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“En el Oriente se vive la muerte del ego y nosotros estamos en una sociedad exitista”

Maestra sanadora, explica las razones por qué los occidentales buscan cada vez más una respuesta en el mundo oriental y en sus terapias. Pero afirma que nada es mágico y se necesita paciencia.

19 de Agosto de 2010 | 09:25 |
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Su nombre espiritual significa “energía amorosa para contigo misma y con los demás”, y es el nombre mil que recibe la diosa Devi, la de la energía femenina.

‘Lalita’ no se acostumbra, en la actualidad, a que la llamen por su nombre real, Loreto Muñoz, porque siente una profunda conexión con el que ella y un guía espiritual en la India encontraron durante una larga meditación.

Periodista de profesión, con algunos estudios previos de medicina, siempre se sintió atraída por lo místico. Recuerda que de pequeña se cuestionaba por qué había personas que sufrían y otras no, qué era la muerte y esa inquietud le señalaba que en la India estaba la respuesta. Es más, bailaba su música y se ponía un tercer ojo en la frente.

Por eso, aunque estaba trabajando en TVN, no dudó mucho en partir a la India a buscar su nuevo camino que implicó hacer una serie de aprendizajes e introducirse en el mundo del yoga, la meditación y de la medicina ayurveda, que son las que practica ahora en su centro Manali.

Partió por un mes y se quedó un año, la primera vez. En la India buscó maestros, templos, y descubrió la ayurveda, terapia que aprendió no sin dificultad, porque los hindús no acostumbran, por lo menos hasta hace algunos años, enseñárselo a otros que no supieran hindi y sánscrito. “Estaba vedado para los occidentales”, cuenta.

Señala que uno de sus mayores aprendizajes tiene que ver la comprensión de lo que significa la alegría, estado interno, explica, que no depende de cosas externas, ni del dinero, ni de las posesiones, de la belleza. “Los más pobres de la calle, son felices, lo son porque algunos fueron tocados por otros a pesar de ser los intocables”, relata.

Otra de sus ganancias fue encontrar la meditación, a la que cierta aproximación había tenido de pequeña por el impulso de sus padres.

“Uno debería meditar una hora diaria, pero los occidentales le tenemos mucho miedo a la meditación, a descubrir quién soy yo. Nuestra mente es tan inquieta, en Oriente la comparan con un elefante salvaje, que nos tiende a dominar, cuando debe ser uno el que la debe controlar. Y eso se logra parando el pensamiento, pero como es difícil, lo que se logra conseguir es que el espacio de silencio entre un pensamiento y otro es mayor, la brecha. Y los pensamiento van a ser más creativos y sanadores porque se comienza a vibrar en otra frecuencia”, afirma.

Asegura que cada uno tiene dentro la capacidad para meditar, pero que estamos tan bloqueados de estímulos que nos cuesta encontrar el espacio del silencio. Usando la respiración y el cuerpo se puede llegar a ese estado.

-¿Por qué crees que a los occidentales les cuesta tanto comprender el mundo oriental?
“Creo que nos cuesta mucho porque no tenemos el lenguaje para hacerlo; los orientales no se han preocupado de desarrollar un lenguaje para que nosotros lo entendamos. Ellos comprenden sus códigos y algunos han logrado grandes avances entre unir Oriente con Occidente como el doctor Deepak Chopra.
“Además, nos cuesta porque en el Oriente se vive la muerte del ego y nosotros estamos imbuidos en una sociedad exitista, individualista, de querer ganar. Buda decía que te dé lo mismo ganar que perder, practica la ecuanimidad, que te sientas igual de feliz cuando ganas que cuando pierdas y ese estado no lo conocemos.
“También ellos viven en el presente y nosotros, desde chicos, nos sacan de él con las proyecciones al futuro, con las expectativas”.

-¿Por qué pese a ello, miramos tanto al Oriente?
“Porque intuimos que tenemos mucho que aprender de ellos, que nuestra manera de ver la vida no nos está dando resultados. Vivimos súper estresados, en Occidente las personas no se ven felices, hoy tenemos que hacer casi un milagro para poder dormir; la comida, los hábitos de vida, el correr sin sentido, nos tiene superados.
“Tenemos que buscar una misión de vida, y eso se descubre conociéndonos internamente, sólo logrando otro nivel de conciencia”.

-¿Qué expectativas se debe tener frente a las terapias de Oriente?
“Es verdad que hay muchas expectativas sobre ellas. Todos, pareciera, queremos que alguien nos tocara con una varita mágica para que se nos fueran todos nuestros problemas, pero eso no es así. Es una fantasía.
“Hay que trabajar, el cambio no se da de la noche a la mañana, hay que estar dispuesto a tener paciencia, a ser constante para ver resultados. De un día para otro no se encuentra la paz interior; Buda buscó durante 12 años y Jesús también. Todo implica trabajo”.

-¿Es difícil aproximarse a este mundo desde una creencia cristiana-occidental?
“Para nada, Cristo es un tremendo maestro, si tú lo sigues ya tienes todo. Mira su generosidad, su amor, su perdón, su compasión; no habría que buscar más.
“Las religiones separan a las personas y lo que proponemos es que no debe haber ninguna diferencia, que todas las personas están conectadas, porque somos pura energía y no hay barreras. No deben existir creencias que nos separen; en el budismo las figuras sólo inspiran cosas que hay dentro de cada uno”.

-¿Cuáles son las mayores necesidades que percibes entre los que se acercan a este mundo?
“Conocerse a sí mismo, cuando uno no está conectado con uno mismo, empiezan a haber problemas físicos y emocionales, se presenta el estrés. Las mayores carencias son a nivel emocional por no haber descubierto el tremendo mundo interno que se tiene”.

-¿Hay que hacer renuncias?
“Hay que renunciar a hábitos y patrones antiguos. Es como prender la luz en una pieza y ver la suciedad que hay en ella; hay que ver la sombra. Uno tiene ciertas tendencias latentes negativas y hay que luchar contra ellas, es dejar la rabia, la mentira y descubrir donde está el origen de ello. El alma es auténtica y no tiene miedo, pero la mente sí”.

-¿Este proceso de volcarnos a Oriente es inevitable?
“Sí, al igual como el Oriente también está mirando para acá, ellos también nos tienen admiración.
“Nos dimos cuenta que nuestro sistema no nos está resultando, que la medicina no nos está resultando. En el Oriente se le pagaba al doctor porque te mantuviera sano. El estado normal es el de plena salud; la ayurveda dice que si uno hiciera todas las cosas que corresponde se debiera tener una edad 15 años menor que la cronológica, verse y sentir 15 años más energética.
“El estrés y el dolor es algo que viene desde fuera, no nos pertenece”.

-¿Cuántos de los que se acercan a este mundo lo hacen por moda?
“Da lo mismo que lo hagan por moda, lo importante es que se acerquen porque algo va a quedar. En algún momento hace click, aunque sea un año más tarde, que debe ser lo mismo que ir a un retiro cristiano, algo queda”.