Rodeado de la fantasía de sus disfraces y diseños surrealistas, de sus fotografías con cuanto personaje de la farándula hay,
Ricardo Oyarzún reconoce que es un provocador.
A principios de este año supo la resolución final de un proceso judicial que le costó varios insultos, cuando decidió celebrar sus 15 años de trayectoria con un desfile que tendría a personajes como Anita Alvarado, Adriana Barrientos y Ariadna (un transformista), vistiendo sus trajes para el Vírgenes Fashion Show.
Pero por más que la ONG “Muévete Chile” intentó impedir el show, por considerarlo “blasfemo”, la Séptima Sala de la Corte de Apelaciones rechazó la orden de no innovar solicitada en un recurso de protección, por lo que las vírgenes de Oyarzún hoy dan la bienvenida orgullosas, con grandes fotografías que decoran la entrada de su atelier en Bellavista.
Aunque este diseñador ya está algo curado de espanto. Sentado en su oficina, comenta que no es raro que lo censuren, que hace un tiempo, con motivo de los 50 años de la Barbie, le habían ofrecido crear un diseño para la rubia muñeca, imaginándose qué modelito ocuparía en nuestros tiempos. ¡Qué le dijeron! Decidió hacer una Barbie agredida por su novio, Ken, quien la había golpeado tras llegar de una fiesta.
Su idea nunca vio la luz en el juguete, pero sí la terminó por concretar con Angie Alvarado en el Cementerio, con una sesión de fotos. “Cuando a mí me echan por la puerta, yo entro por la ventana y lo hago igual”, advierte.
Al igual que la joven primogénita de Anita, Carlita Ochoa, Paulina Nin de Cardona, Daniella Campos, Patricio Laguna y Marlen Olivari han sido rostros habituales que visten sus diseños en cuando evento y programa de TV hay.
Comenzó en los años ’90, haciendo los trajes más originales de las Miss Chile, para continuar con todo el vestuario del Festival de Viña, durante su etapa Mega.
En ese escenario, además de tener que arreglarle en el mismo trasero un vestido que se le descosió a Thalía, momentos antes de salir a cantar, uno de sus diseños quedó en la retina de todos cuando nuestra Cecilia impactó con el “bolocazzo”. “Ella cortó el rebaje del body”, acusa el diseñador autodefinido como anti moda.
Farándula más llamativos vestuarios parecen ser la fórmula que han permitido a Oyarzún poner sus desfiles en las portadas de los medios, a los que siempre agracede. “Uno tiene también que rendirse a los pies de la prensa y darles lo que necesitan. (...) Los editores de los medios dicen: ‘A lo de Ricardo Oyarzún hay que ir porque algo puede pasar’”.
-¿De dónde vienen tantas ganas de provocar?
“Soy una persona súper busquilla, inquieto en todas las áreas, en lo estético, en lo conceptual. Y siempre trato de que mis diseños digan algo. No creo que uno pueda pasar toda la vida como diseñador, solamente pensando en el glamour. Ser diseñador también es una herramienta de comunicación. Y si puedo aportar, por ejemplo, algo en relación al femicidio, la drogadicción, los animalistas o minorías de cualquier tipo con mis diseños, fantástico. También me doy espacio para cosas más triviales, entre el brillo, la lentejuela y la silicona, pero dejo instancias para comunicar cosas, como mi desfile de vírgenes”.
-En ese caso, ¿nunca te cuestionaste lo que estabas haciendo?
“Las cosas las hago porque me nacen, porque me vienen de las entrañas como un proceso, a veces muy poco racional y bien emocional. Me tiro no más al vacío, y cuando voy cayendo, más o menos en la mitad, me doy cuenta de lo que pasa, pero estando ahí tengo que aprender a volar o si no, me estrello en el suelo. Y siempre he terminado volando, gracias a Dios.
“Yo solamente quería acercar la imagen de la Virgen a los jóvenes, trayéndola al presente, y me pregunté, cómo se vestiría ella si existiera hoy”.
-¿Sentiste más apoyo o rechazo en ese desfile?
“A mí me llegaron mails de todo el mundo a favor y en contra. Unos me decían ‘desgraciado’. Otros, ‘ídolo, tira pa’ arriba’. Era, en realidad un 70% que apoyaba y como un 30% de personas más conservadoras y fanáticas que estaban en contra. Bueno, eso me trajo muchas satisfacciones por un lado y muchos problemas por otro. Algunos inclusive legales. Pusieron un recurso de protección para impedir que se realizara el desfile, porque lo consideraban una blasfemia y una ofensa a la Virgen”.
“Ellos me crucificaron antes de ver el resultado, me condenaron sin haber visto de qué se trataba y pensaron que iba a haber monjas menstruando, en situaciones lésbicas, cosas medio porno show. Y no hubo nada de eso”.
-¿Se habrán asustado cuando vieron que Anita Alvarado era una de tus Vírgenes? Ella es bien controversial.
“Claro. Anita Alvarado encarnó el personaje de María Magdalena, y quién mejor que ella para hacerlo. Me alegaron mucho por usar modelos faranduleras para esto, pero la virginidad puede estar más presente en una de esas modelos que en otra de alta costura.
“El día que hice el desfile vinieron a filmar de Japón, de Italia, de México, de toda Latinoamérica, Estados Unidos, España... Fue realmente un evento mundial, que me consolidó pero también me trajo problemas, porque me rompieron los vidrios, amenazaron con pegarme... Dos veces me atacaron en la calle, me empujaron grupos de personas, me tiraron un rosario de palabras, que para qué voy a entrar en detalle. Pero bueno, yo acepto la diversidad y que la gente opine como quiera”.
-¿Le tienes un cariño especial ese desfile?
“¡Sí! Vírgenes Fashion Show fue como parir un hijo con fórceps, porque me costó mucho. Bueno, yo tampoco soy un santo ni el padre Hurtado; también manejé algunas situaciones mediáticas para hacer un poco de ruido y generar la atención de la prensa, con algunas sesiones de fotos antes del desfile. Pero yo soy un provocador y creo que el arte sin la provocación, no habría avanzado en el mundo.
“Pero para mí, lo más importante, es que logré por unanimidad de los jueces, sentar un precedente en Chile, en relación a que nadie tiene derecho a decirle a otro lo que debe o puede ver”.
-¿Te pones límites cuando te vienen tus inspiraciones?
“Para un artista, lo peor que pudiera pasar es que tenga miedo de decir las cosas; en el minuto en que empieza con dudas, mejor es que se olvide de ese proyecto y empiece con otro. Uno debe lanzarse e ir evaluando en el camino”.
-¿Es común que te censuren?
“Bueno, tampoco me paso la vida provocando. Eso no me da dinero y lo hago porque soy un diseñador que quiere decir cosas y no quedarse en la superficie, en lo liviano. Así que hago mis acciones mediáticas de arte, pero yo vivo de otra cosa; hago eventos, desfiles, me llaman de empresas para hacer fashion show, muchas cosas que no son tan controvertidas y más normalitas. Pero cada tanto me baja un bichito, entre demonio y ángel, al que le dan ganas de decir cosas. Además, siento que me he transformado en una especie de Robin Hood de los diseñadores, porque ahora ya me llaman organizaciones para que las ayude a decir cosas y poner temas en el tapete, como los animalistas, los que están en contra de las represas de Aysén, rehabilitados de drogas. Hay un montón de temas que son importantes de conversar, pero que la gente no lo hace”.
-¿Qué pasa con el resto de los diseñadores?
“Mis colegas viven en un mundo de fantasía, un mundo de Bilz y Pap irreal, de oropeles ficticios y de un glamour innecesario e inexistente en Chile; se debaten entre una tela, un brillo y ahí se quedan. Yo también lo hago, pero trato de ser más que eso, así que intento hacer cosas que me satisfagan a mí como artista, como persona y diseñador; y si siento que tengo los medios a mi disposición, cómo no aprovechar de decir algo con esta herramienta”.
-¿Tienes personajes en los que te inspiras?
“Mira, la inspiración de todo está en la vida, en la calle, en todos lados. Soy un observador por naturaleza, un archivador compulsivo de lo que veo. Mi única limitante es la estética; no me gustaría que se dijera es que hago algo feo o grosero. Creo que uno con respeto y concepto puede decir de todo, lo que se te ocurra., y trato de que mis puestas en escena sean bonitas. El día que digan qué hice algo feo u ordinario, ahí me empezaría a dar lata”.
-¿Por qué dices ser un diseñador anti moda?
“Soy un diseñador atípico y anti moda, porque creo que ir a un diseñador para mandarse a hacer un traje es como ir al médico; vas porque te duele la guata, y te dan un remedio. Esto es igual, uno va a un diseñador a hacerse un tarje, y el cuerpo, según su forma, necesita una solución particular. Cada persona es un universo distinto, y no sólo por fuera, sino que en su interior también. Uno tiene que reflejar el interior de las personas para que no se sientan disfrazadas, sino que cómodas y naturales con un diseño”.
-¿Y tu interior, tu casa, por ejemplo, cómo es? ¿Es un escenario, con brillos y show?
“Sí, claro que sí. Uno es como es y hace lo que hace no como una pose, sino como una actitud de vida. Yo no soy distinto en otras partes, soy el mismo siempre y mi vida es un show (ríe), es un espectáculo y eso uno lo plasma no sólo en su trabajo. No tengo una cama de plumas ni llena de disfraces, pero siempre trato que mis espacios sean escenográficos, como una puesta en escena, que las cosas tengan relación entre sí. No soy muy minimalista, lo reconozco, pero sé diferenciar cuando uno debe ser más limpio en sus diseños (...) No puedo llegar como la esposa de Farkas llegó a la gala de Viña, que tenía plumas, tenía telas, tenía texturas, tenía colores, tenía zorro, peluca extensión y pestañas postizas”.
-Dices que tu vida es un show, ¿tu muerte también lo será?
“(Ríe) Sí, yo quisiera que mi funeral fuera una fiesta y refleje lo que yo he sido toda mi vida. No he sido ni un santo, ni un ejemplo de nada para nadie; he sido una persona alegre, llena de colores, controvertida, que dice cosas que a algunos les gusta y a otros no. Me gustaría que ese día fuera la gente necesaria y que mi cajón sea de color y un diseño especial o si puede haber algún espectáculo en el minuto, me encantaría”.
-¿Qué personajes estratégicos no podrían faltar?
“Creo que farandulandia entera estaría volcada en mi funeral. Seguramente irían muchas de las personas que he vestido, porque he ido enraizando ciertos afectos entre tela y tela, diseño y diseño. Iría la Bolocco, la Tonka, Felipe (Camiroaga), no sé; mis amigas cercanas, la Paulina Nin de Cardona, la Gloria Simonetti, la Palmenia Pizarro, que he vestido tanto. Habría una mezcla de transformistas, travestis, farándula. Sería casi un carnaval, algo medio almodovariano”.
-¿Cuál es tu vicio privado?
“Hay vicios muy privados, vinculados a la sexualidad, de los cuales no vamos a incurrir en detalle. Son vicios privados y a veces un poquito públicos también (ríe)”.