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“Hay una sola forma de decir que uno está mejor, estando muerto”

02 de Junio de 2010 | 09:44 |
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“Llegar a esto implicó tocar fondo. Me vine a Santiago hace 15 años atrás para trabajar en varias cosas que eran mi vocación, no mi misión. La vocación mía era trabajar en todo lo que implicaba el tema del medioambiente. Yo ya venía haciendo eso desde el año 87, aunque parecía una locura estar hablando en ese tiempo de la capa de ozono, del agua (...) Pero, cuando llegué aquí y vi que en cada una de las etapas de mi vida, las tareas estaban concluidas, un día pasó que no tenía dónde estar y, prácticamente, sin ser alarmista, ni siquiera qué comer. Llegué a ese extremo”.

Era Navidad, y Alejandro salió a dar una vuelta a una feria del centro. Ahí, una señora que le vendió unos inciensos fue la primera persona a la que el místico -en esos tiempos aún no era tarotista ni numerólogo- mostró sus dones espirituales.

“La señora me tomó la mano y yo le dije: ‘¿Te hago una pregunta? ¿Tú tienes una hija? ¿Ella tiene un problema, con algo de fluidos, pero no lo tiene bien definido? Y ella me dijo: ‘Sí, porque le acaban de decir que tiene diabetes’”.

Luego, entre mujeres que se fueron dando el dato, Alejandro Ayún se hizo conocido en varias partes de Santiago. Hasta que un día fue a parar a Chilevisión a atender a alguien, y terminó hablando de los sueños en el ahora inexistente “Lunáticos”. Luego, vendría la farándula y el acontecer nacional, y su propia consulta que cada día pasa ocupada con inquietas y curiosas personas que van a atenderse.

“Y la historia mía, por su naturaleza, no tenía por donde. Primero, yo vengo de una familia de extrema pobreza, muy de extrema pobreza, de Penco. Con mis hermanos vivíamos en un terreno donde se había hecho una toma. Había que ir al cerro a buscar leña, ir a buscar agua, criar a mis hermanos, hacer pan...”.

-Has comentado que cerca de los 5 años tuviste la primera experiencia que te abrió a este mundo.
“Sí. Fue súper extraño, pero para mí era normal, pensando que para el resto también lo era, lo que pasa es que no lo decía. Después se me ocurrió abrir la boca, y como que del otro lado, alguien dijo ‘oye, hay un niño que nos entiende, que nos escucha’. Y la voz se corrió y tuve que empezar a manejar los factores que eso implicaba y las herramientas que necesitaba para no sentirme invadido. Pero nunca lo compartí con nadie, nunca, nunca”.

-¿No tuviste miedo?
“Era tan natural, tan propio, que todo lo contrario. Yo era de los que, cuando niño, me iba al campo de mis abuelos y me encantaba ir a escuchar ‘El siniestro doctor Mortis’, solo al bosque. Nunca sentí miedo. Caminaba tarde en la noche y nunca tuve miedo de la oscuridad, nunca fue un problema; menos andar en un cementerio en la noche o el tema de la muerte. Jamás fue algo complejo, igual que ver morir a alguien. Tal vez sí he sentido un pequeño dolor, pero ni siquiera me daba para eso, porque yo sabía que iba a seguir manteniendo la comunicación.
“A parte de eso, considero que el episodio de la muerte es el retiro de aquellos que, aunque sea triste, dejan de estar cuando van camino a dañarse por seguir estando, y eso es más doloroso. La muerte evita, no el dolor ni la pena, pero sí el que algo termine destruyéndose o descomponiéndose. Entonces, hay una sola forma de decir que uno está mejor, estando muerto, porque ahí no va a pasar nada más que eso, estar muerto. No hay hambre, frío, deudas, preocupaciones, angustias, nada. Así se está mejor, cuando no te pasa nada”.

-¿Eres creyente?
“¿En qué? En Dios no creo”.

-¿Y en los santos?
“Tampoco”.

-¿Por qué está Santa Rita de Cascia aquí, entonces?
“Es que es distinto. Yo no creo, yo estoy convencido. Yo no creo en nada, porque las personas que creen demuestran su debilidad. Cuando tú estás convencido, no importa lo que pase, sigue firme ante lo que tú estás convencido. Yo estoy convencido de que Dios no existe, porque nunca existió ni va a existir. Dios es y lo que es nunca se acaba, siempre está. Yo creo en el ser humano, ese ser que es capaz de ser perfecto, porque Dios lo es y somos hechos a semejanza de él. Eso pasa por la capacidad que tengas de mejorar cada día, el querer estar mejor. Y si para estarlo, es doloroso enfrentar una situación, hazlo”.

-¿Tienes conflictos con que la Iglesia rechace esto?
“Es normal, es respetable y entendible, porque la Iglesia no puede decir ‘acabamos de analizar lo que Alejandro Ayún hace y eso nos parece adecuado’. No, aquí para el moro y para el cristiano es lo mismo. Es como si dijera ‘vamos a decir que esta persona, por la intensión que tiene, use preservativo, y esta otra no’.

-¿Entonces, esto se prohíbe por las malas intenciones que pueda tener gente con facultades como las tuyas?
“Exacto, pero no puede ser que para unos sí y para otros no. Es ley y no hay nada que hacer. Alguien me dijo una vez que Dios estaba en contra de lo que yo hacía, y yo le dije: ‘Qué bueno saberlo, pero que no creo que sea el Dios mío, porque si está en contra de lo que hago, tengo que decir que también lo está de que yo, en un momento, ayudé a una mujer que llamó para acá desesperadamente, porque lo único que quería era matarse. No tenía ninguna esperanza en vivir, porque lo que le había pasado era tremendo. Pero se fue de aquí con la esperanza de vivir. Si Dios está en contra de eso, no entiendo’”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Fumo mucho, unas dos cajetillas al día”.

-Cualquier doctor te diría, “¡pare ya!”
“Sí, soy muy fumador. Empecé a los 15; mi mamá me enseñó. Siempre dicen que ella les enseñó a todos. Pero tengo esa capacidad de que cuando siento que no debo, no lo hago. Lo otro es mi obsesión por algo que es natural, que es anticiparse a los tiempos. Estamos entrando en un período en que una conjunción planetaria, a partir del año 14, va a cambiar la manera en que el ser humano va a enfrentarse a la vida, y que es a través de la informática. Hace 8 años atrás, yo era reacio a enfrentarme a un computador, pero hoy día soy y me impresiona cómo puedo aprender cosas. Photoshop aprendí sin que nadie me enseñara nada. También me encanta el café. Me tomaré unos 10 ó 12 al día”.

-¿Qué pasará exactamente el 2014?
“Hay toda una conjunción de planetas y eso provocará en la naturaleza cambios en todo. Así como se dará ahora, había pasado en 800 años, y eso implica que la productividad del mundo cambia, porque va a entrar en los signos que tienen tendencia al aire. Antes estuvo en los de tierra, por eso se creó la manufactura, la agricultura, la minería y de ahí provenían las riquezas. Ahora no, la riqueza va a estar basada en la informática, en las telecomunicaciones y el espacio. Ahí estarán los nuevos ricos. Los que no entiendan esto van a quedar afuera y serán la pobreza del futuro”.

-Y por eso Alejandro Ayún aprendió a usar Photoshop.
“(Ríe) Claro, para cuando llegue momento. Además que mi generación, la del ’60, está en un proceso en que lo hace o no lo hace”.
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