Donde pone el ojo, pone la bala, si se trata de pololas. Lamentablemente, en cuanto a suegras se refiere, Pablo Schilling (26) parece elegirlas con pinzas.
"A mi casa no entra más ese niño", fue lo más suave que Anita Alvarado dijo de este galán de realitys. Apenas en enero, la Geisha dio clases de todos los insultos que se le pueden decir a un hombre, aparentemente, por no reconocer en un comienzo que tenía una relación con su adorada hija, Angie.
Y hoy, su actual pareja, Kel Calderón, publica en Twitter que se quiere ir del país, luego que su madre, la eterna Quintrala, Raquel Argandoña, habló por televisión de lo poco que le gusta que su hija ande con un joven cuyas ex pololas no se ajustan al perfil de su adorada primogénita.
A base de esfuerzo y varios programas de TV, Pablo parece ir avanzando en la meta por ganarse a doña Raquel, quien, algo más flexible, ha declarado en el “Buenos Días a Todos”, con esa falta de pelos en la lengua que la caracteriza: “(De Pablo), mientras sea la pareja de mi hija les pido respeto. Si deja de ser la pareja de mi hija, le damos duro”.
Para comprender esto, hay que ir por partes y recordar que Schilling saltó a la fama en la “Granja Vip”. Su rostro ya era conocido por los seguidores del deporte, quienes ya sabían de la trayectoria de este vicecampeón sudamericano y medalla de bronce en los Juegos Odesur 2003.
Junto a su hermano mayor, Francisco, vivió en el Centro de Alto Rendimiento (CAR), en calidad de seleccionados nacionales de atletismo. Ahí, como explica, conoció de cerca la presión del deportista chileno. “Te pagan un sueldo que para el nivel de exigencia que tienes, físico y psicológico, es como una ayuda de, qué sé yo, 120, 150 mil pesos”.
Es por eso que cuando le ofrecieron a él y a su hermano comenzar a salir en comerciales y fotografías de catálogos, no lo dudaron. En un día podían ganar lo que en meses recibían y no interfería mucho en sus entrenamientos.
Esta actividad se acrecentó cuando, ya estando en su primer reality, conoció a Patricio Laguna, quien lo metió en el mundo de los desfiles discotequeros y los eventos.
Estas actividades se mantienen hasta el día de hoy, sobre todo tras su paso el “Pelotón”, programa ganado por su hermano Francisco.
Y es en este programa donde quedó claro que los casi dos metros de estatura del atleta tienen mucho arrastre entre las mujeres. Resulta que en el interior de la base dirigida por René O’Ryan, se encontraba Marión Díaz, ex polola de Schilling, quien declaró acerca de él: “Me encantaría no amarlo tanto”, cuando éste hizo más que buenas migas con la recluta Mariela Montero, con quien pololió y conformó el grupo de los ositos polares.
El otro miembro de este curioso conjunto de regaloneo amistoso fue Angie Alvarado, quien, al retirarse Montero del reality, pasó a ser más que cercana al recluta Schilling y, bueno, el resto es historia. Su anterior relación terminó, estuvo un tiempo con la hija de la Geisha -en medio de peleas públicas con esta última- hasta que comenzó el programa “Fiebre de Baile”.
Tal vez pocos recuerdan que aparte de Kel y Schilling, Alvarado también participó en los primeros capítulos, pero se retiró, no sin antes mostrarse bastante despechada por la cercanía de su ex pololo y la hija de Argandoña.
-Pablo, ¿quién es más dura como suegra, Raquel Argandoña o Anita Alvarado?
“Alguien podría decir que me gustan las suegras de este estilo, y no, son súper distintas. Definitivamente fue mucho más duro el tema con Anita Alvarado, porque ella llegó a lenguajes fuertes para referirse a mí o a cualquier otro hombre. Y no lo digo sólo por lo que habló de mí, sino que porque encontraba realmente de mala educación usar ese lenguaje en televisión. Ella tiene la característica de ser una mujer muy desenvuelta, muy libre, que me parece muy bien, pero creo que también hay que saber ubicarse y hay momentos y formas de decir las cosas”.
-¿Te tuviste que morder la lengua?
“Mucho, pero lo hacía por su hija, no por mí. Si hubiese sido por mí, creo que le habría contestado bastantes cosas. Pero la mujer que más amo en el mundo es mi mamá, y todas las madres se merecen un respeto. Siempre hablan desde la herida, desde el corazón. Ella no estaba hablando con la cabeza en ese momento, porque decía cosas muy feas. Ahora, lo que me está tocando con Raquel hoy en día es muy distinto. Ella es más transigente, tiene una educación muy distinta, es una dama. Entonces, también es más fácil abarcarla y entablar una conversación con ella”.
-¿Sientes que tienes una especie de karma con las suegras?
“Con las últimas dos, sí, por supuesto. Y ya, digámosle karma. Pero en lo que a mí respecta he sido muy querido por mis suegras, porque soy muy protector con mis pololas, súper posesivo; entonces me preocupo mucho de su seguridad. Apelo a eso, a que se sientan tranquilas y que si estoy con sus hijas, es porque quiero lo mejor para ella y para mí en ese momento”.
-¿Cómo te puedes ganar a una suegra como Raquel Argandoña?
“Te lo juro que todavía no sé, estoy en eso. Lo que pasa es que hay entre ellas dos una relación tan directa, son tan amigas que yo siempre supe que para llegar algún día a tener algo con la Kel, iba a tener que ganarme primero a Raquel”.
-Pero fue como al revés parece.
“Es que con la Kel nos veíamos más, era obvio. Pero sí, a la Raquel me la he tratado de ganar, de una forma no invasiva. Le dije el otro día que se dé la oportunidad de conocerme no más, y si después de conocerme, aún así no le gusto, perfecto, ahí hacemos un punto a parte y vamos a volver a conversar. Pero si ni siquiera me conoce, se tiene que atrever.
Independiente de todo, yo creo que igual ha visto a la Kel feliz. En ese sentido ha mantenido las notas en la U, ha sido súper responsable con el tema del baile; no es fácil estar estudiando derecho, bailando y ensayando toda la semana. En ese sentido, no ha dejado de ser buena hija y a lo mejor, la Raquel mamá también se está dando cuenta que no soy tan perno”.
-Ya debes estar graduado del tema suegras.
“Yo espero que ésta sea la última suegra que me toque conocer”.
-Qué fuerte declaración.
“¿Por qué? ¡Ah! No, quiero decir que espero que sea la última suegra que me tenga que ganar”.
-Hablando de ganar, la competencia siempre ha estado presente en los programas en que participas y requieren mucho esfuerzo físico. ¿Son tu especialidad?
“Es que me encanta el deporte desde muy chico. Mis papás son separados, y el segundo marido de mi mamá siempre fue muy deportista y él, a mi hermano mayor y a mí, nos inculcó desde muy chicos el tema del deporte. Siempre nos íbamos de vacaciones todos los veranos y no para ir a descansar; nos íbamos con las bicicletas, el bote, a remar, a nadar y a trotar. Siempre fue así”.
-¿Cuál de todos estos programas te ha costado más, físicamente hablando?
“Y coincide con el que más me ha gustado, ‘Pelotón’. El formato me quedaba como anillo al dedo. De hecho, en la primera competencia dije ‘aquí no me gana nadie y el único que puede hacerlo es mi hermano. Dicho y hecho. Entró, ganó y se fue. Hasta el día de hoy nos reímos, y le digo: ‘Huevón, hiciste un paso más que magistral por los realitys. Entraste, no te conocía nadie, ganaste, estuviste dos meses y medio, te ganaste 50 palos y ahora estás de vuelta a lo tuyo. El anda por la calle y no pesca a nadie, no está ni ahí, si es un estudiante”.
-¿Fue muy drástico el cambio de ser atleta a comenzar a hacer desfiles en traje de baño?
“Ahí fue una plancha. Los deportistas tenemos otro tipo de pudor con el cuerpo, porque, por ejemplo, cuando vas a competir a Brasil, con el estadio lleno, y estás con patas de lycra y una polera musculosa que con suerte te tapa los músculos, tampoco estás súper vestido”.
-Claro, pero no hay un tumulto de mujeres gritándote “rico”.
“Sí, es súper distinto cuando gritan ‘Pablo Schilling, andarivel 3’ y grita toda la barra de tu país, que cuando dicen ‘Pablo Schilling’ y gritan las minas. Al principio era súper raro. Igual, hasta el día de hoy me bloqueo; estoy arriba del escenario y no miro a nadie ni escucho nada, porque igual hay hombres que gritan y que de repente son medio envidiosos, como igual hay minas a las que no les caes muy bien y te gritan lo que piensan. Y tienen todo el derecho. Eso es lo más fuerte de los eventos de discoteque, que la gente tiene el micrófono abierto y te grita lo que quiere”.
-¿Cuál es tu vicio privado?
“Tengo dos vicios privados. Me encantan las camisas, debo tener unas 50. Lo otro es un gusto adquirido y es que me gustan mucho los relojes. No soy de Rolex ni Cartier, ni de gastarme 200 lucas en un reloj. Prefiero tener varios de 100, que tener uno o dos de un millón de pesos. Tengo que decir que hay un auspiciador deportivo que me pasa relojes. Tengo muchos debido a eso, pero los que me he comprado yo deben ser unos 20”.