés y docente de la Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

La motivación se debe explicitar por medio de incentivos cotidianos: llegar del trabajo con un cuento para leer antes de dormir, ver la mayor cantidad de programas en inglés en familia, entre otros elementos que sumerjan al niño dentro de la mayor cantidad de “inputs” que existan.

Luego, esta la motivación de los propios menores. “Finalmente un niño motivado cuando chico o cuando grande va a ser alguien que busque formas de aprender inglés y en algunos casos compensará la falta de instrucción que recibieron en los colegios”, agrega Ross.

Mientras más exposición al inglés, mejor

Es verdad que más horas en el colegio de inglés (al menos 5) propiciaran un buen punto de partida, sin embargo, también se recomienda hacer actividades adicionales, sin excepción de edad, para mantener a los niños más expuestos a este idioma.

Esto puede hacer la diferencia incluso para niños que tienen pocas horas de inglés en sus escuelas, “pero que son buenísimos para ver películas en inglés o escuchar bandas de rock en inglés”, añade Ross.

Por eso, busque instancias donde el niño necesite este idioma para comunicarse y que no sea solamente en escenarios ficticios como la escuela o en clases particulares. “¿Por qué no jugar con los niños pero en inglés?”, propone Lobos, profesora de inglés y didáctica de este idioma y docente de las facultades de Letras y de Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Mientras más pequeños conozcan el inglés, mejor

El punto de inicio en qué se decide comenzar un trabajo de conocimiento y aprendizaje del inglés puede hacer la diferencia. La neurolingüística cuenta con una teoría que habla del “período crítico” en el cual "el cerebro termina de localizar sus funciones, separando el lenguaje y las artes”, indica Leyla Lobos.

Mientras no suceda eso a los 11-12 años, se aprende todo de forma “holística”, es decir, “como un todo, llevando al niño a no cuestionar las reglas del idioma y más bien a asimilar y aceptar sin problema lo que escucha”, señala. Antes de esa edad ellos aprenden de una forma mucho menos sistémica, a diferencia de los adultos quienes aprenden las reglas gramaticales sin tanta dificultad.

La evolución del aprendizaje de un idioma es lenta por lo que la paciencia es clave. “No les podemos pedir a los niños que sean creativos desde el primer día porque no van a ser capaces”, enfatiza la especialista. Tal como pasa con la adquisición de la lengua materna, los niños escuchan, procesan y después de un tiempo producen, por lo que si esto ocurre a una temprana edad la adquisición del segundo idioma será mucho más natural.

Asegúrese de perfeccionar su propio nivel de inglés antes de enseñarlo

Una situación ideal es cuando los padres manejan competentemente el inglés y le hablan a sus hijos de manera natural y fluida. Pero la realidad muestra que la gran mayoría de los padres chilenos no es bilingüe en un alto grado, entonces lo recomendable es no enseñar lo poco que se sabe.

“Para que los padres se involucren en las edades tempranas, tienen que estar entrenados y saber de lo que se está tratando porque, de lo contrario, puede ser hasta contraproducente”, advierte Leyla Lobos.

Aquí los errores no son algo menor. Si el niño asimila una falta gramatical o de pronunciación de los padres ésta será muy difícil de revertir. De esta manera, se aconseja a los padres que tomen clases del idioma primero y luego tomar la iniciativa de enseñar a los niños un inglés “consolidado”.

Incorporando el inglés dentro del conocimiento de mundo

El hogar puede convertirse en un entorno mucho mejor que una sala de clases, mientras se genere una atmosfera especial. Leyla Lobos hace referencia al “English corner” que dice relación con “crear un ambiente en inglés en la casa, es decir, tener pósters, adornos en inglés, libros, etc. porque afuera todo está en español”.

En el caso de los más pequeños se aconseja que los padres y los niños estén al tanto de la mayor cantidad de objetos que los rodean en inglés, de manera de comenzar a asociar lo que ven con cómo se dice y cómo se escribe en una lengua distinta a la materna; y junto con eso, incorporar estos significados en un contexto específico. “La idea no es quedarse para siempre con una canción memorizada si no hay una unión con un significado”, subraya Lobos.

La televisión por cable, por ejemplo, puede ayudar bastante si se aprovechan las bondades tecnológicas con las que cuenta. Una recomendación es ver programas infantiles en inglés como “Barney”, en los cuales los niños adquieren conocimiento de mundo y aprenden a decir “por favor” o “gracias”, que eventualmente podrán usar en instancias más concretas que ellos mismos o sus padres generen.

En tanto, cuando ya son más grandes, se pueden crear proyectos o asignar una tarea en un ambiente relajado en donde busquen en Internet información que tenga relación con el inglés o con respecto a su cultura, pero que necesariamente implique el uso de la lengua. Asimismo, funciona muy bien comprar un CD de la banda que les guste y que incluya las letras de las canciones, o ver una película en inglés y con subtítulos en este idioma. Y qué decir del karaoke.

Cuando se quita el “cariz de escolaridad”, en palabras de Lobos, se puede generar una sensación mucho más positiva porque no significa extra trabajo y eso hace las actividades mucho más fáciles de llevar. "Se debe incentivar más que presionar a hacer algo", afirma.


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