Con mucho orgullo me he hecho parte de toda esta locura. Como belga, nuestra chances para llegar a un Mundial son bastante reducidas.
Creo que estar en Chile me hace vivir muy distinto toda esta locura. Jamás había visto cómo un pueblo se une y se convierte en “uno”. Cada vez que se toca el himno nacional se me paran los pelos: todo, pero realmente todo, deja de existir.
Es increíble ver cómo en esos 90 minutos la vida de mucha gente se transforma -en alegría o tristeza- pero la fuerza que sale de estos sentimientos son de los más extremos que existen.
Bélgica es un país más bien fragmentado. Hay un lado flamenco y un lado francés. Y la verdad es que nunca se unen como “uno”. Tengo muchos celos sanos al ver cómo Chile se une como un mar rojo, cómo se enciendan las parillas, cómo el smog cambia por un olor de carne a las brasas. Tengo una suerte enorme al poder conocer el pebre, para mi gusto, lejos uno de estos sabores que no importa donde estés, siempre va sacar mucho aplausos.
Cuando juega Chile, todo Chile se junta detrás de los 11 jugadores. Se vive la emoción como si nosotros mismos estuviéramos jugando. Hasta yo me he convertido en más que un hincha y me lleno con emoción al saber que puedo ser parte de algo tan potente.
Recién algunos amigos belgas me preguntaron si había algo de ambiente mundialero. Les respondí que no sabía si estaba en Sudáfrica o en Chile, que jamás había visto cómo las banderas aparecen en todas las casas, jamás había visto cómo todo se cambia al color rojo, jamás había visto una nación más unida que Chile, todo gracias a la Roja de todos, como dicen tan bonito.
También les dije que acá los chilenos son bastante optimistas: algunos ya creen que somos campeones del mundo, porque de verdad que me siento uno más del montón.
Ojalá que este alegría, que es tan bienvenida y deseada por muchas personas que han sufrido mucho últimamente, y están en lugares donde hace frío o humedad por la lluvia, llene un instante sus corazones de calor y emoción.
A los 23 jugadores y todo el equipo que nos representan, les deseo lo mejor, que no sólo se juegan el honor, se juegan el alegría de 16.000.000 de chilenos y un belga.
Que les vaya estupendo…
Mathieu Michel
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