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Con los pies en la tierra

Quien fuera uno de los primeros futbolistas chilenos en sacar suspiros y uno de los deportistas que alcanzó el hasta ahora irrepetible tercer lugar en un Mundial de fútbol, en 1962, entrega su análisis de la situación actual de la “Roja”, equipo que destaca pero del que prefiere hablar sin falsas ilusiones.

18 de Agosto de 2010 | 08:33 |
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“Tito, Tito, mi amor. No sé qué encanto tiene tu nombre que nos haces soñar (...) Será tu estampa, tu pelo rubio, tu forma de mirar”, cantaba Luz Eliana, en plena Nueva Ola, poco después que el Mundial del ‘62 marcara la historia de Chile.

El homenajeado por la canción, Alberto “Tito” Fouillioux, fue precisamente uno de los protagonistas de la fiesta deportiva que consagró al país, no solo como sede, sino que también alcanzando la Selección Nacional una única semifinal y un glorioso tercer lugar en toda su historia futbolística.

Pero ya de eso han pasado 48 años, cuando los plasmas y la alta definición se resumían en unos cuantos televisores recién llegados al país y una pantalla en blanco y negro. Hoy, el ex delantero, a sus 69 años, es un fiel testigo de un nuevo campeonato mundial del balompié, en el que la Selección, ahora la “Roja”, tiene otra oportunidad de enseñar lo mejor del deporte nacional.

El ex cruzado, otrora seleccionado del ‘62 y ‘66 (Inglaterra) y eterno comentarista deportivo, tiene claro que, por una cuestión anímica y/o moral de los jugadores, el primer partido es fundamental.

Es por eso que tras la victoria ante Honduras en Sudáfrica 2010 “quedamos muy bien perfilados, más allá de la parte de los puntos. Son muy pocos los equipos que han perdido un primer partido en un Mundial y después han podido remontar”, dice, entregando grandes esperanzas de que el próximo encuentro, con Suiza –“el que define la clasificación a octavos de final”, a su entender, tendrá un resultado satisfactorio para los millones de hinchas que desde Chile siguen a la “Roja”.

“Los pro de esta Selección son la juventud y la ilusión. Este equipo tiene una serie de virtudes como para creer que Chile tendrá una buena participación”, agrega.

-Mucha gente dice que Brasil podría ser el ganador de este Mundial. ¿Nuevamente nos vamos a ir con el gusto de haber participado no más de la fiesta y no ser los festejados?
“Creo que es una oportunidad de hacer una buena participación. Hay que ser realistas, ganar un Mundial es un tema muy complicado. Tenemos un buen equipo, pero a la larga, los equipos que llegan son los favoritos; Brasil, España, Italia, que es campeón del mundo. Yo tengo como posible sorpresa a Argentina, porque tiene a uno de los mejores jugadores (Messi). Pero por ahí va la cosa. Ojalá nosotros lleguemos lo más arriba posible, pero a partir de la segunda fase, el tipo de competencia cambia, es un sistema en el cual la garantía es para los equipos que saben defender, más que los que atacan, porque en un partido puede pasar cualquier cosa, y yo veo mejor a Chile atacando que defendiendo”.

-De todas formas, hay mucho entusiasmo en el país. ¿Nos hacemos falsas ilusiones?
“Sí, yo creo que hay una exageración. La gente piensa que saldremos segundos o campeones, y en forma realista, eso se pelea entre los de siempre. Chile puede ser bueno y dar una sorpresa, pero de ahí a hablar de ser campeones, sería una irresponsabilidad”.

-¿Qué le falta a Chile para poder nivelarse con los grandes equipos? ¿Somos malos?
“No, somos competitivos. Yo diría que este es el único deporte en el que podemos competir a nivel mundial. No podemos decir lo mismo del hockey, ni el básquetbol, ni el voleibol, ni del rugby. Lo otros logros han sido esfuerzos individuales, como Fernando González, Kristel Köbrich o Tomás González. Pero el deporte colectivo, creo que el fútbol chileno da más de lo que la infraestructura nuestra lo permite.
“Tenemos materia prima y eso se refleja en la cantidad de jugadores que tenemos jugando en el extranjero”.

-¿Y en el futuro, podríamos soñar con ganar algún Mundial?
“Es muy difícil”.

-¡Qué pena!
“Podemos aspirar llegar lo más arriba posible. Ojalá saliera Chile mejor que el tercer lugar del ‘62, pero hay que tener los pies en la tierra. Ya es bastante con ser una Selección competitiva y respetada, y habla muy bien de Chile. Y ojalá que reconfirme en el Mundial todo lo bueno que se hizo previamente.
“Se dice que el fútbol es muy simple, lo difícil es hacerlo simple”.

-Usted vivió un Mundial en su propio país. ¿Los jugadores logran olvidarse de la presión que provoca que todo Chile tenga sus ojos puestos en ellos?
“Existe una ansiedad, pero no podemos olvidar que el efecto mediático de hoy en día es absolutamente distinto, y hoy es totalmente exagerado para mi gusto. En el caso de Chile, prácticamente está paralizado el país por un campeonato mundial de fútbol, y lo digo yo, siendo yo un personaje del fútbol, y siendo ésta mi actividad. Hemos visto la cantidad de despliegue que se han hecho en los canales de televisión, enviando incluso reporteros casi de farándula y con programas especialmente preparados, pero que no se habla de fútbol. A mí me parece que eso va a saturar a la gente.
“Es como mucho. Todos opinan, hasta el Presidente de la República. En mis tiempos, no se me habría ocurrido que Jorge Alessandri hubiera opinado de la lesión de Eladio Rojas o Leonel Sánchez”.

-A diferencia del ‘62, en el Mundial de Inglaterra (‘66), no pasamos de la primera fase. ¿Cómo se enfrenta no cumplir con las propias expectativas ni con las de todo un país?
“Lo que sucede es que aparece una sensación de frustración. En ese Mundial había muchas expectativas por haber salido terceros en el anterior y porque había un buen equipo. Los que más lo sienten son los jugadores, porque cuando acaba el entusiasmo del campeonato, la gente sigue con su vida normal. Nosotros seguimos yendo a partidos, con 300, 500 personas, en estadios que no tienen baño ni estacionamientos, con barras bravas que dejan un desastre”.

Desde hace 48 años que Fouillioux se junta con sus compañeros de la selección sesentera -Carlos Campos, Leonel Sánchez, Luis Eyzaguirre y Manuel Astorga, entre otras leyendas de la época- cada 30 de mayo. “Vamos a saludar a Fernando Riera, el entrenador, a su departamento y después vamos a almorzar juntos al Estadio Español, El Caleuche o a La cocina de Javier”.

-Ustedes pudieron participar en un Mundial en su propio país. ¿Cómo fue vivir esa fiesta?
“Insisto en que fue muy distinto. En mis tiempos no había televisión ni internet. Nosotros nos dimos cuenta, después del Mundial, de la repercusión. No tuvimos esa presión mediática que hay ahora. No había marketing ni nada, era otro mundo”.

-Pero igual a usted le sacaron hasta una canción después.
“Bueno, hubo gente visionaria en ese aspecto, que se adelantó al marketing, que para nosotros era algo desconocido.
“Cometí un grave error, porque la canción en un principio era ‘Tito Fouillioux’, pero después reclamó mi club y yo también, porque no me habían preguntado antes”.

-¿Y usufructuaban con su nombre?
“No, no lo digo por motivos económicos, sino porque, como es el chileno, después agarraban pal’ tandeo en los estadios que era mi lugar de trabajo. Entonces, inteligentemente, le cambiaron el nombre a “Tito, mi amor”, lo que me causa graves problemas porque hay nietos, incluso hijos, que no me creen que me hicieron una canción, porque Titos hay miles”.

-¿Había niñas que lo esperaban afuera del estadio?
“Claro, lo que pasa es que la gente conoció a estos personajes que eran del ámbito deportivo por los teatros, porque el noticiero lo daban en los cines, mientras comenzaba la televisión insipientemente. Yo jugaba en la Católica, estudiaba leyes, era rubio, un poco atípico y bueno, tuve un relativo éxito (ríe)”.

-¿Le mandaban cartas?
“Sí, muchas. Decían que me querían conocer, que me invitaban a tomar té”.

-¿Ninguna pasadita para la punta?
“No, eran lolas, y eran otros tiempos”.

-¿Tiene alguna cábala mundialera?
“Antes, cada vez que entraba a la cancha me persignaba. Y cada vez que tengo una reunión importante o si empieza a jugar Chile me persigno. Es una cuestión que me quedó del colegio”.

-¿Cuál es su vicio privado?
“Todo lo que tenga que ver con fútbol, partidos de televisión, medios de prensa, ahora con internet; me meto a todo. Tengo un afán periodístico permanente. Ahora ando con todas las revistas francesas que salieron para el Mundial. Soy un poco autista con eso. En general, los futbolistas somos así”.

-Hace un tiempo dijo ser el chileno que más sabe de fútbol en este país. ¿Sigue pensando lo mismo?
“De fútbol internacional soy uno de los que más saben. Esta es mi profesión y tengo un disco duro desde cabro chico; he visto fútbol desde los 5 años, hice los cursos de entrenador en Francia, en Chile, y estoy permanentemente actualizándome con las facilidades que hay hoy en día, que hay un banquete de información, puedes saber todo. Eso me lo reprochan un poco mis hijos, porque estoy siempre metido en mi ‘le violon d'Ingres’, (como se le llama en francés a una pasión o una manía).
“Y ahora que empiezo a perder la memoria, de las pocas cosas que me acuerdo es del fútbol”.

-¿Este deporte es su vida?
“Es mi pasión, que ha ocupado gran parte de mi vida, con virtudes y defectos. Uno, en cierta medida, se embrutece, se convierte en un autista, pero eso también es bueno. En este momento, en una sociedad tan estresante como la que hay, esto es mi terapia, mi psicólogo personal. Para otros será pescar, trotar...
“Porque de niño me gustó, porque el fútbol en sí tiene una serie de virtudes. El deporte en general y el fútbol en particular, comenzaron a tener problemas con la aparición del dinero. Mientras más cantidad de dinero hay, mayores intereses, y se pierde la naturaleza del juego por el juego. Pero entre sus virtudes, está el que todos somos iguales en la cancha, como sucede hoy en África. Todos tenemos las mismas reglas, uno se acostumbra a perder, a ganar, a estar arriba, abajo, un poco como es la vida. Y está la alegría del juego mismo; yo veo de repente cosas de arte, jugadas plásticamente maravillosas. Por ahí un escritor dijo: ‘¿Para un niño, qué es la felicidad? Pásenle una pelota de fútbol’”.