Cuando comenzó a usar velo se lo ponía en los hombros al llegar a su empresa, y al salir, volvía a cubrirse su cabeza.
Esas fueron los primeros signos que sus compañeros de trabajo advirtieron. Luego, vino el que en algunas conversaciones telefónica hablara en árabe con los clientes.
Eso hizo que su jefe la llamará y le preguntara que estaba pasando. Ella pidió disculpas pero explicó que el cliente estaba muy enojado y fue la forma que encontró para calmarlo. Entonces la autorizó.
Al tiempo, cambiaron al gerente de operaciones y los supervisores y comenzó su drama.
“Quiero mucho a la empresa a pesar de toda la pesadilla que he pasado. Me dieron la oportunidad de comenzar a trabajar sin saber nada y lo único que pido a Dios y es por lo que voy a luchar, es que mi empresa vuelva a ser lo que era antes, una familia”, dice al recordar los duros momentos que ha vivido.
-¿Cómo empezó el acoso?
“Una vez pasé con el velo frente a la supervisora y se puso a reír y a decir que ridícula esta vieja. Me acerque al jefe de recursos humanos y le advertí que no lo iba a permitir. Las burlas siguieron y lo más extraño es que ella es cubana y me echaba del país, me decía que me fuera a un país musulmán”.
Después, esta mujer empezó a cuestionar su tono de voz –“decía que tenía voz de caliente, que excitaba a los clientes”- y algunos compañeros la defendieron, por lo que dos fueron despedidos.
Los insultos subieron de tono con frases como esta perra que se disfraza, por lo que resolvió presentar una denuncia a la Inspección del Trabajo. La empresa intentó que la retirara y en eso, en septiembre del año pasado, del grupo de agresores recibió un escupo cuando salía a su hora de descanso, por lo que fue a la justicia laboral.
“Eso me terminó de desequilibrar, fue un insulto muy grande, fue con mucho desprecio. Lloré mucho, unas compañeras me acompañaron y creo que ha sido una de las cosas más fuertes que he vivido”, dice mientras se le apaga a voz.
Algunos se comenzaron a alejar para no contagiarse de esta “musulmana prostituta, decían. En su ignorancia afirman que los musulmanes compran a sus mujeres y eso no es así”.
-¿En quienes has encontrado apoyo?
“En el Corán. Y en Mohamed Yassir, presidente del Centro Islámico Español, quien ha sido mi fuerza; además en una amiga musulmana que nos conocimos en la fiesta del cordero, que me salvó una vez, al salir de la mezquita, de que me atropellara un camión porque yo estaba muy mal y no lo vi”.
-¿Tu madre te dice ves lo que te está pasando?
“Cosas más fuertes que no pudo repetir”.
-¿Y qué dicen tus hijos?
“Ay mamá, deja esa locura, ten vida, pero el más chico dice déjenla ser feliz. Él se ríe y afirma que yo soy 90% musulmana, porque fumo. Ellos, al final, han entendido, que a pesar de todo lo que he pasado, soy feliz y quieren eso para mí”.
-¿Ellos han sufrido mucho?
“Mi hija me ha pedido llorando que deje el islam cuando me ha visto llorando en el patio, tiritando. Si existe Dios tú no puedes estar así, me dice, pero ahora me acompaña y me dice que me ponga sábanas si quiero. Ellos vieron que no me van a vencer”.
-¿Tus maestros de la mezquita que te han dicho?
“De ellos no he recibido apoyo y ha sido triste, pero creo que ahora los entiendo. Me decían que no usara la hiyab, entonces, me enoje y me fui; les dije que la mezquita no era el islam y que podía rezar en casa”.
Nora explica que no persiguió esta reparación, que significan 5 millones de pesos, por una cuestión de dinero, a pesar de que por todo este proceso está endeuda. “Es una cuestión de reparación, es una cuestión de honra, respeto por lo que yo amo”, afirma categórica.
De hecho, el fallo judicial que la beneficia señala que la empresa deberá hacer una capacitación de todos sus trabajadores a fin de desarrollar competencias para el buen trato y respeto entre pares. Y ahora va al trabajo más tranquila.
-¿Qué pasa cuando caminas por la calle?
“Me siento protegida por el velo, los jóvenes me dan el asiento en el Metro. Te protege incluso de palabras”.
-¿Sientes que esta pelea ha valido la pena?
“Sí, sí, las personas que visitan mi Facebook me lo dicen y creo que en mi empresa también valió la pena. Siempre fui respetada y creo que ahora está volviendo a ser lo que era antes.
“Ha sido un crecimiento muy duro, muy triste, pero ha valido demostrar aquí en Chile que el islam es una cosa preciosa y que Dios es sagrado. Si esto sirve para que la gente, por cultura, conozca más del islam, bienvenido”.