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El hombre que le devuelve el alma a los pueblos

El navegante y “gurú del emprendimiento” sigue dedicado a su nuevo desafío. Después de dar la vuelta al mundo en un yate, hoy entrega todo de sí por reconstruir escuelas y echar a andar nuevamente el trabajo de los pescadores que lo perdieron todo con el tsunami. “Me atrae la idea de lo imposible”, asegura.

30 de Junio de 2010 | 08:32 | Por Ángela Tapia F, Emol
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“Me gusta seguir los ritmos de la naturaleza”, dice Felipe Cubillos (47), sentado afuera de un café en Isidora Goyenechea. Y sus palabras se demuestran en el día a día: desde el 27 de febrero se ha abocado a la titánica tarea de reconstruir el país tras el terremoto.

El navegante ha dejado un tiempo el timón para dedicarse por completo a ayudar a las zonas más afectadas por el tsunami, justo a un año de haber recorrido el mundo por nueve meses en su yate “Desafío Cabo de Hornos”, junto al marinero José Muñoz, y alcanzando el segundo lugar, tras ser los primeros latinoamericanos en participar en una competencia como esa.

Así, tras el 27-F, el abogado y ex decano de la Facultad de Economía y Empresa de la UDP, hijo del ex canciller Hernán Cubillos y hermano de la ex diputada Marcela, dio comienzo a un nuevo desafío, un proyecto que, como el anterior, no dejaba de parecer imposible: no sólo “reponer a la brevedad escuelitas destruidas por el terremoto” y “ayudar a los pescadores a volver a la mar, para producir su sustento”, sino que “contribuir a que el país quede mejor parado de lo que estaba el día del terremoto”. Por eso, apenas vio el desastre que la fuerza de la naturaleza dejó en el país, dio forma a “Desafío Levantemos Chile”, una “empresa” -todo funciona con recursos privados y con la mecánica de ese sector- que organiza la ayuda a los afectados, y que le hizo valer el apelativo en los medios de “el gurú del emprendimiento”.

Si hasta de Haití lo han llamado para que repita el modelo, pero él asegura que su compromiso y el de todo su equipo está aquí, en Chile. Botes, motores y escuelas modulares se han transformado en la alegría que este hombre ha gestionado para que vaya a parar a los más necesitados, incluyendo a “Zafrada”, quien hoy debe estar asistiendo al inmueble de 380 m² inaugurado por el ministro Joaquín Lavín y el propio Cubillos, con capacidad para 150 alumnos, sala de internet, comedores, baños y hasta jardín. “Las escuelas le devuelven el alma a las comunidades. Cuando un niño vuelve a clases, vuelve a sonreír, y en la medida en que vuelvan a la normalidad, las familias se sienten más seguras, más cobijadas. Además, estando los niños en el colegio, las mamás pueden volver a trabajar, por eso esto es tan urgente”, dice el hombre que a los 28 años dejó las corbatas de su cargo como gerente de una salmonera para ser libre y navegar.

Juan Fernández, Iloca, Lebu, Talca, Concepción, Talcahuano, Dichato, son alguna zonas que lo mantienen yendo y viniendo a la capital, durmiendo apenas 4 horas diarias y sin proyectarse más allá de las próximas 24 horas. Hay mucho por hacer.

-Eres de los que creen que nadie debe dormir tranquilo mientras no se termine de reconstruir Chile. ¿Qué pasará contigo hasta entonces?
“No lo sé, no tengo idea. Hoy, mi largo plazo son las próximas 24 horas. Estamos comprometidos a que todos los niños puedan volver a clases, y tenemos un desafío un poco más ambicioso, que es contribuir a que el país quede mejor parado de lo que estaba el día del terremoto; no solamente en estructura física, sino que también con un gran acuerdo de cómo vamos a enfrentar los problemas públicos de aquí en adelante, no solamente en casos de emergencia”.

-¿Te refieres a soluciones rápidas y eficaces?
“Por lo menos eficientes. Esta es una oportunidad preciosa para las personas y para el mundo privado de sumarse a un proyecto, por ejemplo, de mejorar la educación en este país, que es muy mala, con los índices mostrando que hay una diferencia importante entre la educación pública y privada, en un país en el que hay grandes diferencias sociales. El tema de la educación debiera ser un factor clave, y ahora se abre una oportunidad para que personas y empresas puedan participar de ese proyecto en buena hora”.

-Algunos podrían pensar que así le están haciendo la pega al Estado.
“Hay que dejar de pensar que los temas públicos los ve solamente el Estado. La pega la estamos haciendo para los niños de este país, eso es lo que me importa a mí. Si vieras la cantidad de donaciones, el entusiasmo que hay de mucha gente por dar ayuda a un sector tan sensible como la educación, ¿por qué cerrarle las puertas? Al contrario, facilitémosle más aún ese trabajo, porque si en pocos años somos capaces de superar ese problema, este país será más feliz, más humano, más solidario. Ese es un desafío súper bonito, dejar este país mejor de lo que quedó; no solamente en calidad de educación e infraestructura, sino que nos comprometamos todos en enfrentar juntos los problemas públicos, independiente de quién gobierne, de quién administre el Estado”.

-¿Confías en una solidaridad constante de los chilenos?
“Bueno, hay que convocar a todos los que quieran ayudar. Yo siempre digo que todos pueden. Basta que alguien vaya y mire lo que está pasando en el lugar y se les van a ocurrir ideas, van a descubrir muchas cosas que se pueden hacer. Lo más importante es que no nos olvidemos de nuestra gente. Esto no pasó en China ni en Bangladesh, pasó en Chile. Son niños chilenos, y en la medida en que no nos olvidemos y seamos eficientes, vamos a levantar entre todos este país”.

-¿Qué te pasa cuando ves las caras de esos niños cuando inauguran sus escuelas o de los pescadores, cuando le devuelven la oportunidad de trabajar?
“Para mí, fue muy especial Iloca, porque cuando llegué, tuve la imagen de ver como el Circo de las Montini en el suelo, e inmediatamente me puse a pensar que los niños debieran estar riendo en ese momento, pero que parecía que iba a faltar mucho tiempo para que lo volvieran a hacer. Por eso, cuando abrimos la escuela fue maravilloso. Sentí que sí podíamos producir un cambio. Con los pescadores, realmente me cautiva su solidaridad, la entrega, la determinación que tienen. Su primera pesca la donaron a la comunidad... Yo me saco el sombrero por ellos, por los profesores, que son verdaderos baluartes en las comunidades. Creo que he visto lo mejor del Chile que queremos”.

-¿Qué relación tienes con el mar, que lo desafías, lo navegas por nueve meses seguidos, y vas arreglando lo que destruye?
“Tengo la impresión que haber dado la vuelta al mundo me ayudó en este proyecto en el que estamos trabajando hoy en día, porque ahí aprendí que al mar, a la fuerza de la naturaleza, nunca le vas a ganar y ésta es esta es la mejor demostración; nos puede pasar por arriba y no va a ser la última vez que nos toque como chilenos, eso es inevitable. Cuando yo, por ejemplo, estaba en el mar del sur con olas enormes, y bajaba mi informe metereológico y veía que en 10 horas más iba a estar en un temporal desatado, sabía que no había forma de hacerle el quite. Uno se prepara pero sabe que la pelea va a ser muy fuerte, que va a pasar la noche sacándose la mugre, sobreviviendo”.

-¿Cuál es el consuelo?
“Que si uno está preparado bien, siempre va a salir adelante y se va a levantar. Aquí no importa cómo te golpean, sino cómo te levantas del mar. Y lo que te demuestra la naturaleza, hoy en día con todo esto, es cuán humilde tienes que ser para enfrentar el hecho que no podrás derrotarla, pero que sí puedes levantarte. Cuando hicimos la vuelta al mundo nos levantamos muchas veces. Podíamos estar hechos pedazo después de un temporal, no importaba. Y ahora, como chilenos, nos pasó prácticamente lo mismo; una tremenda ola nos golpeó... El mar es bravo, ¿ah? El mar chileno sobre todo. Los peores temporales del mundo los vi cerca de la costa chilena. No hay mar más bravo que el chileno”.

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